El viaje corto de Maria Isabel

No siempre se puede barrer bien porque... Foto Min deportes

Por Esteban Jaramillo

Desde su llegada al Ministerio del Deporte la miraron de reojo las clases políticas discutidas y dominantes. No pudo defenderse de la jauría que la acorralaba. Era incómoda para sus intereses.

A diario negociaba con el diablo, con desventaja, por su falta de experiencia en los turbios vericuetos políticos o, especialmente, acorralada por la corrupción, en el gobierno de la «ética y la transparencia». Pobre deporte colombiano.

La señalaban por no acelerar los  juegos nacionales a realizarse en noviembre, caja menor de muchos gamonales de las regiones, a quienes poco les importa el deporte. Solo sus beneficios.

Recibió con ellos un embeleco, incierto, desacelerado con malicia desde el gobierno anterior, con escenarios a medio camino en sus adecuaciones, porque el político beneficiado con sus contratos, es un detenido confesó.

El futbol femenino, para ella, fue un problema desgastante, porque a pesar de sus buenas intenciones, anduvo por el camino equivocado. Su misión no era hacer torneos. Tarea correspondiente a la Dimayor, entidad con la que tuvo divergencias por no compartir algunas de sus decisiones, lo que le granjeó enemigos visibles e invisibles.

Lanza llamas le llegaron desde el Comité olímpico por pretender supervisar los apoyos financieros a las federaciones, sin intermediarios, con reacción airada de algunos periodistas… amigos con beneficios.

Claras eran sus ideas, pero enredadas, en algunos casos, sus estrategias. Por eso el alto costo de su pretendida transparencia, aunque para verdades el tiempo.

Despedir a una de sus colaboradoras cercanas, por incompatibilidades,( la esposa de un alto dirigente del COC), le pasó factura. Era ella quien firmaba los contratos. 

Como campeona olímpica siempre pensó en el bienestar de los deportistas, especialmente en aquellos que piden pista desde zonas deprimidas.

*Pero a los patrones políticos esto poco les importa. Ven al atleta sobresaliente, como un muñeco de exposición para lograr réditos en sus campañas.

A Ernesto Lucena lo sacaron desde las sombras con manipulaciones y traiciones. Vargas Lleras “el carpintero”. A María Isabel la crucificaron sus enemigos porque verla en la vidriera del gobierno era insoportable. El poder titiritero de Dilian Francisca Toro, que todos conocen. 

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