El nuevo objetivo de un cártel del narcotráfico de México: personas mayores y sus tiempos compartidos

Turistas en Puerto Vallarta, una popular ciudad costera en México, en febrero. En los últimos cinco años, a los dueños estadounidense de propiedades de tiempo compartido les han estafado 288 millones de dólares, según el FBI. Foto Alejandro Cegarra para The New York Times Maria Abi-Habib

Por Maria Abi-Habib

Reportando desde Guadalajara y Puerto Vallarta, México, ciudades ubicadas en el estado de Jalisco que son bastiones del cártel.

Al principio, el cártel comenzó con el tráfico de drogas. Luego pasó a aguacates, bienes raíces y constructoras. Ahora, una organización criminal mexicana conocida por su crueldad está haciendo la transición hacia adultos mayores y sus tiempos compartidos.

La operación es relativamente sencilla. Personas que trabajan para el cártel que se hacen pasar por representantes de ventas llaman a los dueños de las propiedades de tiempo compartido, ofreciéndoles comprar sus inversiones por sumas generosas de dinero. Luego exigen pagos por adelantado para cualquier cosa, desde la publicación de anuncios hasta el pago de supuestas multas gubernamentales. Los falsos representantes convencen a sus víctimas de que les transfieran grandes cantidades de dinero a México —en ocasiones hasta cientos de miles de dólares— y luego desaparecen.

Esta estafa ha hecho que el Cártel Jalisco Nueva Generación gane cientos de millones de dólares en la última década, según funcionarios estadounidenses que no estaban autorizados para hablar públicamente sobre este tema, a través de decenas de centros de llamadas en México que buscan sin descanso a propietarios estadounidenses y canadienses de tiempos compartidos. Incluso sobornan a empleados en resorts mexicanos para que filtren información de los huéspedes, según afirmaron los funcionarios estadounidenses.

Esta estafa representa la evolución más reciente del Cártel Jalisco Nueva Generación, un grupo que está arraigado en sectores legales e ilegales de la economía. Con poco más que un teléfono y un guion convincente, los trabajadores del cártel están victimizando a personas en diferentes países.

Incluso esos mismos trabajadores son vulnerables a la crueldad del cártel.

En mayo del año pasado, se descubrieron los restos de ocho jóvenes mexicanos que trabajaban en un centro de llamadas del cártel en decenas de bolsas de plástico que fueron tiradas en un barranco en las afueras de Guadalajara, la capital del estado de Jalisco.

Por lo general, el cártel busca aprovecharse de personas mayores retiradas que quieren dejarle todo el dinero posible a sus familiares a través de la venta de bienes. Varias víctimas entrevistadas por The New York Times dijeron que el dinero que perdieron excedía el valor de su inversión inicial en propiedades vacacionales de tiempo compartido en Jamaica, California y México.

“Soy viejo, al igual que estos clientes”, dijo Michael Finn, fundador de Finn Law Group en San Petersburgo, Florida, que ha representado a miles de personas que han lidiado con diversas formas de estafas con tiempos compartidos. “Tendemos a confiar cuando alguien nos llama y nos vende estos sueños”.

Finn comprendió la gravedad de este tipo de fraude hace unos 4 años, cuando recibió una llamada de una mujer desesperada que había transferido 1,2 millones de dólares, la totalidad de sus ahorros, a México, para vender su tiempo compartido.

La industria de las propiedades vacacionales de tiempo compartido está en auge, con 10.500 millones de dólares en ventas en 2022, un incremento del 30 por ciento en comparación con el año anterior, según la Asociación Estadounidense de Desarrolladores de Complejos Turísticos. Cerca de 10 millones de hogares estadounidenses poseen tiempos compartidos, informó la asociación, gastando un promedio de alrededor de 22.000 dólares por su inversión además de tarifas anuales de unos 2000 dólares. La mayoría de los tiempos compartidos son complejos turísticos de playa.

El crecimiento del sector coincide con un incremento del 79 por ciento en los últimos cuatro años en las denuncias de fraudes con tiempos compartidos recibidas por el FBI. Pero, para poder investigar las estafas que se originan en México, el FBI debe contar con la cooperación de las autoridades locales. Además, las firmas de abogados no pueden introducir demandas civiles porque no tienen jurisdicción en México.

En los últimos cinco años, a dueños estadounidenses de propiedades de tiempo compartido les han estafado unos 288 millones de dólares, según el FBI, a través de varios tipos de fraudes, lo que incluye los esquemas gestionados por el cártel. La cifra real está probablemente alrededor de los 350 millones de dólares, ya que cerca del 20 por ciento de los estafados no interponen una demanda.

“Las víctimas no quieren denunciar porque están avergonzadas y le ocultan la situación a sus familias”, afirmó Finn.

