Los Danieles. Fabricando antisemitas

Daniel Samper Pizano

Daniel Samper Pizano

Si un florero fue la gota que rebosó el vaso de la tolerancia criolla en la Nueva Granada en 1810, ahora un festival de la canción popular es el inesperado escenario donde Europa la dice a Israel “no más”. No más aniquilación de la franja de Gaza, no más genocidio del pueblo palestino, no más víctimas inocentes (van cerca de sesenta mil muertos; quince mil de ellos, niños), no más cercos por hambre y sed contra poblaciones misérrimas, no más fines de semana deportivos en que los soldados israelíes matan civiles como quien caza patos.

Esta semana la Unión Europea decidió, por fin, tomar medidas contra la guerra desproporcionada entre palestinos inermes y ejércitos blindados al servicio de Benjamín Netanyahu, jefe de gobierno hebreo acusado de corrupción.

Lo que empezó el 7 de octubre de 2023 como una legítima reacción defensiva de Israel ante un ataque terrorista del grupo Hamás donde murieron mil doscientos inocentes ha degenerado en una guerra cuyo fin último es la extinción del pueblo palestino y la apropiación de sus territorios por el Estado judío. En esta guerra prácticamente no hay batallas: las tropas de Netanyahu entran a Gaza cuando les viene en gana y arrasan y asesinan a sus paupérrimos habitantes sin reparar en edades, sexos ni condiciones físicas. 

Hace nueve días estalló la más reciente confrontación, esta vez sin plomo. La cantante israelí Yuval Raphael, sobreviviente de la masacre de octubre, estuvo a punto de ganar el Festival de Eurovisión, popularísimo certamen continental. Su éxito, sin embargo, fue fruto de manipulaciones y trampas, según afirman varios participantes. Lo insólito es que mientas Yuval cantaba a la paz en la pantalla, sus compatriotas uniformados dejaban más de veinte muertos con tanques y morteros en una nueva invasión de la franja. Al mismo tiempo, miles de soldados impedían la llegada de víveres a los hambrientos ciudadanos arracimados alrededor de los pocos camiones cuyo paso autorizó Israel.

Escenas devastadoras mostraban al mundo heridos tendidos entre destrozos, niños que raspan ollas vacías y cadáveres sin enterrar. El gobierno invasor no estaba preparado para municiones de grueso calibre psicológico que incendiaron de indignación a la opinión pública. España, constante y valiente líder contra la matonería de Netanyahu (como también lo ha sido Gustavo Petro en América), reunió por fin un grupo de aliados dispuestos a enfrentar al impune régimen de TelAviv.   

Como resultado, varios países suspenderán la venta de armas y municiones a los agresores, Londres congelará su pacto comercial con ellos y la Unión Europea revisará sus acuerdos mutuos. La primera sanción podría ser la expulsión de Israel de Eurovisión, como se hizo antes con Rusia por sus ataques a Ucrania. 

Es sabido que es el presidente de Estados Unidos quien autoriza los desmanes, celebra la desobediencia a los mandatos de la ONU y se corta indiferente las uñas de los pies mientras Netanyahu viola los derechos humanos. Israel masacra a los palestinos porque Washington lo permite. Una palabra del boss atajaría la desenfrenada matanza. Pero Trump no reacciona, primero, porque carece de un código ético que lo guíe (los únicos valores que acata son los de la bolsa); y, segundo, porque resultan más importantes en el Salón Oval los cálculos electorales y los grupos de presión que los anónimos cadáveres palestinos.

Víctima colateral de los abusos israelíes —entre ellos, los recientes disparos contra diplomáticos— es el buen nombre de los judíos alrededor del planeta. Las cámaras de gas nazis intentaron hace casi noventa años el silencioso exterminio del pueblo judío. El Holocausto provocó repudio universal. Ahora el genocidio gazatí está alborotando los sentimientos antisemitas. Los violentos atropellos israelíes estimulan las críticas y desmanes contra los judíos, incluso en personas, grupos y organizaciones que simpatizan en general con ellos. Lo dice Reed Brody, abogado judío gringo cercano a Human Rights Watch: “Israel yTrump están generando antisemitismo”. 

Del odio reencauchado nacen más terroristas delirantes, como el que asesinó esta semana a dos jóvenes funcionarios de la embajada israelí en Washington.

Occidente tardó demasiado en reaccionar contra las atrocidades del gobierno de Israel. Empieza a hacerlo, aunque ya nada podrá hacer por los miles de muertos que yacen bajo las ruinas bombardeadas. Pero al menos hay esperanzas de que alguien ataje a Netanyahu antes de que corone los pasos de quienes, hace casi un siglo, intentaron borrar de la historia a su pueblo y acabaron juzgados en Nuremberg.

ESQUIRLA: El domingo pasado recordé una lista de sucesos ocurridos un 13 de mayo de cualquier año y observé que hacía falta en ella el más trascendental de todos. Pocos lectores lo señalaron. Tal día de 1975 nació en el zoológico de Pereira Monaguillo, el león insignia del Independiente Santa Fe. La altiva mascota pasó sus primeros tres años en el hábitat que construyó la institución en Bogotá para albergarla. Allí y en el estadio de El Campín se hizo famosa. Trasladada luego al zoológico Santacruz, en la región del Tequendama, vivió cuatro años más, hasta que un tratamiento veterinario errado le produjo la muerte. Ahora, al cumplir cincuenta años, su piel merecería ser declarada patrimonio popular nacional.  

Imagen columna Daniel Samper Pizano
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