Por Oscar Domínguez Giraldo
A estos dos íconos femeninos que nacieron hace 86 años, los trajo la cigüeña con ocho días de diferencia: Sofía Loren nación un dia como hoy , 20 de septiembre; Brigitte Bardot cumple dentro de ocho días.
Los miembros de sus clubes de fans nos negamos a admitir que estén viejas. Simplemente, “hace muchos años son jóvenes”. Ambas tienen la edad de nuestros sueños eróticos.
A las dos les luce el piropo de Cocteau para María Félix, La Doña: “Esa mujer es tan bella que hace daño”. “Verlas no da sueño”, habría que decir también con Borges.
Sofía nunca tuvo novio. De una vez (septiembre del 57) se casó con Carlo Ponti. Brigitte tampoco tuvo novio. Coleccionó maridos, como Roger Vadim. Convertía sus amores en pañuelos desechables.
Sofía tuvo que asilarse en el cine para serle infiel (en las películas) a Carlo. El Vadim de la Loren fue Marcelo Mastroiani.
Como Marcelo era paisano de Ponti, todo quedaba en casa. Besar a Marcelo por mandato del guión, era como pasar plata de un bolsillo al otro.
En tiempos de Vadim, ya fallecido, se decía de su «bizcocho», Camille Javal, nombre de pila de BB: «… y Dios creó la mujer… pero el demonio creó a Brigitte Bardot».
Sofía Loren, quien arrancó de abajo, fue primero Sofía Scicolone o Lazzaro. Estudió para maestra y participó en concursos de belleza. La Javal, ligeramente aristócrata, estudió danza y desde un principio estudió para ejercer como mujer día y nochemente.
A las dos las descubrieron cuando hacían trotes por la pasarela, exhibiendo audaces vanguardias y retaguardias. Cero silicona, nada de laboratorio. Fueron pinceladas en la cama.
Mientras BB más conoce a los hombres más quiere a sus focas, gatos, perros, ballenas, delfines. Mientras Sofía más conoce a Carlo, más pieles finas se pone encima.
“Sofía tiene un cementerio sobre sus hombros”, sintetizó alguna vez la Bardot a propósito de los vestidos de piel que usa su rival en el corazón de muchos bípedos masculinos.
Sofía rivalizó contra su paisana Gina Lollobrigida, otra bella perpetua. A Brigitte le tocó pelar cocos con la uña contra la diva Catherine Deneuve, bella de día, hermosa de noche. A la hora de escoger enemigos, hay que escogerlos de peso. Es una forma de elevar el ego.
Sofía y BB eran labios con mujeres detrás. Para darle un beso a Sofía hay que cogerla silbando, gritaban en los teatros de barrio los aristócratas de gallinero, sobre cuyos cráneos – incluidos los míos- solían caer colillas de cigarrillos arrojados por imbéciles que habitaban la platea.
BB vive en la soledad de sus lagartijas en compañía. De pronto, abandona el voluntario olvido parisino, para hacer proselitismo político de derecha. Todo se le perdona a quien nos permitió conocer el paisaje femenino en películas para mayores, prohibidas para todo católico. Para entrar a sus películas la muchachada tenía que sobornar a los porteros de los cinemas de barrio.
Como su colega Marilyn Monroe, en sus filmes la BB solía llevar encima solo su perfume Chanel. Otras veces solo tenía puesta la radio.
Sofía todavía se deja halagar de su feligresía. La ganadora de un Óscar suele aparecer en público, radiante, sonriente, siempre dispuesta a recibir los aplausos del respetable que chorrea la baba de la nostalgia por ella. Ambas son leyendas que caminan.
Trabajaron a su manera por la liberación masculina, permitiendo el acceso a sus anatómicos 90-60-90 a través de la gran pantalla.
Poco nos importaba que fueran buenas o malas actrices: suficiente con que fueran nuestras novias platónicas a miles de kilómetros de distancia.
A Brigitte los hombres la hicieron poco feliz en su juventud. Los animales le devolvieron la alegría en su vejez.
Brigitte se retiró a los 39 años alegando que no quería ver su deterioro. Su Óscar es su propia vida. La vida de Sofía es su segundo Óscar.