A J Balvin le duele la espalda. Con solo decirlo, el artista antioqueño provoca caras de preocupación en su crew. Cinco hombres lo miran desde el otro lado de una elegante barra de mármol dentro de una exclusiva villa del desierto californiano. Los cinco visten con el uniforme de la tribu de la música urbana: holgadas camisetas blancas de algodón y shorts como los que se usaban en la NBA en los años noventa. Los gestos se convierten en intenciones. Le ofrecen ir a buscar medicinas. Otro le ofrece un masaje.
No sorprende que una de las estrellas globales del pop sufra lumbalgia. José Álvaro Osorio Balvin (Medellín, Colombia, 1985) carga mucho peso sobre sus hombros. Prepara el lanzamiento de un nuevo disco y está de regreso con una gira que lo llevará por 17 países europeos. El resto del año cantará en Indonesia, Malasia, Nueva Zelanda y Australia. Balvin no los considera visitas, sino territorios por conquistar. “Falta mucho por desbloquear: China, como tiene que ser, la India, Asia en general. Hay una misión muy cool por allá. Australia lo empezamos a desbloquear hace tres años. La misión ahora es llenar allí el primer estadio de reguetón”, cuenta con voz de CEO de su empresa.
En junio de 2021 fue padre por primera vez junto a su pareja, la actriz argentina Valentina Ferrer. La paternidad y la salud mental lo han obligado a bajar las revoluciones, pero también le han dado perspectiva de futuro. “Me siento como un artista nuevo, aunque me duela la espalda. Desde que nació mi hijo me dije: ¿cómo hago para que cuando tenga 10 años todos sus amigos aún estén escuchando mi música?”.
El séptimo álbum de su carrera estaba listo para salir en otoño de 2023. El disco, aún sin nombre, se originó en Miami y terminó grabándose en Abbey Road y los estudios RAK de Londres. No ha visto la luz, de acuerdo con el artista, porque “todo tiene una estrategia, un timing y un propósito”. Pronto sorprenderá con la fecha de lanzamiento. Este será un retorno a su esencia. “Cuando empiezas a hacer música y piensas en satisfacer al público, te estás engañando a ti mismo. La música es que tú la goces, que tú la disfrutes”, dice, digiriendo algunas de las ideas que el famoso productor Rick Rubin plasmó en su libro El acto de crear (2023).
Antes de revelar su nueva obra, necesitaba recordar al mundo lo que es capaz de hacer. Y eligió hacerlo en Coachella.
Una visión creativa
Esta tarde, la víspera de su esperada vuelta al festival musical, hay cierto ambiente distendido en la villa. Una enorme televisión muestra los resultados del Mario Kart, donde Balvin hizo morder el polvo a su séquito.
— ¿Quién es tu personaje favorito?
— Yoshi, siempre. Hay que sacar al niño que tenemos dentro.
El músico parece relajado, pero no se pierde detalle. Controla todo lo que sucede a su alrededor. Entrecierra los ojos y busca el sitio en el que posará para las fotos de promoción. Quiere que aparezca en la imagen cómo se filtra el sol del desierto a través de una palmera. Minutos después, va a su habitación y trae la camiseta de edición limitada que se vendió a los asistentes al festival musical más grande del mundo. “Toca la tela, siente la calidad”, le dice a su amigo mientras le arroja la prenda. Esta tiene impresa en el pecho el enorme rostro de un extraterrestre. “Me meto en todo lo creativo. En todos esos detalles está mi visión. Tiene una historia y un propósito”. Sobre la mesa hay un par de tenis negros que también diseñó desde cero. Son los Rio (el nombre de su primogénito), la segunda colaboración que hace para Nike y Air Jordan 3. El artista los usaría la noche siguiente sobre el escenario de Coachella, varios días antes de que se lanzaran al mercado con una etiqueta de 250 dólares.
— ¿Qué hace cuando le cierran una puerta?
— Me meto por la ventana. O por otra planta—dice riendo.
