Por Antonio Andraus Burgos
Casey Stengel, el afamado e inolvidable estratega del béisbol de los Yanquis y los Mets de Nueva York, sostuvo una tesis que para su época, muy pocos compartían, pero que con el paso de los años, es una realidad de a puño.
‘’En el béisbol, hay que ganar el juego de hoy, mañana veremos a ver qué pasa’’.
Eso ocurrió en esta postemporada de las Grandes Ligas, porque los Gigantes de San Francisco, el mejor equipo del año, con sus 107 victorias y apenas 55 derrotas, no llegó a la definición del Clásico de Otoño; tampoco los Dodgers de Los Ángeles, con 106 triunfos y 56 reveses; y los Rayas de Tampa, con su nueva marca para la divisa, con 100 ganados y 62, también se quedaron por fuera para la fase final de la contienda.
Es que muchos se olvidan que en la postemporada, los triunfos y las derrotas de la campaña regular, no tienen valor alguno en cuanto a la vuelta de los ocho grandes, porque con el borrón y cuenta nueva, todos empiezan de cero, y hay que ganar en el día a día.
Series divisionales
En la Liga Americana, por ejemplo, los Medias Rojas de Boston conquistaron el Comodín frente a los Yanquis de Nueva York, por pizarra de 6 carreras por 2, con gran noche serpentinera de Nathan Eovaldi, luego de quedar igualados en la campaña regular con 92 triunfos y 70 reveses; y los Dodgers capturaron la invitación de la Liga Nacional, eliminando en el juego de ‘’vida o muerte’’, a los Cardenales de San Luis, que tuvieron marca de 90-72 en la temporada, con dramático final, 3 carreras por 1.
En las dos series divisionales de la Liga Americana, los Rayas frente a los Medias Rojas era ligeramente favoritos sobre el escritorio para pasar a la ronda por el título, mientras que los Astros de Houston, con sus 95 triunfos y 67 derrotas, ante los Medias Blancas de Chicago, obtuvieron la opinión ganadora de los entendidos ante sus rivales de turno.
Los Rayas finalmente cayeron ante los Medias Rojas en la serie con 1 victoria y 3 derrotas; los Astros superaron a los Medias Blancas, igualmente con 3 triunfos y 1 revés, sin que ninguna de las dos finales llegaran al límite de los 5 partidos previstos.
En la Liga Nacional, los Dodgers se trenzaron en un duelo inolvidable para superar a los Gigantes en 3 de los cinco desafíos; mientras que los Bravos de Atlanta, con los numeritos menos destacados de los que llegaron a la vuelta de los grandes, con 88 triunfos y 73 derrotas, daba buena cuenta de los Cerveceros de Milwaukee, que alcanzaron registro de 95 ganados y 67 perdidos, que eran los favoritos para llegar a la disputa del título, venciéndolos en 3 de los 4 partidos jugados, incluyendo dos blanqueadas de 3-0 y un ‘bambinazo’ de Freddie Freeman en el octavo episodio del cuarto desafío, que los llevó nuevamente a la final por el título del circuito.
Series de títulos
Entonces llegaron las dos series por los títulos de la Liga Americana, entre los Medias Rojas y los Astros; y de la Liga Nacional, con los Dodgers frente a los Bravos, ambas a siete juegos para clasificar campeón al ganador de 4 partidos. Favoritos: Astros ante Medias Rojas y Dodgers ante Bravos.
Los Astros no dejaron mal a los expertos, y ganaron su crucial serie ante los Medias Rojas y el título de la Liga Americana, al derrotarlos en 4 de los 6 encuentros efectuados, imponiéndose por una ofensiva 277, con 9 cuadrangulares, 7 dobletes y 1 triple, para producir 34 de las 36 carreras anotadas, pese a que los ‘Pati-Rojos’ se volaron la cerca en 11 ocasiones, con 8 dobletes y 2 triples, para remolcar 27 de las 28 carreras conseguidas.
Pero se equivocaron los entendidos al señalar a los Dodgers favoritos frente a los Bravos, al considerar que los ‘Esquivadores’ contaban con un equipo más balanceado en busca de la segunda corona consecutiva del Viejo Circuito.
Los Dodgers no pudieron con los Bravos, perdiendo los dos primeros desafíos por pizarras de 3-2 y 5-4, jugados en Atlanta, por lo que esa ventaja les permitía más tranquilidad, enfrentar los 3 encuentros en Los Ángeles, perdiendo el tercero, 6-5, pero ganando el cuarto, 9-2; y el quinto compromiso, cayendo 11-2, por lo que se necesitaba un triunfo más para capturar la corona, que se produjo en el sexto juego, que ganaron los Bravos en Atlanta, 4 carreras por 2, con una actuación memorable en la serie a la ofensiva del boricua Eddie Rosario, el Más Valioso de la vuelta, y de una formidable labor de los lanzadores.
Los Bravos batearon para 260 en promedio, con 8 jonrones, 7 dobletes y 1 triple, contra 250, 9 cuadrangulares y 8 dobletes de los Dodgers.
