El periodismo como propaganda

El periodismo que produce miedo. Foto contrapeso.net

Por: Fernando Calderón España.

Colombia entró en los últimos 50 años, a un proceso de podredumbre de la conciencia de su sociedad, que llegó a un grado alto de maduración perturbadora e inmisericorde, y el periodismo, el oficio llamado a sostener la verdad objetiva, cerró con candado y cancerberos, el depósito de putrefacción en el que se está convirtiendo nuestra sociedad.

Hoy existe un periodismo como sacado de “Mi lucha”, la biblia del nazismo que escribiera Hitler durante los diez meses que estuvo en prisión, después del abortado golpe de Estado que propició en 1923. Hitler fue condenado a cinco años de cárcel, pero fue liberado, y en “Mi lucha”, Hitler aspiraba a un Estado totalitario, al sometimiento de los ciudadanos al interés general del partido, con libertades individuales solo para aquellos considerados ciudadanos, los germanos, a un Estado racista con predominio de la raza aria, y a otros deseos convertidos en plataforma ideológica que llevaron al líder y a su pueblo a un destino fatal.

En Colombia, hoy, esa aspiración, que con diversos y hasta suaves matices se arropó bajo banderas rojas y azules, inventando una democracia acomodada y que comon producto de la fragmentación de los partidos dió origen a otros movimientos de extrema derecha, fue cortada de tajo con el triunfo de una idea diferente sobre el Estado y de su razón de ser.

Como el presupuesto nacional, la nómina estatal, los cargos en el exterior y la contratación y otros factores de poder, se les fueron de las manos a los patrones de siempre, en una debacle igual a la del “Reich que iba a durar mil años”, el resentimiento y la réplica agresiva, se han tomado la descripción periodística de la realidad, -que por descriptiva debería ser objetiva-, y la habilidad conceptual de la opinión oficial de la oligarquía y de los áulicos de la tristeza del otrora cacicazgo político, económico y social, al punto de añorar el totalitarismo, el sometimiento ciudadano, la afrenta a la libertad y hasta un Estado racista. Es decir, nazismo puro.

Configurar con los insumos de la ideología nazi descritos, practicados en Colombia bajo una democracia embustera, un periodismo que le hace eco al lamento del perdedor y todas sus tácticas y estrategias para deslegitimar al nuevo régimen, es modelar una prensa que no le envidiaría nada a la propaganda que produjo, en su éxtasis, el partido nacionalsocialista alemán. 

El nazismo se inventó la propaganda negra, y con ese nuevo periodismo propagandístico nuestro, la entrevista pasó a ser el interrogatorio judicial,  el reportaje ahora es una audiencia de cargos,  la crónica, un relato de acusaciones con la mera noticia como un rosario de datos inexactos y narrados desde la perspectiva de una oposición melancólica y abyecta. 

Todos los géneros, en resumen, ahora están dedicados a esculcar intimidades del ser humano, con el único propósito de lograr el desprestigio, la humillación, el miedo, el desprecio, la intimidación y la creación de escenarios de crisis permanente, que cause la incertidumbre que se necesita para imponer de nuevo lo que apenas está comenzando a cambiar.

En la injuria diaria, la verdad sucumbe, y con el insulto y la manipulación, se esconden realidades que avanzan con reformas como la tributaria, que permitirá más dinero para los pobres, la de la salud, que le quita el manejo del dinero a los intermediarios, la reforma laboral, que convierte el trabajo en una dignidad y no en esclavitud, la reforma pensional, que pondrá el dinero de las cotizaciones a rendir del lado correcto, y no a financiar ganancias extrañas al sentido humano de la jubilación, y, no menos importante, la promoción de las libertades, comenzando por la de empresa, los esfuerzos por controlar el espíritu bélico nacido de la codicia, y la potencialización de una mayoría de población colombiana que es campesina, pero que ha sido minimizada por la cúpula minoritaria que ha regentado el país. 

Ésto para mencionar  solo unos pocos logros, en lo que va corrido de el gobierno, pues son muchos más.

El periodismo ya no necesitará de la publicidad para vivir, pues el periodismo es hoy la propaganda del régimen caído, y los caídos lo soportarán con sus riquezas, hasta que el pueblo, en el medio, deje de ser el idiota útil.

Fernando Calderón España

Comunicador Social

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