Oración por García Márquez y otras vainas

Gabriel García Marquez firmando autógrafos el mismo día que recibió el Nobel de Literatura en Estocolmo y el columnista estuvo ahí

Por Oscar Domínguez Giraldo

Al Maestro, con amor-humor 

Como no tengo acceso al árbol genealógico de García Márquez, tanto en su cumpleaños, el 9 de marzo, como el día de su muerte, el 17 de abril, suelo darle mi sentido pésame al viento aunque…

No fui amigo del Nobel, nunca parreandié a su lado, no canté vallenatos ni boleros con el fabulista, no viajé con él en el mismo avión a Estocolmo donde recibió el Nobel.

Nunca le dije Gabo o Gabito a él, ni Gaba o Mercedes a su mujer, no tomé trago con él en el bar La Cueva,  no lo acompañé en su viaje en tren a Aracataca, no lamenté el  nocaut que le propinó Vargas Llosa. (Nos habríamos aerdido el sonriente retrato con el ojo colombino que le tomó el fotógrafo medellinense-mexicano Rodrigo  Moya).

 Jamás fui invitado a ninguna de sus casas, nunca me leyó, no tengo la primera edición de ninguna de sus obras, no tuve en mis manos un ejemplar de “En agosto nos vemos” todavía sin publicar, jamás me envió los originales de sus libros para que le capara adverbios terminados en mente que le devolvían hasta el primer tetero.

No asistí (¡pobrecitico de mí!) a ninguno de sus talleres en la Fundación Nuevo Periodismo, de Cartagena, no figuré en el sanedrín que copó el avión presidencial que viajó a México para el homenaje colombo-mexicano cuando se volvió eternidad, no lo vi hacer papeles menores en películas basadas en guiones suyos.

No tengo dedicado ninguno de sus libros (pero me autodediqué Cien años de soledad: “A un tal Domínguez, eterno novel”, Gabo), no me perderé de releer “Un ramo de no me olvides”, de Gustavo Arango sobre el período cartagenero del cataquero mayor, no asistí al bautismo de sus hijos Rodrigo y Gonzalo, nunca le hice entrevista exclusiva, no compartí hambres con él en París, no me hace guiños en ninguna de sus novelas, ni en el pasa de sus crónicas periodísticas. Nunca dudé de que era Nobel en periodismo.

No soy su pariente ni en el millonésimo grado de consanguinidad, no he ido a Aracataca pero pienso volver, no trabajé con él en el fugaz periódico El Comprimido que hizo con el Mago Dávila, linotipista, tampoco camellé en Prensa Latina (envidio al prolífico y  lúcido quindiano Jaime Lopera quien sí lo hizo); no aprendí del maestro Gabriel  en las revistas Alternativa y Cambio. No me cabe duda de que era una cátedra ambulante.  No me dio a mi el siguiente consejo: Ser  buen escritor  consiste en  escribir  una  línea y obligar  al lector a leer la siguiente”.  (La cartilla se la dio al maestro Guillermo Angulo).

No me chocaría jugar ajedrez con alguno de los personajes de sus libros. No me darían dado un brinco, modestia, apártate.

No me debe plata, le debo todo el oro del mundo por la felicidad brindada con la poesía de su prosa, no dudo que leerlo nos hace inmortales… mientras estemos vivos.

No sé dónde andaba yo cuando durmió ocho días en la casa del campeón de ciclismo Ramón Hoyos, en Medellín, según cuenta Orlando Casas en su libro, “Buenos Aires, portón de Medellín”.

En “represalia” soy gabólatra sectario. Le tomé  fotos firmando libros en Estocolmo en 1982 cuando fui a cubrir la entrega de su premio, no me alojé en su hotel sino en otro de pocas estrellas, el Amaranteen. Si no me tomé selfis con él fue porque ese juguetico no se había inventado (Lo vi por primera vez en carne y leyenda en Washington en la firma de los tratados Torrijos-Carter, 1977. Lo invitó Torrijos. Fue la primera vez que NO lo entrevisté. Y yo, dizque periodista, ¡qué tristeza!).

