POR ANTONO ANDRAUS BURGOS
La creciente e indiscutida calidad del torneo y el apoyo de la inmensa afición en todos los rincones del mundo, presagian, sin lugar a equívocos, que el Clásico Mundial de Béisbol llegó para quedarse.
Como bien decía David ‘Big Papi’ Ortíz, el inmortal del béisbol por la República Dominicana: ‘’una cosa es defender el uniforme de un equipo como profesional de Grandes Ligas, y otro muy distinto, sudar la camiseta de tu país’’.
Esa es la gran diferencia cuando se trata de jugar en el Clásico Mundial. Si bien es cierto que en muchas ocasiones, por decisiones personales y familiares, respetables desde cualquier punto de vista, y también deportivas, desde luego, muchas figuras se quedan por fuera de la nómina de sus países, tan bien es cierto que al certamen concurren una gran cantidad de figuras indiscutibles desde las Grandes Ligas hasta la menor categoría a la cual se pueda referir el béisbol.
Señor equipo
Japón se consolidó como el mejor equipo en lo que va de esta clase de torneos, al capturar su tercer banderín de los 5 que han estado en disputa, al vencer en el juego final a Estados Unidos, 3 carreras por 2, en otro desafío que dejó satisfacción entre aficionados y entendidos.
Estados Unidos era favorito por su inmenso poder ofensivo —que tuvo marca de 304 de promedio con 12 jonrones y 49 remolcadas —, pero la calidad y la forma en que fue utilizado el cuerpo de lanzadores de Japón — con 7 triunfos, 0 derrotas, 2.29 de efectividad, 80 abanicados y apenas repartieron 11 bases por bolas — lo dice todo, mientras se empinaba para llegar a la segunda posición en bateo colectivo — con 299 de ofensiva, 9 cuadrangulares y 55 impulsadas — en el torneo.
Japón tenía la entereza de carácter, la profunda convicción y la decisión de ganar el título, desde cuando empezó el torneo. Las palabras inspiradoras de Ohtani, momentos antes del partido frente a Estados Unidos, lo dice todo:
‘’Está Paul Goldschmidt en primera base; Mike Trout en el bosque central; Mookie Betts como jardinero derecho; y así sucesivamente, y creo que todos los que jugamos béisbol han oido hablar de estos jugadores. Dejemos de admirarlos sólo por hoy, si los admiramos no seremos capaces de ir a la cima. Hemos venido aquí para superarlos, para alcanzar lo más alto posible. Así que por hoy, dejemos a un lado nuestra admiración por ellos, y pensemos sólo en ganar. ¡Viva Japón!’’.
Yu Darvish el veterano lanzador derecho japonés que es as en la rotación de los Padres de San Diego, pidió ser tenido en cuenta para el cierre del juego y se hizo cargo del octavo episodio, cuando recibió un tablazo de circuito completo de Trea Turner, para acercar a los Estados Unidos en el tablero, 3 por 2. Pero hasta allí llegó la cosa.
Y lo hicieron muy bien. Tanto que la cereza del pastel fue ver a Ohtani en el noveno como taponero, cerrando frente a Mike Trout, compañeros de equipo en los Angelinos, propinándole un ponche con un slider, de un poco más de 87 MPH, teniéndolo en la cuenta de 3 y 2, luego de otorgarle una base por bolas a Jeff McNeil y dominar a Mookie Betts con batazo para la intermedia, para jugada de doble out.
Ese cierre de dos formidables jugadores de un mismo equipo de las Grandes Ligas, en un juego tan cerrado y dramáticamente disputado, nadie podía programar y mucho menos, presentir.
Simple y sencillamente, Japón fue superior en este V Clásico y por eso ganó el título; por eso es la única nación con 3 títulos conquistados de los 5 disputados hasta hoy.
Clásicos de verdad
Hemos pensado en las últimas horas que de un momento a otro, nos quedamos sin representación latina en la gran final de este V Clásico, cuando no clasificaron República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, el propio México -un equipo que lo dejó todo en el terreno de juego para disputar el título pero que finalmente no obtuvo —, y tal vez, Cuba, equipo que se ha venido a menos con el paso de los años, no es producto de un mal béisbol que juegan sino de las cosas del propio juego.
Pero en el deporte, debemos acostumbrarnos a ganar pero también a saber perder, y dado el formato del Clásico, lo único que podría entrarse a controvertir, fue la integración de los grupos, y en este caso específico, el grupo D en donde tres de los más importantes países en donde se juega béisbol de calidad, uno de ellos quedó marcado para ser eliminado desde el principio: como clasificaban dos del grupo en donde también estaba Nicaragua e Israel, obviamente entre Dominicana, Puerto Rico o Venezuela, uno quedaría por fuera de la competencia.
