Manos largas de un pobre diablo

Daniel Quintero alcalde de Medellín. Foto El Tiempo

Por Carlos Alberto Ospina M.

El comportamiento patán del alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, deambula entre el personaje de Patricio Estrella y la destemplada extravagancia de un payaso pueblerino; más de eso último que, la presencia de un verdadero poseedor de cierta virtud innata, diferente a la alevosía y a la perversidad.

A diario, intenta ocultar las constantes pifias, las indelicadezas, las arbitrariedades, las injurias de diversa índole y la ineptitud usando lugares comunes sin contenido ni eficacia retórica. Un sujeto que inventa mal todo, incluso la floja imitación de culebrero, y postizo censurador de la libertad de pensamiento y expresión; derechos fundamentales amparados por la Constitución Colombiana y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de los Estados Americanos.

Solo en el ámbito de la deficiencia mental de un individuo ridículo e imberbe cabe la posibilidad de confrontar, a la justificada oposición, con megáfono en mano y a punta de insulsos estribillos acerca del Grupo Empresarial Antioqueño y Álvaro Uribe Vélez, reflejando su patología social y graves problemas de autoestima. Es de fácil comprensión que estos dos, Gea y Uribe, han aportado más a la construcción del país, la regional y la ciudad que las manos largas de Quintero Calle y sus mediocres secuaces; quienes están muy lejos de la letanía de todos los santos y de ser un movimiento “independiente” debido a su proceder sometido al mejor postor. 

Es tan creído, simplista, turbio y fantoche que cualquier adjetivo calificativo u opinión queda corta frente a la demostración de la verdulera participación en política, el uso de los recursos públicos con el objetivo de favorecer la campaña propia y de terceros; el nepotismo y los descomunales gastos adicionales de funcionamiento; la contratación de bodegas y de piratas informáticos; el sacar provecho de Telemedellín a manera de caja menor para repartir pauta publicitaria a empresas de papel, a periodistas vasallos y a cuestionados personajes; en fin, presuntamente hay innumerables evidencias de asuntos secretos. 

¿Dónde están los órganos a los que la Constitución les da el control de la gestión, la administración y el manejo del erario? ¡Pues a abrir los oídos!, ‘ías’; Contraloría, Fiscalía, Procuraduría y Auditoría General de la Nación con la destinación de los dineros oficiales por parte del alcalde y de la denominada Gestora Social, Diana Marcela Osorio Vanegas, la cual con toda diligencia mantiene actividades proselitistas y de adoctrinamiento ideológico en contra del consumo de carne. Ella es la esposa del mandatario local, por consiguiente, no posee facultades ni atribuciones legales. ‘Cuando las ranas críen pelo’, tal vez, con el poder pueda hacerse sal y agua. 

Enamorado de sí mismo, Quintero Calle, en el anverso del Impuesto Predial Unificado pone varias mentiras como “Ahora la inversión sí se ve” y “Mil obras de Daniel Quintero ¡Cumpliendo!”. En primer lugar, no se trata de divulgar el culto a su personalidad enfermiza, sino la obligación legal de cumplir el Plan de Desarrollo y el presupuesto aprobado por el Concejo. Una trama más que, a simple vista, corresponde investigar en razón a la prueba positiva estampada en la factura del mencionado gravamen. En segundo término, su nivel de desvergüenza no tiene límite, adjudicándose logros que no existentes a la luz de los hechos y la decadente imagen de la capital antioqueña desde que él inició el escaso mandato popular. Sombrío y dudoso como la entrega de computadores, a la par que la mayoría de colegios públicos están en ruinas y las calles llenas de huecos. Triste balance para el pequeño burgués que derrochó 3.000 millones de pesos en reformas y decoración de oficinas durante el tiempo en que dejaba tiradas las obras civiles de Carabobo Norte, dizque, por falta de recursos. Allí, miles de habitantes no huelen el caldo de costilla raspada ni perciben el mínimo vital para su subsistencia. Parodiando la ‘campaña’ de la gestora, Diana Osorio, únete a la Eco ciudad del hambre.

A propósito del Impuesto Predial Unificado sin la debida divulgación ni socialización embutió la sobretasa ambiental en las cuentas de cobro de 2022. Acostumbrado a cacarear y no poner huevo, pasó de agache. Igual disimulo utilizó respecto de las denuncias sobre el aparente acoso sexual, el desgreño administrativo, los perfilamientos a distintos ciudadanos, la recolección de datos privados al estilo de la Gestapo, los sobrecostos en varios contratos, los más de cuatro mil habitantes en condición de calle, la vinculación de recomendados políticos al Área Metropolitana e infinidad de irregularidades que lleva a cuestas.A Daniel Quintero Calle le da igual acabar con la reputación de EPM, el Metro, el Hospital General de Medellín, el programa Buen Comienzo, el proyecto de generación de energía de Hidroituango y demás joyas de la corona. A causa de ello, le importa un bledo destruir la confianza inversionista y el sentido de pertenencia de los medellinenses, con tal de que hablen de él. Por esto, es necesario decirle las cuatro verdades a un gobernante mediocre y mitómano, cuyas acciones sumergen a la ciudad en el abandono y el deterior

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