Medellín Sin Tugurios cambió la historia de la ciudad y de Colombia

La Medellín sin tugurios que edificó Pablo Escobar para acumular el poder político que ambicionaba en los años 80 del pasado siglo.

Por Elizabeth Mora-Mass

Comparto con ustedes esta parte, porque la historia va camino de repetirse. Con las FARC y el Cartel de los Soles, sumados a los carteles colombianos. Espero que algunos estén investigando sobre el particular.

Recuerdo que fue un hermoso día de abril. El sol estaba radiante. Nunca pensé que ese día la suerte de Colombia y mi vida cambiarían para siempre. Sigo preguntándome cómo, algo tan simple y sin importancia en ese momento, podría llevarnos a los abismos infinitos de dolor que todavía vivimos.

Como todos los lunes, a las 6.20AM, doña Eugenia Vélez de González, le preguntó a su clase de Periodismo II, en la Escuela de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, cuál era la noticia que más nos había impactado y porqué.

Todos dimos nuestra opinión. Un poco tímido, Guillermo León Zapata, uno de nuestros compañeros se atrevió a decir: “Yo creo que la noticia más importante fue el lanzamiento de “Medellín Sin Tugurios”, ayer, en el estadio Atanasio Girardot”.

Pablo Escobar paseando por un sector popular de la capital de Antioquia, en medio de la organización del lanzamiento de su «programa político-social » Medellín sin Tugurios.

Todos nos sorprendimos, en especial porque ninguno de nosotros, salvo Zapata que– creo que ya trabajaba para el programa deportivo “Weimar Lo Dice”, uno de los mayor sintonía en Colombia— sabía del mencionado lanzamiento

El mismo Zapata reconoce que olvidó lo ocurrido. Creo que a todos se nos olvidó como en nuestra clase de Periodismo II estábamos cubriendo la historia de Colombia, en general, de Medellín en particular, sin analizar la profundidad de lo que hicimos

Ni por un instante pensamos que el lanzamiento de un hecho tan loable como era darle un hogar decente a las personas que vivían de separar los desperdicios en el Basurero de Moravia, iba a desencadenar la vorágine de hechos que casi exterminan a Medellín, que todavía hacen peligrar la existencia de Colombia y que llevaron a un psicópata enceguecido de poder, ambición desenfrenada e instintos dictatoriales, a poner el Estado de rodillas ante sus designios.

Doña Eugenia envío por los periódicos locales. La nota sobre Medellín Sin Tugurios no aparecía por ninguna parte, salvo por un par de menciones sin importancia. Fue por eso, por la poca atención que le brindaron los medios que Pablo Escobar, conocido en ese entonces en Medellín, simplemente como Pablo, hizo el lanzamiento en varias ocasiones. Con el paso del tiempo, Pablo decidió que la fecha oficial fue en 1982, cuando la noticia se vio por TV.

Doña Eugenia había vivido mucho tiempo en Nueva York, donde trabajó como editora de la UPI, en ese entonces, una importante agencia de noticias. Por lo mismo, doña Eugenia no entendía que los medios nacionales y los de Medellín pasaran por alto una noticia social tan importante y comenzó a buscar la manera de que sus estudiantes de periodismo se interesaran en el tema.

Por ese entonces, el nombre de Pablo Escobar ya se escuchaba con varias tonalidades. Para los políticos era un excelente patrocinador. Para los miembros de las empresas constructoras, un socio lleno de dinero. Para los artistas y los clubes deportivos, un mecenas. Para los periodistas deportivos, el dueño del Nacional y el mayor accionista del Medellín, además de participar en automovilismo y construir canchas deportivas en los barrios populares de la ciudad. Para los pobres del Basurero Municipal, un hombre bueno que les estaba mostrando que tener su casa propia había dejado de ser un sueño. Para quienes se le oponían en alguna forma, un verdugo despiadado.

Pablo Escobar tuvo especial acogida en los medios deportivos e inclusó fue invitado a dar la «patada inicial» en partidos de la Copa Libertadores

Los anteriores comentarios no se escuchaban en todas partes. Ni siquiera en el Concejo de Medellín, entidad que meses más tarde del lanzamiento se convertiría en un sitio frecuentado por Escobar y su séquito. Los comentarios se hablaban en sitios como La Bastilla y Versalles.

El café La Bastilla, localizado en La Playa, arribita de Junín, era el mentidero político y económico del Medellín de esa época.

El Café La Bastilla era frecuentado por todas las fuerzas vivas de Antioquia y muchos visitantes ilustres. Ministros, ex ministros, gobernadores, ex gobernadores, alcaldes, ex alcaldes, secretarios de despacho, intelectuales y profesores universitarios; periodistas económicos y políticos.

Aunque en ese momento, no se daba el lobby en Colombia, La Bastilla era un sitio ideal para lagartos e intrigantes. Si usted buscaba un puesto, quería saber de algo, de alguien, o le interesaba el sonajero político, iba a La Bastilla a pedir un tintico o un periquito, mientras encontraba al hombre clave. Mientras se lo tomaba ponía un poquito de atención y se enteraba de todo lo que pasaba en la ciudad y, en ocasiones, en Colombia.