Dios no tomará represalias contra él por su agnosticismo. Es más, ya lo tiene a su diestra mano. ¿O será a la izquierda? Dios no tiene presa mala. (Sus personajes creían por él: “Dios es mi copartidario”, decía el célebre coronel…).

No dudo de que volveré a engullirme la bella biografía “Viaje a la semilla”, de Dasso Saldívar, que tanto le gustó al Nobel “porque se parece a mí”. 

Sus lectores no descansamos en paz sino en felicidad siempre que lo leemos. (Líneas sometidas a pintura por el inspector de zócales de mi barrio).

DASSO POR GARCÍA MÁRQUEZ

 Y aquí, en repetición, la reproducción de la llamada telefónica que García Márquez le hizo a Dasso para interesarse en su salud, después del trasplante de riñón al que fue sometido, y para expresarle su admiración y agradecimiento por el Viaje a la semilla, od

         -Señor Dasso Saldívar, mire que le quiere hablar desde México el señor Gabriel García Márquez.

         -Sí, como no, gracias, contesté con la idea de que tal vez era una broma de alguien.

         Pero no, no era una broma, era Gabo de voz presente:

         -Me han dicho que estás enfermo, qué vaina, yo no sabía eso

         Sí, maestro, tengo una insuficiencia renal crónica y me tienen que trasplantar, le dije a modo de saludo.

         -¿Y te trasplantan los dos riñones?

         -No, maestro, sólo uno, generalmente se suele trasplantar un riñón, sobre todo si tienes donante vivo, como es mi caso.

         -¿Y quién es tu donante?

         -Mi sobrina Patricia, quien ya se encuentra en Madrid haciéndose los análisis previos al trasplante.

         -¡Qué gesto más lindo el de tu sobrina, qué familia más linda tienes entonces!

         -Afortunadamente, maestro, parece que la familia me quiere. 

         -Claro que sí, me alegra mucho y, por favor, no te dejas morir, porque eres autor de un libro del cual yo soy un gran lector, ¿sabes?

         -Gracias, maestro, esas son palabras mayores, me estimula mucho escucharle decir eso.

         -Mira, yo no había leído tu libro o no del todo. Sucede que en estos días me han estado reorganizando la biblioteca, entonces tu libro apareció por ahí, lo cogí, le empecé a leer y lo tuve que leer de corrido en tres noches, porque no lo pude dejar. ¡Qué gran libro has hecho! ¡Qué bien escrito y qué bien documentado está! Sobre todo, qué bien lo has documentado. Yo suelo leer con un lápiz en la mano, pero esta vez no encontré nada que corregir: ¡es un libro perfecto!

         -Gracias de veras, maestro, pero algún error o errores tendrá que tener para que el libro sea completamente humano, le dije por decir algo.

         -Pues me lo vas a tener que contar tú, porque yo no he encontrado ninguno, me dijo de forma tajante. Luego volvió al tema:

         -Como te decía, me ha sorprendido mucho lo bien documentado que está, porque, por ejemplo, tú hablas de mis viajes a Valledupar y de los sucesos de Barrancas y lo haces con tal detalle y precisión que yo me preguntaba: ¿Y cómo este hombre ha sabido eso? ¡No, qué gran trabajo el tuyo!

         -Bueno, maestro, es que hay que tener en cuenta que lo mío fue una preguntadera de años, yo estuve veinte años preguntando y jodiendo a la gente con el tema de su vida.

         -Sí, yo recuerdo que tú tenías asediado a todo el mundo con tu preguntadera, y algunos me llamaban y me lo contaban, pero yo sólo podía sugerirles a los más desesperados que se escondieran.

         Y remató así su entusiasmo por “El viaje a la semilla”:

         –Tu libro me gusta porque realmente se parece a mí.