La Serie Mundial
Los Astros también eran los favoritos para ganar la Serie Mundial frente a los Bravos, pese a que se sabía con anticipación que dos de sus mejores brazos, Zack Greinke y Lance McCullers Jr., no harían parte de la rotación por lesiones, pero confiaban en que la ofensiva se mantuviera en su acostumbrado ritmo, para despedazar a los serpentineros de los campeones de la Liga Nacional.
También se equivocaron. Y los Bravos volvieron a salir adelante, en una final de valentía, jugando una pelota bravía, tronando batazos a diestra y siniestra, con 11 ‘’bambinazos’’, tres de ellos del cubano Jorge Soler; y de Freddie Freeman, Adam Duvall, Travis D´Arnaud y Dansby Swanson, dos cada uno de ellos; además de 8 dobletes, para producir las 25 carreras que necesitaron para ganar el titulo del Clásico de Otoño, promediando 239 con el bate.
En cambio, la artillería de los Astros se fue apagando, en la medida en que los lanzadores de los Bravos hacían su trabajo desde la lomita de los sustos, limitándolos apenas a 2 jonrones, 7 dobletes y 1 triple, para 224 a la ofensiva, para las 19 carreras remolcadas de las 20 que produjeron en los seis partidos de la gran final.
Los Bravos ganan el primer juego en Houston 6 carreras por 2, pero pierden el segundo 7-2, con actuación brillante del mexicano José Urquidy por los Astros. En el tercero, que se juega en Atlanta, triunfan los Bravos 2-0 para la primera blanqueada, con trabajo excepcional de Ian Anderson en 5 valiosos episodios; triunfan en el cuarto, también en Atlanta, 3-2, pero pierden el quinto, 9-5, para forzar un sexto partido en Houston.
Y ese sexto compromiso es la noche maravillosa del zurdo Max Fried, para conducir a los Bravos a la corona de la Cita de Octubre, con 6 extraordinarios episodios laborados, dejándolos en 4 indiscutibles, 2 de ellos dentro del campo interior, abanicando a 6 y no permitiendo bases por bolas, mientras que era apoyado por un descomunal tablazo de circuito completo del cubano Jorge Soler, cuya pelota salió por completo del ‘’Minute Maid Park’’, para producir 3 carreras; otro de Dansby Swanson, que remolcó otras dos carreras y un ‘bambinazo’ solitario de Freddie Freeman, para redondear el ataque, frente a 8 lanzadores de los Astros, para ganar el desafío 7 carreras por 0, de manera inobjetable y contundente, y atrapar el titulo de la Serie Mundial, que desde 1995 no conquistaba.
Malabares y acrobacias
Nadie daba un dólar por los Bravos a 30 de julio de este año. Estaban a 5 juegos del primer lugar que ocupaban en el Este de la Liga Nacional, los Mets de Nueva York. Atlanta tenía 53 triunfos y 55 derrotas, y por encima también estaban los Filis de Filadelfia.
Brian Snitker de la noche a la mañana perdió a tres piezas valiosas de su nómina titular, el lanzador Mike Soroka, y los guarda-bosques, el venezolano Ronald Acuña Jr., estos dos por lesiones; y el dominicano Marcell Ozuna, por cuestiones extra-deportivas.
Y entonces apareció la mano del joven pero experimentado en las cosas del béisbol, Alex Anthopoulos, el gerente general de la organización, para conseguir las piezas que más tarde resultaron claves en la conquista de todos los títulos: de la división Este; la Serie Divisional; la Serie del Campeonato por la Liga Nacional y conquistar la Serie Mundial.
Haciendo malabares y acrobacias, se las ingenió para obtener a cuatro jugadores que llenaran el vacío que tenía la novena, para enfrentar la recta final, cuando todo el mundo pensaba que era una temporada más de decepciones.
Consiguió los servicios de Adam Duvall, de los Marlins; al cubano Jorge Soler, de los Reales de Kansas City; a Joc Pederson, el hombre del collar de perlas, de los Cachorros de Chicago y al boricua Eddie Rosario, de los Indios de Cleveland.
Todos encajaron magistralmente en el ‘’juego del ajedrez’’ para cambiarle el panorama y las actuaciones de la novena.
Ya en agosto 31, los Bravos estaban ocupando la primera casilla de su división, con 70 ganados y 63 perdidos, desplazando a los Mets y de paso, superando a los Filis; y en el camino duro de septiembre, sumaron 34 triunfos frente a 18 derrotas, para terminar la temporada regular con 88 victorias y 73, incluyendo lo actuado en octubre.
Y llegó luego, el momento dramático cuando los Bravos perdieron a su veterano de mil batallas, Charlie Morton, en el primer juego de la Serie Mundial, saliendo del juego con 2 actos y un tercio laborados, por factura en el peroné de su pierna derecha, el hombre que por rotación estaría abriendo el quinto juego del clásico.
Todas esas cosas superaron los Bravos, para resultar este 2 de noviembre del 2021, campeones de la Serie Mundial, en una demostración de casta y bravura de buen béisbol.