En esa época, la Andi y Fenalco todavía tenían como sede a Medellín, por lo que muchos de los acontecimientos económicos importantes también pasaban por La Bastilla.

La primera vez que entré a La Bastilla fue en 1974. Iba buscando a Julián Pérez Medina, el presidente de la Asamblea de Antioquia para que me firmara unos documentos para la organización de Medellín 300, la celebración de los tres siglos de la ciudad.

Los contertulios del café iban desde Bernardo Guerra Serna, ya convertido en el primer elector del país, con 384 mil votos, hasta el Maestro Gerardo Molina, el respetado presidente del Partido Comunista, en ese momento de visita en La Tacita de Plata, otro apodo con el que se conocía a Medellín.

Hacia 1980, algunos de los tertulianos habituales de La Bastilla se vincularon al narcotráfico Personajes como E. Livardo Ospina lloraban comentando cómo, la ambición y la corrupción se estaban apoderando de la ciudad. Don Elo—cómo lo llamábamos—no concebía que personas como Jairo Ortega Ramírez, Orión Álvarez Atheortua, Guido Parra y otros se sumaran a la causa de Pablo Escobar, sin importarles nada.

Los dirigentes liberales Jairo Ortega, a la izquierda, y Alberto Santofimio Botero, que abrazaron la causa de Pablo Escobar con el movimiento Renovación Liberal, en una de sus reuniones en Medellín

Fue entonces cuando algunos profesores y académicos como Jaime Jaramillo Panesso, Jaime Sierra García y otros que se me escapan, hablaron con Leonardo Nieto, el dueño de Versalles, localizado en Junín, cerca al Parque Bolívar, para crear un almuerzo-tertulia, donde se comentaran todos los acontecimientos políticos y sociales de Antioquia, Colombia y el Valle de Aburrá. Don Leo—como lo llamábamos—accedió encantado.

Tanto en Versalles como en La Bastilla cuando se mencionaba a Pablo Escobar, se bajaba la voz y alguien contaba sobre el último cadáver que se creía había dejado. Su fama era ya nefasta aunque no se mencionara en los medios. Ese fue el motivo del silencio sepulcral acerca de Medellín Sin Tugurios.

Cuando doña Eugenia se enteró de lo que pasaba, dijo que desconociendo los hechos no se arreglaba una situación de la ciudad, la cual comenzaba a presentar síntomas de violencia muy graves. Ya los muertos por asesinato se acercaban al millar, aunque estábamos lejos de alcanzar la aterradora cifra de 7.500 muertos.

La profesora resolvió cambiar un poco el formato del pensum de su clase de Periodismo II, de acuerdo a las cualidades que ella veía en cada uno de sus alumnos. Se decidió por adelantar el tema de Informe Especial y les ordenó a sus estudiantes hacer una nota en particular, relacionada con el tema.

“Vamos a hacer un informe especial. Reinaldo Spitaletta va a hacer una crónica relacionada con los tugurios donde viven los del basurero. Alonso Salazar va a hacer entrevistas con la gente. Luz Marina Rivera, lo que sería un programa de información. Consuelo, lo pertinente con relaciones públicas. Héctor Abad, un comentario editorial. Vicky Estrada hará un programa en vivo. Mariano González, lo que el proyecto significa para Medellín. Nicolás Pineda, va a hablar con los políticos. Tú (yo, Elizabeth Mora) vas a ir a cubrir el nuevo lanzamiento”, me explicaba doña Eugenia por teléfono, dado que no pude asistir a la clase porque el Concejo de Medellín, el lugar donde yo trabajaba, estaba en sesiones y las jornadas eran extensas.

Una reunión de Pablo Escobar con los futuros propietarios de las viviendas de su programa Medellín sin Tugurios

Otros compañeros hicieron otros trabajos relacionados con Medellín Sin tugurios. Jorge Melguizo hizo un tema sobre comunicación alternativa. También fue secretario de despacho. En 2008, orgulloso me llevó a mostrarme la transformación de la Capital de la Montaña. Carlos Mario Gallego, la popular Tola, de Tola y Maruja hizo una excelente crónica cómico-trágica, que nos hacía reír y llorar al mismo tiempo.

Que ojo el de doña Eugenia. Spitaletta es hoy día, sino el mejor, uno de los mejores cronistas colombianos. Salazar fue primero investigador de la Secretaría Especial para Salvar a Medellín y después, secretario de despacho y alcalde de la ciudad. Héctor Abad Facio Lince, un reconocido columnista y escritor

El nuevo lanzamiento de Medellín Sin Tugurios fue el primero que se hizo en Kevin’s, una de las discotecas de moda de ese entonces. Fue un almuerzo suntuoso, en el cual sobraron los mariscos y la champaña. El sitio estaba repleto de reporteros.