Balvin se percibe a sí mismo como una fuerza creativa que trasciende la música. Su casa en Medellín, construida a partir de sus dibujos y recomendaciones de materiales, ha llegado a las revistas especializadas en interiorismo. Estas resaltan su sobriedad y la atmósfera zen de sus espacios: “Me encanta la arquitectura. Quiero hacer una firma de casas diseñadas por J Balvin”.
Fuera de este mundo
Han pasado 12 años desde que Yo te dije se convirtió en su primer éxito y el álbum La familia se sumó a la construcción del reguetón como fenómeno mundial. Hoy, Balvin roza los 40 años y está lejos de ser una voz joven del género que se abre paso entre las listas de popularidad. Ha vendido 35 millones de discos, acumula decenas de millones de horas escuchadas mensualmente en streaming y cuenta 18 sencillos dentro del Hot 100 de Billboard. El más reciente fue en abril de 2022 de la mano del británico Ed Sheeran con Sigue. Hoy busca mantenerse con hambre.
“A mí me gusta preguntarme cuándo fue la última vez que hice algo por primera vez”, asegura. Hay confianza en su voz porque tiene un as bajo la manga. La noche siguiente sorprendería a Coachella con un espectacular concierto que tuvo a la ciencia ficción como eje principal. Un ovni flotaba sobre el escenario y un grupo de bailarines danzaban vestidos de alienígenas junto a un robot llamado Enzo, en honor al perro recientemente fallecido del artista. Balvin apareció vestido por la marca de culto Vetements y, en uno de los momentos más virales de su actuación, cantó junto a Will Smith el tema de le película Hombres de Negro.
El espectáculo lanzaba un mensaje. “Aunque me haya tomado un año y medio de descanso, I’m still here”, anuncia. “Como latino tenía que demostrar nuevamente por qué estamos acá”, añadió en referencia a su aparición de 2019 en Coachella, considerada de forma unánime por la crítica como uno de los shows históricos del festival.
El regional mexicano
Mucho ha pasado desde entonces en una industria donde las modas se devoran a una velocidad vertiginosa. Balvin tomó una pausa mientras el mundo apenas digería los ritmos latinos del reguetón. Ha vuelto durante la gran ola del regional mexicano, con artistas como Peso Pluma, Grupo Frontera y Carin Leóncantando en español y llenando estadios de Norteamérica. Hay algo de este fenómeno en el look del colombiano. Viste una camiseta blanca de Guess, la marca que lo patrocina y aloja en el festival. Pero utiliza también sombrero vaquero y calza botas blancas con un código de barras bordado en el empeine.
“Yo hago fuerzas para que les vaya muy bien, que esté cabrón para todos. Si ellos lucen bien, todos lucimos bien. El regional mexicano está recuperando a su público. El reguetón nunca se enfocó en quitarle sonido a nadie, solo se enfocó en dar música y somos muchos artistas los que podemos abarcar el mercado, aunque de pronto muchas personas se sintieron amenazadas frente al género”, señala.
J Balvin vio en línea el gran número de Bizarrap en Coachella, que dijo haber disfrutado. El productor argentino utilizó en su set apenas un par de barras de la sesión en la que el puertorriqueño Residente despelleja al reguetonero colombiano durante ocho minutos. A pesar de tener un pique con René Pérez Joglar desde 2019 por un supuesto boicot a los Grammy, Balvin no recogió el guante ni alimentó la tiradera dentro del género. Una figura que ha hablado públicamente de la vulnerabilidad, la depresión y la ansiedad, hace un juicio de los tiempos que corren: “A la gente le gusta ver el mundo arder, pero no quiere que les toque a ellos. Ver películas de guerra desde afuera es muy cómodo. Cuando están ahí es otra cosa, pero casi nadie tiene los pantalones para irse y meterse a donde están cayendo las bombas”.
Balvin se ha vuelto más precavido porque considera que vivimos en un mundo frágil con “una sociedad de cristal”. “Hay una sensibilidad muy alta. Queremos atacar por atacar, aunque yo lo veo a veces como ganas de joder. Cuando analizas los escándalos de algunos artistas no puedes creer que los están jodiendo por eso. ¿Qué es lo que los ofende tanto?”.