Los Danieles. Recuerdo carranguero

Daniel Coronell

Daniel Coronell

Ese sábado, 25 de septiembre de 1999, la alegría podía sentirse en las calles de Matanza, Santander. El espectáculo principal de las fiestas patronales era la presentación de Jorge Velosa y los Carrangeros de Ráquira. Todo el pueblo se fue a la plaza para bailar La china que yo tenía, La pirinola y La cucharita. Celebraron a carcajadas las ocurrencias que, entre canción y canción, soltaba el maestro de la música popular de Boyacá, región vecina y con la que Santander tiene fuertes lazos culturales. El concierto terminó un poco después de las siete de la noche, y algunos de los habitantes, como muestra de gratitud, acompañaron a Velosa y a los carrangueros a tomar la buseta intermunicipal de la empresa Lusitania, que los llevaría a Bucaramanga.

Avanzaron 45 minutos por la vía polvorienta cuando a la altura de La Playa se encontraron con un retén de la Policía que les ordenó detenerse. El chofer frenó y uno de los agentes subió al vehículo y les indicó a los pasajeros que debían apearse para ser requisados. Uno de esos pasajeros contó después que al instante supo que no eran policías porque varios de los uniformados tenían botas machitas de caucho y no las reglamentarias de cuero.

Además de los carrangueros, en la buseta se transportaban algunos campesinos de la zona. Los pusieron en fila, les hicieron identificarse, y finalmente los pretendidos policías les contaron que, en realidad, eran miembros del Ejército Popular de Liberación. El EPL fue una antigua guerrilla maoísta que, ya por esa época, estaba dividida y anarquizada. Muchos de sus hombres se habían unido a los paramilitares porque odiaban más a las Farc que al Estado. Sin embargo ese grupo en particular, llamado “Frente Libardo Mora Toro”, seguía operando como guerrilla.

A los asustados pasajeros los dejaron volver a la buseta después de mostrar la cédula. A todos, menos a uno. Los guerrilleros se quedaron con el maestro Jorge Velosa, una persona reconocida por sus composiciones, sus discos y su participación en comedias de televisión. Velosa había representado a don Floro, un camionero boyacense, en la popular comedia Don Chinche y había hecho las delicias de Colombia encarnando a Trino Epaminondas Tuta, un próspero transportador en Romeo y Buseta.

El país empezó a enterarse del secuestro la mañana del domingo. De inmediato, múltiples voces de la cultura reclamaron la liberación. Ya el lunes, el EPL reconoció que tenía en su poder al maestro Velosa y dijo que el plagio era “político y no extorsivo”.

Por esos días, yo trabajaba como director de noticias del Canal RCN y Hollman Morris era, en ese sistema informativo, el periodista encargado de cubrir el proceso de paz y el conflicto armado. Le pedí que buscara un contacto con el EPL para preguntar por el maestro Velosa y, en lo posible, para pedir que nos lo entregaran. Al día siguiente Hollman me dijo que era necesario viajar a Bucaramanga para cumplir su asignación.

A pesar del clamor nacional y de los esfuerzos periodísticos, especialmente de Hollman, los días pasaban en medio de un angustioso silencio. El Ejército adelantaba operaciones en el área y todos temíamos por la vida del maestro. 

El 6 de octubre de 1999, en poder de sus secuestradores, Jorge Luis Velosa Ruiz cumplió 50 años de edad. Ese mismo día, Hollman llamó al subdirector Álvaro García para contarle que había logrado un contacto y que tenía la esperanza de tener comunicación con Hugo Alberto Carvajal, alias el Nene, quien aparentemente comandaba el frente que tenía a Velosa.

A la una de la mañana del 13 de octubre de 1999, me despertó el teléfono. Era Álvaro que me pedía que nos encontráramos urgentemente en la sede de RCN porque había una información importante sobre Velosa, que ya completaba 18 días secuestrado. 

Mi esposa, María Cristina Uribe, era la presentadora del noticiero de las siete de la noche de Caracol. Es decir, trabajábamos para medios enfrentados.Yamid Amat era el director de noticias de Caracol, un buen amigo pero también un competidor implacable al que no se le pueden dar ventajas. Cuando María Cristina me preguntó para dónde iba, le mentí. Aseguré que iba a ver a mi mamá, que se sentía un poco enferma.