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James y Nicki, quienes pidieron que sus apellidos e identidades no fueran reveladas, han perdido alrededor de 900.000 dólares por una estafa que supuestamente buscaba vender su tiempo compartido. Foto Max Whittaker para The New York Times

En octubre de 2022, una pareja retirada —James, de 76 años, y su esposa, Nicki, de 72— dijeron que habían recibido una llamada de un supuesto agente de bienes raíces en Worry Free Vacations en Atlanta, que les ofreció negociar la venta de su tiempo compartido en el lago Tahoe, California, a un empresario millonario mexicano. La pareja pidió que no se publicaran sus apellidos porque estaban “muy avergonzados” de haber sido estafados.

A medida que sus hijas fueron creciendo, dejaron de utilizar la propiedad vacacional que compraron en la década de 1990 por unos 8000 dólares, por lo que la pareja no dudó ante la oportunidad de vender.

La estafa comenzó con tarifas pequeñas, afirmó James, unos pocos miles de dólares aquí y allá destinados para pagar costos de registros con el gobierno mexicano para “transacciones transfronterizas”. Las tarifas fueron aumentando a medida que le decían que estaba siendo multado por las autoridades mexicanas debido a varias infracciones, y que podía ser extraditado por romper la ley a menos que pagara las multas. En un punto, contó James, los estafadores incluso lo convencieron de que invirtiera en una nueva propiedad comercial en México.

Después de unos 20 pagos, la pareja había transferido casi 900.000 dólares a diferentes cuentas bancarias en México, según registros bancarios revisados por el Times.

Las estafas que llegan tan lejos no son poco comunes, según el FBI. La agencia afirmó que, por lo general, víctimas como James y Nicki, transfieren su dinero a cuentas bancarias de socios del Cártel Jalisco Nueva Generación.

La pareja dijo que agotaron sus ahorros y que ahora estaban endeudados. Afirmaron que incluso pidieron prestado unos 150.000 dólares a una de sus hijas y vendieron la casa de infancia de James, pero no han recibido ni un solo centavo.

“Estoy seguro de que si les hubiera preguntado, me habrían dicho: ‘¿Cómo puedes ser tan idiota?’”, dijo James refiriéndose a sus hijas. “Y me pregunto lo mismo. Solía pensar que era muy inteligente”.

Los estafadores se identificaron como representantes de ventas y como un funcionario del banco central de México, según revelaron correos electrónicos revisados por el Times, y en todo momento prometieron que si pagaba solo “un monto más”, todo se resolvería y su dinero sería liberado.

Sin embargo, después de cada pago, una nueva tarifa aparecía.

En un comunicado, el banco central de México declaró que estaba al tanto de que se estaban cometiendo estafas con tiempos compartidos usando su nombre y advirtió a las personas para que no cayeran en el fraude.

A fines del año pasado, James comenzó a recibir mensajes desesperados de supuestos representantes que afirmaban que uno de sus colegas había sido encarcelado en México tras intentar resolver el caso, según llamadas grabadas y correos electrónicos revisados por el Times.

“Por favor, haz todo lo posible para que mi amigo/jefe regrese a casa. Extraña mucho a su familia y escucharlo es terrible, eres la única esperanza para que esto se solucione”, decía un correo electrónico reciente. “El monto pendiente de pago es: 157.786,61 dólares”.

James dijo que estaba pensando sacar una segunda hipoteca para pagar el monto, hasta que sus hijas lo detuvieron.

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Un centro de llamadas en Guadalajara, México, en febrero. Ocho empleados del centro fueron hallados muertos tiempo después. Foto Alejandro Cegarra para The New York Times

Si bien la estafa dirigida a los dueños de propiedades de tiempo compartido es financiera, en México puede ser mortal.

Los ocho mexicanos que fueron hallados muertos el año pasado trabajaban en un centro de llamadas en el centro de Guadalajara que estaba dirigido por el Cártel Jalisco Nueva Generación, según afirmaron funcionarios estadounidenses. Los fiscales locales dijeron que cuando registraron el centro, encontraron un trapeador con manchas rojas, pizarrones con nombres extranjeros y detalles de membresías de propiedades de tiempo compartido.

Cuando los periodistas de The New York Times visitaron recientemente el centro de llamadas, descubrieron que estaba cerrado, y un vehículo de la policía estaba estacionado afuera. El edificio estaba en un vecindario de clase alta, frente a un parque. Los padres pasaban, llevando a sus hijos a la escuela.

Héctor Flores, fundador del Colectivo Luz de Esperanza, una organización que realiza búsquedas por todo el estado de Jalisco en busca de los cuerpos de los desaparecidos, afirmó que sabía de unas 30 personas que habían desaparecido de centros de llamadas desde 2017. Sin embargo, dijo que con casi toda seguridad hay más porque muchas familias no hacen denuncias por miedo.

