Por James Wagner
Fotografías por Nathalia Angarita
Reportando desde Bogotá, Colombia
La bicicleta es una parte esencial de la identidad colombiana: omnipresente, más barata y, en algunas comunidades urbanas, a menudo una forma más rápida de desplazarse.
Ninguna ciudad colombiana encarna mejor el desplazamiento sobre dos ruedas que la capital, Bogotá, donde el área metropolitana de casi 11 millones de habitantes carece de sistema de metro y sufre algunos de los peores atascos del mundo.
La ciudad tiene más de 1,1 millones de bicicletas, según las autoridades, y registra casi 900.000 desplazamientos diarios en bicicleta. Los domingos y festivos se cierran más de 130 km de las principales calles, una tradición que suele congregar a dos millones de personas cada vez.
“Es el ADN de esta ciudad”, afirmó el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán.
Pero los robos y asaltos a ciclistas que se han producido este año han puesto nerviosos a muchos de los ciclistas de Bogotá. Un reciente informe de prensa estimó que en la capital se robaba una bicicleta cada 42 minutos y que pequeñas bandas de ladrones han virado su atención a los ciclistas.
“La inseguridad para el ciclista es con alerta máxima”, afirmó Yim Ángel, fundador de El Colectivo de la Bici, un grupo de defensa de los ciclistas. “Nosotros como ciclistas contribuimos al medioambiente, a la movilidad, a la salud, al deporte, a la recreación. Pero en este momento, no tenemos la garantía de seguridad para poder movernos libremente por la ciudad de Bogotá. Nos da miedo”.
Los ciclistas, desde los que se desplazan diariamente al trabajo hasta los ciclistas más acérrimos, así como los grupos de defensa de los derechos de los ciclistas, han exigido que la ciudad haga más para que sea más segura para ellos. Galán, que asumió el cargo en enero, dijo que las autoridades ya estaban estudiando una serie de medidas.
Aunque los datos de la policía muestran que los robos de bicicletas han disminuido en los últimos años, el aumento de algunos tipos de delitos violentos en Bogotá el año pasado, como atracos, agresiones sexuales y robos de coches, ha alimentado la creciente preocupación de que la amplia ciudad es cada vez menos segura, incluso para los ciclistas.
A esta inquietud se ha sumado una serie de delitos violentos, como el asesinato de un empresario y múltiples atracos a mano armada, en zonas más acomodadas y normalmente más tranquilas de la ciudad.
Galán, en una entrevista, dijo que le preocupaba que el aumento del temor estuviera haciendo que la gente abandonara formas más ecológicas de moverse por Bogotá.
“Hay mucha gente que puede hacer trayectos de cuatro, cinco, seis cuadras de su casa al trabajo o a comprar algo, que hoy lo está haciendo en carro, y que podrían hacerlo en bicicleta o a pie”, dijo. “Por eso, para nosotros, es una prioridad fundamental la seguridad”.
David Santiago Cortés Peña, de 23 años, quien tiene una tienda de bicicletas en Bogotá y formó parte de un equipo ciclista profesional el año pasado, emprendió hace poco un recorrido de entrenamiento de unos 50 km hasta un pueblo de las afueras de la ciudad.
Alrededor de las 5:30 a. m., de camino a reunirse con unos amigos en la base de la montaña cercana a donde vive, Cortés contó que un hombre saltó de detrás de un árbol en la oscuridad. Intentó esquivarlo, pero el hombre le disparó, una bala le rozó la ceja y le obligó a bajarse de la bicicleta.
Mientras sangraba en el suelo, Cortés dijo que vio al hombre salir huyendo con su bicicleta, que le costó 3500 dólares. Para pagarla, había pedido un préstamo, vendido algunas pertenencias y recibido ayuda de su hermano mayor.
“Fue un esfuerzo de toda la familia durante todo un año para pagarla”, explicó.
Cortés tenía un seguro para su bicicleta, pero había caducado en diciembre y no había renovado la póliza. También había decidido que le estaba saliendo demasiado caro pagar algo que utilizan muchos ciclistas avanzados de la ciudad: un acompañante en moto.
