Enrique Santos Calderón
Nos salvamos de una crisis catastrófica con Estados Unidos, pero ¿hasta cuándo insistirá Petro en gobernar a punta de trinos de medianoche?
La sacamos barata porque las sanciones de Trump hubieran arruinado al país, aunque persiste la inquietud de cuál es el estado mental y emocional del jefe del gobierno colombiano. Cuáles son su madurez política y equilibrio anímico para lidiar con coyunturas tan explosivas como la surgida con el drama de los deportados. Desde el Centro Democrático se anunció un proyecto de ley para exigir periódicos exámenes toxicológicos al presidente de la República, a lo cual Petro replicó con vehemencia que la defensa de la dignidad nacional «no es borrachera”. Diciente respuesta, de libre interpretación.
Nadie sabe para quién trabaja y la reacción improvisada e impulsiva de Petro a las amenazas de Trump y luego su rápida reculada, le sirvieron el plato en bandeja a este para convertir el caso en un mensaje para América Latina sobre las consecuencias de desafiarlo. Sobre todo, en temas tan obsesivos para él como el de la inmigración, aunque pueden ser otros.
El episodio dejó un mal sabor en el vecindario y fue irritante ver la forma como Trump se ufanó de haber hecho retroceder al presidente colombiano, cuya actitud no generó solidaridad regional por torpe y equivocada. Sin querer queriendo, Petro cumplió el papel de “idiota útil” al convertirse en el instrumento perfecto para que Trump hablara de una “gran victoria” de su política exterior de mano dura.
Especial inquietud me suscitó el kilométrico y estrambótico mensaje a Trump, en el que habla de Whitman, Chomsky, Miller, le anuncia que moriría en su ley, como Allende, si intenta darle un golpe de Estado, a la vez que invita a tomarse un whisky al abstemio mandamás de la Casa Blanca. Un texto deshilvanado, pletórico de lirismo patriótico y desafiante grandilocuencia, totalmente inapropiado para la situación. Y que obliga a preguntarse en qué mundo vive Petro.
Trump no se dignó contestar. Respondió, eso sí, de forma inmediata y contundente, cuando Petro dijo que no permitiría el ingreso de los más de cien colombianos que Estados Unidos había enviado esposados en avión militar. El reclamo de un trato digno para los deportados es justo y necesario, pero el manejo que le dio al problema terminó en un lamentable revés diplomático y personal. Y ahí tuvimos a Trump elogiándose por la forma como doblegó y humilló al presidente “socialista” de Colombia.
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La “rápida rendición” de Petro –comentó The New York Times— envalentonará a Trump a proceder de la misma forma con otros países que lo contradigan y es probable que la amenaza de aumentar aranceles a las importaciones se vuelva instrumento de la política exterior de Washington. Quién sabe qué tan viable sea el proteccionismo a ultranza que pregona en un mundo que no se cruzará de brazos. Pero la perspectiva de “guerras comerciales” es algo que pareciera entusiasmar al mandatario gringo.
El incidente entre Bogotá y Washington fue superado, pero no significa que habrá armonía. La animosidad mutua entre los dos jefes de Estado es demasiado evidente y Trump no es un tipo que olvide o perdone a sus impugnadores. Habrá que ver qué rescoldos deja el episodio y qué secuelas puede tener sobre una relación históricamente muy amistosa. Estaremos más bajo la lupa de Washington y con seguridad habrá revisión más estricta de los colombianos en aeropuertos y puntos de ingreso a Estados Unidos.
Los miles de compatriotas que viajan semanalmente a ese país no deben de estar muy agradecidos con estos efectos de la defensa de la dignidad que hizo Petro. No está en el interés nacional cazar peleas con un personaje que busca pretextos para exhibir su prepotencia, aplicar mano dura y restregarle a todos la fuerza militar de su país. El ego de Petro es grande, pero el del ocupante de la Casa Blanca lo es mucho más.
Algo es claro: la actitud de Trump hacia sus vecinos, incluyendo a Canadá, es ofensiva y para muchos indigna. Falta ver si comienza a generar una postura común que trascienda las diferencias ideológicas y ofrezca una respuesta mancomunada que defienda los intereses económicos y sociales de nuestros pueblos. Ojalá más temprano que tarde. Porque garrote del Norte es lo que se viene.
P.S.1: Aún no se sabe por qué chocaron un helicóptero militar y un avión comercial en las goteras de la capital del país con el más sofisticado sistema de seguridad aérea. Todo indica que fue una falla técnica y la investigación durará semanas. Pero ya Trump culpó a funcionaros de Biden. Genio y figura.
P.S.2: Vicky Dávila, Sergio Fajardo y Gustavo Bolívar figuran en reciente encuesta que algunos impugnan, como los candidatos más populares de derecha, centro e izquierda. Trío interesante de personalidades diversas que refresca el panorama político. Habrá que seguir mas de cerca todo lo que en adelante digan y hagan.
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