Por Óscar Domínguez Giraldo
Acaba de cumplir 111 años y tiene 6.859 hijos, de ellos, 3.499 hombres, y 3.360 mujeres. ¡Qué vitalidad! Sí, Montebello, ese pueblo bellamente feo, faldudo y frío, como Santo Domingo, acaba de apagar 111 velitas como municipio hecho con fragmentos de sus vecinos La Ceja, El Retiro y Santa Bárbara.
Como sus finanzas enflaquecieron desde que cerró cementos El Cairo, podría volver a su condición de corregimiento. No lo permita la Virgen de las Mercedes que mangonea en una bella iglesia construida por el arquitecto belga Agustín Goovaerts.
Para los 111 años echaron por la ventana los deliciosos aguacates, el café de alta calidad, los limones, el banano criollo, las hortensias. Se comercializan 14 variedades del grano. Exportan al vecindario la serpentina, una insólita piedra – también llamada “boba o falsa” – que utilizan para tapar huecos.
Mis paisanos no vinieron a aburrirse: tienen las fiestas del aguacate, el 15 de agosto, las patronales de la Virgen de La Candelaria de Sabaletas, el 2 de febrero, y las de la patrona, la Virgen del Carmen, el 16 de julio. Viven en eterna fiesta de neblina. Viven entre ella.
El periódico de la localidad se llama “Neblinas de mi pueblo” que dirige Jairo Alonso López. A Jairo y a mí el Concejo nos felicitó por haber recibido sendos premios de periodismo.
Chicanean con su riqueza hídrica y forestal, las numerosas cascadas, reservas naturales y senderos ecológicos, incluido el que lleva al cerro de Cristo Rey, el Corcovado de los montebellenses.
Según el libro “Antioquia vive”, Montebello tiene el apelativo de “pueblo culto por excelencia”. Pago por ver gente más amable, culta, servicial y divertida que mis paisanos.
Ojo que el feminismo paisa nació en Montebello: la primera inspectora de policía fue María Cossio. La actual presidenta del Concejo y actriz es Johanna Giraldo, parienta mía.
También mi abuelo Lubín Giraldo fue presidente de la corporación. Como tampoco conoció ese preservativo de pared llamado televisor, en su casa fueron dieciocho hijos, incluidas cinco novedades. Papá Lubín jamás le vio los tobillos a mi abuela que vivió 101 años. Los hijos se hacían en el silencio de la oscuridad. Mi tía Rosita que era una fiesta, murió por estos días a los 96 diciembres. Que se esté gozando su eternidad. Nos ayudó a crecer. La amamos.
Si del cuero salen las correas, de doña María proviene el familión de los Valencia Cossio. Solo Jorge Iván, Ramiro y Sonia tuvieron el privilegio de nacer allí. A los demás les tocó Medellín. En Nido de Águilas, otro de sus nombres, nace el que puede, no el que quiere.
Nuestros ancestros montebellenses nos regalaron el pescado y nos enseñaron a pescar. Con la herencia de trabajo que recibimos nos hemos ganado los garbanzos. Con el periodismo me volví rico … en tiempo libre y glóbulos rojos. Japiberdi, Montebello.(Fin de la columna)
ROSITA IN MEMORIAM
Que la tía Rosa se goce su eternidad. Era un gozaderal. No se bajaba de su sonrisa. Muy festiva. De humor espontáneo. No vino a aburrirse. Pese a que en su ocaso le tocó bailar con la más fea, vivió su situación con estoicismo, con una cierta sonrisa. Como las demás tías Domínguez y Giraldo, Rosita nos acompañó a crecer. Siempre disfrutamos de la compañía de María Rosario, su nombre completo. Estar con ella era llegar a una tierra prometida donde uno se sentía cómodo, seguro, feliz. Generosa, atenta. De magnífica sazón. De una vez ofrecía pan y/o vino al visitante. Buen viento y buen amar para la tía Rosa más allá del sol.