Estos días, Cortés está utilizando una bicicleta prestada, y dijo que solo conduciría de día y contrataría a un acompañante.
“Pues ahí me quedo sin ahorros”, dijo, “pero es mejor la seguridad”.
Luis Fernando Guarin, de 37 años, no estaba en un paseo de entrenamiento cuando se convirtió en una víctima. Hacía lo que muchos bogotanos hacen en bicicleta: ir y volver del trabajo. Explicó que un viaje de 14 kilómetros en cada sentido, que le llevaría dos horas en autobús público, le lleva la mitad de ese tiempo pedaleando sobre dos ruedas.
“También me desestresa”, dijo Guarin, que trabaja en una empresa de telecomunicaciones.
Un viernes por la noche volvía a casa por un carril para bicicletas que bordea una carretera principal cuando, según contó, fue abordado por cuatro hombres que salieron de detrás de unos arbustos para robarlo. Al resistirse, dijo Guarin, recibió dos puñaladas en el abdomen antes de que los asaltantes huyeran con su bicicleta.
Guarin intentó presentar una denuncia policial en línea desde su teléfono móvil mientras estaba en el hospital y en casa, pero dijo que el sitio web para introducir dichas denuncias no funcionaba. Tampoco llegó a una comisaría para hacerlo en persona. Incluso si lo hubiera hecho, Guarin dijo que tenía poca fe en que su bicicleta fuera recuperada.
La ciudad cuenta con un registro de bicicletas diseñado para facilitar la identificación de las bicicletas robadas y su devolución a sus propietarios. Hasta ahora se han registrado 400.000 bicicletas, según el alcalde Galán, a quien le gustaría que esa cifra aumentara significativamente.
De las 1100 bicicletas robadas en la ciudad en los dos primeros meses de este año, solo se ha recuperado el 15 por ciento, dijo. Los expertos afirmaron que muchos robos podrían evitarse si los ciclistas guardaran sus bicicletas bajo llave o utilizaran candados más fuertes cuando no estuvieran circulando.
Ángel, que ayudó a crear el grupo de defensa de la bicicleta luego del asesinato a tiros de una persona que estaba haciendo ciclismo hace varios años en Bogotá, dijo que su organización había pospuesto dos manifestaciones de protesta recientes tras mantener conversaciones con las autoridades sobre la mejora de la seguridad de los ciclistas.
El grupo ha impulsado 10 recomendaciones, algunas de las cuales reflejan lo que la ciudad está considerando poner en marcha en los próximos meses.
Galán enumeró una lista de posibles medidas: centrarse en los cinco barrios en los que se producen la mayoría de los robos de bicicletas; aumentar la presencia policial en las carreteras principales; instalar más cámaras y luces en las calles; facilitar la presentación de denuncias a la policía; y aumentar el castigo por los robos como medida disuasoria más contundente.
Andrea María Navarrete, quien fue gerenta de la bicicleta de la ciudad de 2021 a 2023, dijo que hacer el ciclismo más seguro también ayudaría a abordar una gran disparidad de género entre los ciclistas y alentaría a más mujeres a andar en bicicleta.
“Si las mujeres no tienen una percepción de riesgo frente a la infraestructura, eso significa que todo mundo lo va a disfrutar”, dijo.
Galán prometió aprovechar los logros de la ciudad en materia de movilidad para convertirse en “la capital mundial de la bicicleta”.
“Yo sé que mucha gente critica eso diciendo: ‘Con tanta inseguridad, ¿cómo van a decir eso?’”, añadió. “Es cierto: tenemos problemas de seguridad que estamos buscando resolver. Y tenemos que seguir ampliando la red de ciclovías y ciclorutas para que la gente pueda moverse. Esta ciudad tiene una conexión muy especial con la bicicleta”.
Simón Posada colaboró con la reportería.
James Wagner cubre América Latina, incluidos los deportes, y está radicado en Ciudad de México. Es nicaragüense-estadounidense originario del área de Washington y su lengua materna es el español. Más de James Wagner