         Finalmente, se interesó por si el libro todavía estaba en las librerías, a qué idiomas se había traducido y me preguntó:

         -¿Tú crees que el inglés que va sacar mi biografía en inglés lo habrá leído?

         -Creo que sí, maestro, pues Martin le ha confesado a Gustavo Tatis Guerra que él no iba a juzgar a los colegas que lo habían precedido en el tema biográfico sobre García Márquez, pero reconocía “que el trabajo de Dasso Saldívar sobre Gabo es el primer antecedente valioso y documentado”.

         Pero la cosa no quedó ahí, porque días después le confesó a su amigo Plinio Apuleyo Mendoza que si él hubiera leído antes mi libro no habría escrito sus memorias. Son sus palabras textuales.

GAB O POR DASSO SALDÍVAR

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– ¿Qué impacto ha tenido su biografía?

– No sé si sea el más indicado para hablar del impacto de mi trabajo. Pero lo cierto es que ha sido y sigue siendo enorme y en casi todos los idiomas en que se ha publicado. Sin duda, el mayor impacto ha sido en España y en América Latina, en China, en Brasil, en Holanda y en Grecia. Acaba de salir la edición árabe, editada por el Consejo Superior del Libro de El Cairo. Este año saldrán las ediciones francesa e inglesa. La crítica ha sido casi unánime en resaltar la seriedad de mi trabajo y la importancia del mismo dentro del género biográfico. Pero lo que más me satisface son las cartas y testimonios que recibo de muchos lectores en los cuales me dicen que mi libro les ha cambiado la vida, que les ha hecho revalorar o volver a leer a Gabo o que es un libro que les ha enseñado o los ha empujado a escribir.

– ¿En qué se diferencia de los demás de su misma especie?

– Si con la expresión “su misma especie” se refiere a otras biografías de Gabo, creo poder decir que hasta el momento no se han escrito otras biografías de Gabo, a excepción de la de Collazos y la parcial de Vargas Llosa en “Historia de un deicidio”. En fin, pero creo que la diferencia esencial de mi biografía con las de su especie, es que yo intento recrear la novela de la vida de Gabo, es decir, que sin dejar de ser lo más veraz y objetivo posible, intento reconstruir y contar una vida con alma, una vida donde las palabras tienen sombra porque pretenden significar más de lo que dicen.

– ¿Cómo definiría su Gabo personal?

– Mi Gabo personal, que es el Gabo de “El viaje a la semilla”, lo veo como un orfebre de las palabras y un mago que nos despertó él ánima de las cosas.

– ¿Que satisfacciones e insatisfacciones le ha producido la escritura del libro?

– Entre las satisfacciones, le puedo anotar dos principales: el placer de ver cómo iban surgiendo de las sombras la parte desconocida del biografiado y como se iba armando y estructurando el libro hasta adquirir una fuerza que, a mitad del trabajo, me elevó como un cohete, lo que me obligaba a frenarme y estar verificando las fuentes para estar seguro de que no estaba poniendo cosas de mi propia imaginación. Con “El viaje a la semilla” he descubierto que mi temperamento es más de novelista que de biógrafo, y por eso terminé el libro y me lancé de cabezas en “La subasta del fuego”, la novela  sobre los últimos veinte años de Manuela Sáenz, en Paita. Entre las insatisfacciones, le puedo anotar la cantidad de trabajo que invertí durante años haciendo una evaluación de las fuentes, escritas y orales, hasta convencerme de que muchas carecían de rigor y de credibilidad, empezando por algunas declaraciones y datos suministrados  por el mismo García Márquez.  

– ¿Distinciones que le ha generado la biografía?

– El libro ha sido premiado en China con el Premio Nacional a la Excelencia Literaria Extranjera, concedido cada dos años por el Ministerio de Cultura Chino, y ha tenido excelentes críticas por parte de lectores muy exigentes en distintos idiomas. Pero lo que más me satisface, independiente de que sea o no una gran biografía de García Márquez, es que a los lectores lo que más les cautiva es el estilo del libro, su fluidez y su claridad narrativa.  

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