Manejé rápido hasta RCN, donde Hollman nos contó por teléfono que la Gobernación de Santander y la Defensoría del Pueblo departamental habían entrado en contacto con el EPL para lograr la entrega de Velosa, pero que los guerrilleros pedían que una comisión de alto nivel fuera a recogerlo. La única manera de llegar era en un helicóptero civil, porque estaban cercados por el Ejército. Hollman les había propuesto que RCN pusiera el helicóptero para facilitar la finalización del secuestro y tener la primicia. Quería nuestra autorización. Le dije sí, de inmediato.

Los guerrilleros, además, exigían que acudieran como garantes de la entrega, el procurador general de la nación Jaime Bernal Cuéllar y el defensor del pueblo José Fernando Castro Caycedo.

Llamamos a esa hora al gerente de la compañía de aviación que le rentaba los helicópteros a RCN y nos contó que el más pequeño y barato de todos, que era el que alquilábamos muy de vez en cuando y por tiempos de vuelo reducidos, no estaba disponible. En su lugar nos ofrecía un aparato más grande y veloz, a la misma tarifa del otro, siempre y cuando regresara antes de las tres de la tarde de ese miércoles. El procurador y el defensor aceptaron inmediatamente ir al viaje, solos, sin equipo ni escolta, por lo apremiante que resultaba lograr la liberación de Velosa.

Con la primera luz, despegaron de El Dorado hacia el aeropuerto de Palonegro. Hollman los esperaba allí con las coordenadas exactas del sitio donde estaba el secuestrado. Usando esas mismas coordenadas, había partido por tierra desde Bucaramanga un equipo de RCN, con un fly away, un enlace satelital, cuyo rastreador mostraba que el sitio del encuentro estaba en un punto montañoso de Santander llamado Santa Cruz de la Colina. 

Cuando el procurador, el defensor y el reportero aterrizaron, se encontraron con 50 guerrilleros que rodeaban a Velosa. Tan rápido como fue posible, Hollman se conectó con el master de RCN en Bogotá, y el noticiero de la mañana de RCN anunció en vivo, desde el lugar de la noticia, que en los próximos minutos sería liberado el gran cultor de la música folclórica Jorge Velosa. La imagen mostraba a Hollman junto al carranguero mayor, quien con la espontaneidad que lo ha caracterizado informó que estaba en buen estado y agradeció al procurador Bernal y al defensor Castro, que estaban a su lado, que hubieran ido hasta allá para sacarlo del injusto cautiverio.

Aun recuerdo el júbilo inicial. Teníamos un reportero en cada lugar. En la Universidad Nacional de Bogotá, alma mater de Velosa, donde los estudiantes celebraban bailando Julia, Julia, Julia. En Ráquira donde quemaban voladores para homenajear al hijo epómimo del pueblo. Allí doña Emma Ruiz, la mamá de Velosa, enviaba un mensaje conmovedor entre lágrimas y agradecimientos a la Virgen del Amparo de Chinavita. Las agencias de noticias despachaban la información al mundo. Juan Gossaín, desde la cabina de RCN Radio, transmitía la exclusiva y las demás cadenas replicaban la buena nueva. 

María Cristina me llamó –entre furiosa y feliz– cuando entendió por qué yo no había regresado en toda la noche, ni estaba donde mi mamá. Y a Yamid, enfurecido por una de las pocas chiviadas que ha tenido que sufrir en su carrera, no le quedó opción distinta que reseñar la noticia que en ese momento se producía en la pantalla de su competidor. 

Ese habría sido un final feliz, pero las cosas se empezaron a complicar.

El país estaba viendo en vivo y en directo al secuestrado, pero la liberación propiamente dicha no se había producido. Antes de soltarlo, el jefe guerrillero quería acordar ciertos detalles con la comisión de alto nivel que presidían el procurador general y el defensor del pueblo, y se encerró con ellos. Con la ubicación clara, los corresponsales de todos los medios empezaron a salir hacia allá para llegar a tiempo a contar la historia.