Cuarta corona
Los Bravos han conseguido apenas 4 coronas de Series Mundiales en más de un siglo de participación en el béisbol de las Grandes Ligas, dos teniendo como sede a Atlanta; una cuando jugaban en Milwaukee y otra cuando lo hacían en Boston.
Cuando jugaban en Boston en 1914, ganaron la corona barriendo a los entonces Atléticos de Filadelfia 4-0 — teniendo como escenario al ícono de los estadios, el ‘’Fenway Park’’, que compartían con los Medias Rojas —, en lo que para su época, fue bautizado ‘’el primer gran milagro del béisbol de las Grandes Ligas’’, pues los Bravos no aparecían en ningún radar con las posibilidades de ganar el título de la Liga Nacional y mucho menos, el de la Serie Mundial.
En una cita del conocido periodista Juan Vené, en su libro ‘’La Historia de las Series Mundiales’’, indica que Sporting Life reseñó el resultado del clásico así: ‘’La victoria de los Bravos ha sido la más asombrosa en la historia, la sorpresa menos creíble en el mundo del béisbol’’.
Los Bravos no levantaban cabeza después de ganar el Clásico de Octubre de 1914, y se les calificaba como una novena perdedora, y en 1953, dejan a Boston y mudan la franquicia a Milwaukee, y cuatro años más tarde, en 1957, ganan su segunda Serie Mundial, superando nada más y nada menos que a los Yanquis de Nueva York, en dramática serie con 4 triunfos y 3 derrotas.
Con el inolvidable zurdo Warren Spahn, Lew Burdette, el ganador de tres de los cuatro desafíos y Bob Buhl, el más afamado trío de lanzadores de esos años, y Frank Torre, Johnny Logan, Eddie Mathews, Del Crandall y un joven de apenas 24 años, Hank Aaron, quien despachó 3 cuadrangulares en el clásico, los únicos que alcanzaría en la Cita de Otoño en su larga, inmortal, brillante, e ilustre carrera, los Bravos derrotaron a los Yanquis de Yogi Berra, Don Larsen, Whitey Ford, Hank Bauer, Mickey Mantle, Tony Kubek, Bill Skowron y Elston Howard, entre otros.
En 1966, los Bravos se trasladan a Atlanta, desde entonces y hasta la fecha, han ganado dos Series Mundiales de Béisbol; la primera en 1995, frente a los Indios de Cleveland, venciéndolos en 4 de los 6 desafíos jugados; y ahora, ante los Astros de Houston, ganándoles también en 4 de los 6 compromisos efectuados, para sumar su cuarta corona de la Cita de Otoño.
En 1995, los Bravos tenían a los ases de las serpentinas, Tom Glavine, ganador del premio Jugador Más Valioso de la Serie Mundial y Greg Maddux, y también contaban con Ryan Klesko, Fred McGriff, Dave Justice, el boricua Javier López, el venezolano Eddie Pérez, dos dominicanos Luis Polonia, Rafael Belliard y Pedro Borbón, entre otros, ganando los dos primeros partidos en Atlanta; el cuarto en Cleveland y el sexto, en Atlanta, liquidando ese desafío por pizarra de 1-0, con una noche espectacular de Glavine, en ocho capítulos de labor.
Los Bravos han ganado 18 títulos de la Liga Nacional, ocho de ellos, en la era de la vieja época del béisbol profesional, antes de 1900, y 10 en la conocida era moderna, con 4 títulos de Series Mundiales conquistados y 6 derrotas en el Clásico de Octubre, ante los Indios de Cleveland, en 1948; frente a los Yanquis de Nueva York, en 1958; con los Mellizos de Minnesota, en 1991; frente a los Azulejos de Toronto, en 1992; y con los Yanquis en 1996 y 1999.
El Más Valioso
El guarda-bosques cubano Jorge Soler, fue exaltado como Jugador Más Valioso de la Serie Mundial 2021, al acumular 300 a la ofensiva —6 imparables en 20 turnos —, con 3 tablazos de circuito completo, 6 carreras remolcadas y 4 anotadas, convirtiéndose en el hombre más oportuno con el uso del bate, como con el primer jonrón en el primer episodio del primer juego ante los Astros en Houston, y el ‘’bambinazo’’ del sexto desafío con dos compañeros en la ruta, en la tercera entrada.
Soler es el segundo pelotero de su país en obtener ese honor, pues se une a Liván Hernández, el primer pelotero cubano en ganar el título de Más Valioso de una Serie Mundial, alcanzando los honores en la Cita de Octubre de 1997, cuando los Marlins entonces de la Florida, vencieron a los Indios de Cleveland, con el inolvidable sencillo remolcador de la carrera ganadora del colombiano Édgar Rentería en las piernas de Craig Counsell desde la intermedia, 3 carreras por 2, en once formidables entradas en el séptimo y último juego.
Volviendo a este 2021, los Bravos, siempre los Bravos, ganaron la Serie Mundial ante los Astros; el título de la Liga Nacional, frente a los Dodgers; la Serie Divisional ante los Cerveceros y el título divisional del Este, ante sus rivales de zona.
¡Y no eran los favoritos para ganar nada! Así es el béisbol …