No ser trigo limpio

Lo esencial

Por Carlos Alberto Ospina M.

Rara vez, una mala persona admite sus errores porque siempre encuentra el modo de inculpar a los demás y justificar sus acciones a fin de evitar las consecuencias sin concebir la necesidad de cambiar. Este espécimen se considera de superior autoridad moral a pesar de proceder con alevosía, deshonestidad, codicia e hipocresía. 

Es innegable que ciertos sujetos revelan una tendencia marcada alrededor de la perversidad a causa de vivencias, factores psicológicos o decisiones propias conducentes a la venganza. Al respecto, no se trata de un desliz esporádico ni una falta de juicio puntual, tan solo obedecen a patrones de comportamiento invariables que perjudican a quienes lo rodean y en alguna materia dependen de ellos.

La gente que exhibe diversas actuaciones negativas suele tergiversar la verdad, explotar las debilidades y utilizar el chantaje emocional. De manera igual, recurre a la insidia y a la crueldad como herramientas para inclinar la balanza a su favor. Esta actitud tóxica se traduce en egocentrismo e incapacidad para construir relaciones equilibradas.

Aquel que se caracteriza por la bajeza de ánimo nunca resarce el perjuicio ocasionado ni acepta los desaciertos con tal de menospreciar, destruir e insultar a los otros para sentirse prominente. Tanto de ello, que su rasgo distintivo es la mentira y el engaño con el objeto de conseguir beneficios a partir de confundir, distorsionar la realidad, ejercer control, crear caos y manipular acerca de asuntos determinados. La carencia de honradez lleva por delante los vínculos de confianza y de credibilidad como resultado de no ser trigo limpio.

El sadismo de un enviciado no tiene límites en función de encontrar placer con el desasosiego de muchos e indiferencia hacia el sufrimiento general. En lo que se refiere al dolor ajeno no le interesa el bienestar de los desfavorecidos, salvo que produzca algún rédito o satisfaga sus maléficos deseos. 

Sobre la marcha del déficit de conciencia ética, el fulano envenenado no conoce el arrepentimiento ni profesa culpa por el daño que infunde. El trastorno antisocial y el narcisismo extremo predisponen al zutano a ser intrigante, desalmado y destructivo. Unos cuantos indican desbalances en el cerebro y varios experimentan sensaciones de deleite corporal en el momento de empezar a corromperse. 

Un individuo inservible aplica el procedimiento de “el fin justifica los medios”, a la vez que desarrolla diferentes posturas hostiles y propensión perceptible hacia la maldad. 

Enfoque crítico – pie de página. Hoy escuchamos y vemos un botón de muestra que nos impide vivir con toda libertad y satisfacción. ¡Qué peligro un revoltoso con el diablo en el cuerpo y en la mente!

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