Llegó la hora del almuerzo y hubo sancocho para todos, incluyendo los pilotos del helicóptero, que seguían pidiendo instrucciones. Mientras los colombianos esperaban que, de una buena vez, Jorge Velosa quedara libre, los guerrilleros se lo llevaron a un sitio donde no era posible verlo, la comisión de garantes seguía reunida con el cabecilla y yo recibía insistentes llamadas de la compañía que alquilaba el helicóptero porque la aeronave estaba comprometida con una petrolera para atender un vuelo esa misma tarde. Por lo demás, me recordaron que cada hora adicional de espera le iba a costar al canal 4.000 dólares.

En una pausa de la transmisión, Hollman me llamó desde un teléfono satelital y me dijo:

–Hay un problema con los combatientes –la expresión me indicó que el periodista no estaba solo en el momento de hablar.

En las horas siguientes, supe que, como parte de las condiciones de liberación, los guerrilleros le estaban pidiendo al defensor del pueblo José Fernando Castro que el helicóptero –alquilado por RCN– sacara de la zona al comandante del frente y a unos guerrilleros. Por el mismo teléfono satelital, Castro me lo contó.

El día se empezaba a acabar, y con él, la luz necesaria para que el helicóptero despegara. El procurador Bernal pidió un aguardiente, los dos pilotos, los reporteros de los demás medios y los de RCN se prepararon para pasar la noche en la zona, y yo llamé a Gabriel Reyes, presidente del canal, para informarle del angustioso tic-tac que marcaba el crecimiento de la cuenta millonaria por el alquiler del helicóptero.

El ministro del Interior del gobierno de Andrés Pastrana era Néstor Humberto Martínez. La evaluación pública que hizo de la situación no pudo ser peor. Aseguró que el defensor del pueblo había acudido a una cita sin tomar las precauciones que imponía su cargo y que ahora el EPL en lugar de tener un secuestrado, tenía tres: el maestro Jorge Velosa, el procurador Jaime Bernal Cuéllar y el defensor del pueblo José Fernando Castro Caycedo.

Pasé la noche en el escritorio del canal, sin poder hacer nada. Al día siguiente, jueves 14 de octubre, antes de las siete de la mañana, Castro volvió a hablar conmigo y me dijo que no había alternativa distinta a pedirle a la empresa de aviación que facilitara el traslado de los guerrilleros. También me dijo que había hablado con Bernal y que la Procuraduría y la Defensoría cubrirían los costos del vuelo adicional y las horas de espera. En medio de amenazas de alias el Nene, los pilotos del helicóptero despegaron hacia un sitio no establecido. El cabecilla pretendía que volaran atendiendo sus indicaciones y siguiendo el cauce de un río. 

El piloto principal advirtió que era necesario reabastecer combustible y tuvieron que hacerlo cerca de una pista ubicada al lado de una instalación militar. Los guerrilleros con fusil estaban a unos metros del Ejército. Después de eso, finalmente dejaron al Nene y a sus hombres en una mata de monte; volvieron a Santa Cruz de la Colina recogieron a Jorge Velosa, al procurador y al defensor del pueblo para llevarlos a Bogotá. Hollman, que llevaba dos días con sus noches transmitiendo el minuto a minuto de la noticia, regresó a Bucaramanga por tierra en la camioneta del fly away.

El huracán político se calmó con la liberación. La cuenta del helicóptero sobrepasaba los 140.000 dólares, una suma inmensa, el procurador y el defensor se excusaron por no poder ayudar con los gastos porque explicaron que ahora que yo le mencioba habían caido en cuenta de que “ese rubro no estaba en sus presupuestos”. Felizmente la compañía aérea aceptó reducir la factura en más de un 90 por ciento después de muchas súplicas y explicaciones.   

El maestro Velosa volvió a la libertad y a la música. 

Han pasado más de 25 años desde entonces y mientras escribo esta columna sigo pensando que hicimos lo correcto.

P.D.: Avanza el juicio contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez e inexorablemente siguen saliendo a la luz las numerosas pruebas que no puede negar. Mañana la sesión empieza a las 8:30 de la mañana.

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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]

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