Por Óscar Domínguez Giraldo
El padre Rafael García-Herreros sigue dando de qué hablar: ya es Siervo de Dios y sus devotos se mueren de las ganas de ganar el Guinness Record al mosaico de cara más grande del mundo.
Iván Darío Gil Bolívar, dibujante yarumaleño, convirtió su devoción por el beato Rafael García-Herreros, en ese mosaico que se puede apreciar en la plazoleta del Minuto de Dios, en Bogotá.
El artista se declaró feliz de haberle dedicado 60 metros cuadrados de arte al padre Rafael Garcia-Herreros, creador del Banquete del Millón que anoche realizó su velada número 64 en el Salón Rojo del Hotel Tequendama, en el pasado el Vaticano de la política criolla.
El mural del padre Garcia-Herreros, todavía en gestación, en el taller del maestro Iván Darío Gil Bolívar. En la pared, el mosaico, también en marcha, con el cuadro de Botero con el que se ilustró el libro de Juan Gossaín, La balada de María Abdala. (odg)
Según Raimundo Angulo, mandamás del reinado nacional de belleza de Cartagena, la idea del banquete surgió de una charla entre su madre, doña Tera, y el curita cucutoche quien prestó su servicio teológico obligatorio en la amurallada ciudad.
“Hay murales más grandes, claro, pero no de cara”, aclaró Gil Bolívar para consumo de los escépticos.
La del mosaico fue la forma que se le ocurrió para eternizar el programa de televisión más antiguo del mundo: El Minuto de Dios que abrió plaza el 10 de enero de 1955.
El espacio de televisión también amerita Guinness Records no solo por viejo, sino por haber tenido solo dos directores: su creador, el presbítero eudista, y el padre Diego Jaramillo, su sucesor, y paisano de Gil Bolívar, y quien se declara “mosaiquista por afición después de haber trabajado toda mi vida en la producción de implementos para emergencias y desastres”.
Hombre práctico, este exrotario, un católico de amarrar en el dedo gordo que parece el doble del fallecido presidente patojo Guillermo León Valencia, tiene, pues, dos oficios lícitos conocidos: uno para levantar los garbanzos y otro para deleite estético-espiritual.
Otra razón para el Guinness: el programa no solo ha servido para ayudar a los que llevan del bulto y educar varias generaciones en sus centros de estudio incluida la Universidad, sino para demostrar la existencia de Dios. Una niña le dijo una mañana su mami, agnóstica. Mami, Dios existe. ¿Cómo lo sabes?, preguntó mamá. Porque tiene un minuto en la televisión.
Gil Bolívar sueña con hacer un mosaico todavía más grande: el de Fernando Botero. ¿El sitio? Por supuesto, la plaza Botero, en pleno anárquico centro de Medellín. Ya existe un pequeño mosaico de Botero en Fizebad, en el oriente, obra del maestro Gil, quien aprendió el arte como otros aprenden a manejar carro: mirando. La foto que dio origen a este pequeño mural aparece en el libro La balada de María Abdala, obra del fabulista mayor de San Bernardo del Viento, Juan Gossaín.
Algún día el trotamundos Gil –quien ya hizo el camino de Santiago- fue a Ravena, Italia, la mata de los mosaicos, asistió a clases sin pagar un peso, aprendió los secretos y los que se dedican a volver mosaicos a personalidades paisas como Santa Laura, en Jericó, y Marco Fidel Suárez, que se deja apreciar en la estación del metro en Bello.
El de García-Herreros, el primero que hace fuera de su terruño paisa, comparte plazoleta del Minuto con obras de otros artistas, incluido el maestro de Fredonia, Rodrigo Arenas Betancourt, un ateo hacedor de Cristos.
El mural del padre García Herreros el día de su inauguración en la plazoleta del Minuto de Dios en Bogotá. Aparecen, entre otros, el padre Diego Jaramillo, el mosaiquista Iván Darío Gil y su hijo José Daniel Gil Upegui.(Odg)
Hace años, al entregar el mosaico en la plazoleta del Minuto, Gil Bolívar manifestó que “trabajar para mostrar al padre Rafael García-Herreros, por medio del lenguaje silencioso de las teselas, ha sido una labor en la que la admiración, el cariño y el respeto a este sacerdote, está en cada una de las partecitas que lo componen. Que es en la actualidad el rostro más grande del mundo elaborado en mosaico”, enfatizó.
El “man” Alberto Lineros, un García-Herreros caribe, también de la comunidad eudista, fue el encargado de hacer la gran presentación del mosaico matizado con un perfil – grande como el mural- de su colega eudista. El padre Lineros cambio la teología por el amor. Este aplastateclas lo veía con el seguro sucesor de su amigo el padre Diego Jaramillo.
García-Herreros es Siervo de Dios, o sea que va camino de los altares. Sin el pecaminoso estrés, el padre Diego, algo como así como el Sánchez Cristo de Dios, impulsa la causa, en los tiempos libres que le deja una agenda de infarto que incluye su participación en las mañanas en la Emisora del Minuto. Es un relajado programa donde nunca muere nadie. Y si murió, lo hizo hace dos mil y pico de años. Como Jesús, El Galileo.
Los vaticanólogos que nunca faltan dicen que su campaña de televisión para volver al redil al capo Pablo Escobar, podría demorar la causa del curita. Puede suceder lo contrario, piensan otros.
También armó la escandola, como decía su paisano el presidente Barco, cuando invitó a uno de sus banquetes a la “pecadora” actriz francesa Brigitte Bardot. “No soy una pecadora, solo soy una mujer que sabe amar”, le aclaró el churro francés quien en septiembre pasado cumplió noventa años. Finalmente, alguien muy poderoso se movió en la sombra y la BB no vino. El Telepadre, como lo llamaba Klim, se escapó de un buen baculazo.
“Minutico” de Dios Jaramillo es posiblemente el colombiano más conocido como que todos las noche, antes de los “morticieros” de televisión, tira línea teológica que termina con la frase tal vez más conocida: “Dios mío, en tus manos colocamos este día que ya pasó y la noche que llega”. Es el único programa que paga en jaculatorias el costoso espacio triple en el que se realiza.
Gil Bolívar le formuló la propuesta del mosaico a su paisano Jaramillo al lado del que hizo del beato Marianito Eusse, a la entrada de Angostura, municipio situado a un rosario de Yarumal. El mosaiquista empírico tentó a su paisano como la serpiente tentó a Eva: ¿Y si hacemos un mosaico de cara más grande, la del padre García Herreros?
Como lo malo de no caer en las tentaciones es que después no se vuelven a repetir – lo dijo Wilde- el padre Diego finalmente aceptó.
Al momento de entregar el mosaico, Gil Bolívar dijo que “fueron varios meses de paciencia, dedicación y fatiga para que esos más de 123.000 fragmentos de cerámica en mis manos, en las de mi esposa, en las de mi hijo y en las de mis colaboradores fueran creando ese rostro que yo mismo contemplé con admiración al retirar el papel soporte que lo contenía”.
Y regresó a su base en Medallo a preparar el mural de Botero que le dará sopa y seco al de García-Herreros. Si prospera su idea.