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Héctor Flores, quien rastrea a personas desaparecidas en el estado de Jalisco, dijo que sabía de unas 30 personas que habían desaparecido de centros de llamada desde 2017. Foto Alejandro Cegarra para The New York Times

La fiscalía del estado no respondió a solicitudes de comentarios.

El Cártel Jalisco Nueva Generación, que fue fundado hace unos 15 años, ha crecido hasta ser uno de los cárteles más poderosos en México. En los últimos años, se ha expandido hacia sectores legales de la economía, como la venta de aguacates a Estados Unidos.

En Puerto Vallarta, un bastión del cártel y popular localidad costera, los trabajadores mexicanos de los hoteles son presionados de manera rutinaria por la organización criminal para que filtren información de los huéspedes, según James Barnacle, el subdirector asistente del FBI que monitorea los delitos financieros.

Barnacle afirmó que los hoteles y las compañías de propiedades de tiempo compartido en México estaban al tanto de las filtraciones y también dijo que el gobierno de Estados Unidos les ha hecho advertencias para que comiencen a tomar medidas drásticas.

Una preocupación en particular para los funcionarios estadounidenses es el Grupo Vidanta, una de las empresas de complejos turísticos de tiempo compartido más grandes del mundo con sede en México. Su dueño, Daniel Chávez Morán, es amigo y asesor del presidente de México. Muchos de los clientes de Vidanta han sido víctimas del fraude en propiedades de tiempo compartido, según un funcionario estadounidense que no tenía autorización para hablar públicamente.

Vidanta no respondió a las solicitudes de comentarios.

Pete Willard contó que compró su propiedad de tiempo compartido de Vidanta en 2015. Seis años después, recibió una llamada de una supuesta compañía de bienes raíces de Nueva York, la cual le ofrecía alrededor de medio millón de dólares por ella. Tras enviar varias transferencias de dinero a México, había perdido unos 100.000 dólares sin recibir nada a cambio, dijo Willard.

Cuando comprendió que nunca más iba a ver su dinero, Willard contactó al FBI.

“Me dijeron que no había mucho que pudieran hacer porque todo el dinero estaba en México”, afirmó.

Willard intentó introducir demandas con el Better Business Bureau y el fiscal de distrito en Nueva York contra las compañías que lo habían estafado. “Nunca obtuve una respuesta de nadie más allá de ‘lo siento, debió haber sido más diligente’”.

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Vidanta World en Puerto Vallarta, México. Varios de los clientes de Vidanta han sido víctimas del fraude de las propiedades de tiempo compartido. Foto Alejandro Cegarra para The New York Times

Barnacle admitió que las fuerzas de seguridad de Estados Unidos están básicamente de manos atadas para contrarrestar estos fraudes, más allá de emitir mensajes de advertencia a la población.

“La gente explota tus datos todo el tiempo”, dijo Barnacle. El cártel no “tiene que invertir en un producto que tienen; solo tienen que levantar el teléfono o enviar un correo electrónico a las personas y, ya sabes, engañarlos para que les den su dinero”.

Hasta el momento, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha impuesto sanciones a 40 compañías mexicanas y a alrededor de una decena de personas por fraude con propiedades de tiempo compartido, pero se han hecho pocos arrestos. Y apenas se clausura una compañía tapadera o una cuenta bancaria, surgen nuevas.

Los bancos mexicanos “tienen culpa en esto”, afirmó Spencer McMullen, un estadounidense que ejerce el derecho en Chapala, México, y añadió que por lo general no verifican si las cuentas gestionadas por el cártel están utilizando direcciones válidas y son negocios legítimos. “Ellos podrían congelar estas cuentas por actividad sospechosa”.

Durante las dos semanas en las que James, el dueño de la propiedad de tiempo compartido que perdió casi 900.000 dólares, estuvo hablando con el Times, comenzó a entender que nunca más iba a ver su dinero. Su esposa, Nicki, está furiosa, pues se lo había advertido desde el principio.

“Sabes, cuando trabajas durante tantos años y ahorras para poder disfrutar de tu vejez y luego te lo arrebatan”, dijo Nicki, “eso no está bien”.

Pasaron de comenzar su retiro de forma muy cómoda a preguntarse si ahora deberían aplicar a empleos de medio tiempo. Nicki está recuperándose de un cáncer y sus gastos se están acumulando.

“¿Voy a tener que trabajar en un Walmart ahora?”, dijo Nicki.

Emiliano Rodríguez Mega colaboró con este reportaje desde Ciudad de México.

Maria Abi-Habib es corresponsal de investigación con sede en Ciudad de México y cubre América Latina. Anteriormente ha reportado desde Afganistán, todo Medio Oriente e India, donde cubrió el sur de Asia. Más de Maria Abi-Habib

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