La presentadora de televisión Virginia Vallejo acompañada por Alberto Santofimio en otro de los lanzamientos del programa Medellín sin Tugurios de Pablo Escobar

Pero la prensa tampoco le prestó atención al segundo lanzamiento. Fue entonces cuando Pablo decidió comprar un espacio de televisión y contactar a Virginia Vallejo.

Para el último lanzamiento, los alumnos de doña Eugenia ya habíamos hecho las tareas encomendadas. Los medios colombianos mencionaron el tema sin gran despliegue.

Doña Eugenia estaba feliz con los trabajos de sus alumnos. La señora hizo fotocopias de los mejores y se las envió a todos los directores de medios de Colombia.

Según lo dicho por doña Eugenia, solo don Guillermo Cano de El Espectador y Felipe López de Semana se interesaron por lo que pasaba. Don Guillermo fue a verla a Medellín. Se citaron en Versalles. Don Leo sirvió de anfitrión. Jaime Jaramillo y Jaime Sierra estuvieron presentes, al igual que Oscar Peña Alzate y Jorge Rodríguez Arbeláez, dos importantes figuras de Antioquia.

Doña Eugenia me invitó porque ya comenzaba la pelea de Pablo contra Empresas Públicas por la negativa de Diego Calle Restrepo, el gerente de EPM de extender los servicios públicos de agua, luz y teléfono para las 500 casas que el narcotraficante estaba construyendo y yo había escrito una nota sobre el particular para Periodismo II.

Aunque en forma oficial, el enjuiciamiento a Diego Calle se hizo—en Cabildo Cerrado—por discriminar contra personas de las clases menos favorecidas, en este caso, los beneficiados con las casas hechas por El Patrón o El Rey, como a Pablo le gustaba llamarse a sí mismo, en el fondo era la mano de Escobar manipulando a medio Concejo para vengarse de Calle por haberse negado a poner los servicios públicos sin chistar.

Conocedor como nadie del alma humana, Pablo convenció a importantes concejales para que protestaran en nombre de la ciudadanía, en especial, de las clases menos favorecidas a la vez que organizaba una manifestación con los futuros beneficiarios, a quienes les entregó las llaves de sus casas.

Locos de contento, los nuevos propietarios se lanzaron a las calles a protestar. Fue una bronca fenomenal, apenas si cubierta por los medios. Algunos concejales veían la necesidad de proteger a los ahora propietarios para que tuvieran servicios públicos, pero también entendían que con la imposición de dotar a Villa Pablo de servicios públicos, el poder del capo se acrecentaría a un nivel inimaginable.

Fue una batalla campal. Al final Pablo ganó. La mayoría de los concejales de ese periodo nunca entendieron lo que estaba en juego. Los medios fueron muy parcos y Colombia ni se enteró de lo pasaba.

Creo que el Concejo de Medellín ha ayudado a crear un verdadero monstruo que quiere usar la política para conquistar el poder absoluto—decía Luis Carlos Galán, en reunión de directivos del Nuevo Liberalismo, el único partido cuyos directivos denunciaron a Pablo Escobar.

El partido liberal perdió las elecciones y Manuel Ramiro Velásquez me despidió del Concejo. Donde quiera que esté le doy las gracias por tan oportuno despido.

Aún trabajando en los medios de comunicación, Virginia Vallejo, impulsó la imagen de Pablo Escobar hacia el mundo político

Aldemar Betancur, jefe de relaciones públicas del Colombo Americano de Medellín, le propuso a Jorge Rodríguez Arbeláez, la creación de un un think tank, al estilo de Estados Unidos para estudiar los acontecimientos que golpeaban a La Bella Villa.

Jorge Rodríguez Arbeláez consultó con algunos académicos. El segundo think tank estaba en funcionamiento. El primero, aunque sin nombre de think tank fue el de Versalles.

Tuve la dicha de asistir a muchas de las charlas y conferencias de los mencionados grupos. De ahí salieron notas como “Por billete mato al que sea”, (septiembre 1986) la primera entrevista realizada en Colombia con un sicario y, “De Medallo a Metrallo” (septiembre 1987). Ambas publicadas en El Tiempo de Bogotá y editadas por Enrique Santos Calderón. El ex presidente Belisario Betancur las usó junto con «Estar Vivo no es la Vida” de Juan José Hoyos, para hacer el lobby en Naciones Unidas para salvar a Medellín y conseguir los 600 millones de dólares que ayudaron a salvarla

Nota de Elizabeth Mora Mass, periodista autora del artículo:

Cómo me están preguntando de dónde salió lo de Medellín Sin Tugurios, les cuento que salió de las preguntas que me hizo el cardenal de Alemania, el futuro Benedicto XVI.

Se comunicó conmigo porque doña Ana Mercedes Gómez era la negociadora de paz con los grupos alzados en armas y el cardenal dirigía las conversaciones de las FARC con la iglesia católica.

Cuando respondí  el cuestionario me pidieron una nota sobre el particular y salió este reportaje.

El mérito es mucho más del cardenal que mío porque yo NUNCA había pensado hasta ese momento en el PUNTO 0.

Felicidades.

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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]

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