Primero fue Dominicana, en la ronda clasificatoria, perdiendo ante Venezuela por pizarra de 5 carreras a 1; y ante Puerto Rico 5 carreras por 2; después, en la vuelta de cuartos, Puerto Rico cae ante México, 5 por 4; y finalmente, en los cuartos de finales, Venezuela perdió frente a Estados Unidos, por pizarra de 9 a 7.
Marcas indiscutibles
Este V Clásico Mundial se jugó con 20 equipos, repartidos en 5 grupos, siendo la primera vez que el torneo se desarrollaba con esa cantidad de participantes en las rondas clasificatorias.
En las vueltas eliminatorias de los grupos, jugadas en Taichung, Taiwán; Tokio, Japón; Phoenix, Arizona y Miami, Florida, en los 40 partidos a los estadios concurrieron 1.010.999 aficionados, para promedio de 25.274.975 por partido, que es nueva marca para el evento.
En la jornada de cuartos de finales, jugados en Tokio y Miami, a los cuatro partidos asistieron 148.393 espectadores, para promedio de 37.098 por encuentro, otra marca para el certamen, en materia de asistencia.
En los dos juegos de semifinales, 71.712 espectadores asistieron al loanDepot Park, de Miami, para 37.098 aficionados por juego.
En el juego entre Italia frente a Japón, en cuartos de finales, efectuado en el Domo de Tokio, se registró el mayor número de aficionados en el clásico en un partido, al contabilizarse la asistencia de 41.723 espectadores.
El encuentro por el título entre Estados Unidos y Japón, la gran final en el loanDepot de Miami, albergó a 36.098 fanáticos.
La asistencia total fue de 1.267.202 espectadores, superando en más de 78 por ciento la del anterior torneo. Y afuera de los escenarios, como es el caso del loanDepot Park de los Marlins, la fiesta nocturna estaba presente si ganaba o perdía el equipo de las predilecciones de los aficionados que concurrían al escenario.
Así es el béisbol
Los expertos de Major League Baseball (MLB) han señalado que el partido entre México y Japón fue el mejor del Clásico Mundial. Y no se han equivocado. Ese fue escogido también por nosotros, en nuestra humilde opinión, como el mejor del torneo.
En ese encuentro entre México y Japón, en donde la novena asiática, con su enorme e indiscutida figura de Shohei Ohtani, le sacó ‘del bolsillo’ el triunfo a la representación azteca, donde los mexicanos siempre estuvieron al frente del tablero.
Los aztecas ganaban en ocho entradas completas 5 carreras por 4, gracias a que abriendo ese episodio, la representación consiguió par de carreras y al cierre, los japoneses fabricaron una, para que la diferencia de una carrera, estrecha pero significativa, mantuviera de manera dramática y en vilo a la afición de ambos países.
Un doble de Ohtani abriendo el cierre de la novena, al empalmar un cambio de velocidad por encima de los 88PMH del relevista derecho Giovanny Gallegos, le abrió el camino a la victoria a Japón. Luego vino la base por bolas para Masataka Yoshida, la nueva figura de los Medias Rojas de Boston. Yoshida sale del juego y entra como corredor emergente Ukyo Shuto, quizás el corredor más rápido del equipo, en una hábil jugada del estratega del Japón, a sabiendas de que ese corredor podría darle la carrera de la victoria.
Efectivamente así fue. Sin outs colgados en la pizarra, con Ohtani en segunda y Shuto en la primera almohadilla, Munetaka Murakami le descifró una recta de más de 94 MPH a Gallegos para enviársela contra toda la valla del jardín central para un auténtico doble, con cuyo batazo Ohtani y Shuto consiguieron las carreras del triunfo.
Los 270 pies desde la primera almohadilla hasta el pentágono de Shuto, los recorrió en apenas 10.28 segundos, es decir, a 3.43 segundos cada 90 pies.¡Qué bárbaro!
Juegos cerrados
Pero no nos vengan con el cuento que Venezuela frente a Estados Unidos perdió porque jugaron mal. No. De ninguna manera. Venezuela jugó un extraordinario encuentro frente a Estados Unidos, pero un jonrón sale de cualquier bate.
Silvino Bracho tenía en cero y dos, con las bases llenas y sin outs colgados en la pizarra a Trea Turner, el hombre de los millones de dólares de los Filis de Filadelfia, quien le pescó un lanzamiento de cambio de velocidad 86 MPH para depositar la pelota a los 407 pies, por el bosque izquierdo, tras colocarle los dos buenos lanzamientos con rectas de cuatro costuras.
Hasta ese preciso momento, parte alta del octavo episodio, Venezuela ganaba 7 por 5. Perdió 9 carreras por 7. El taponero Ryan Pressly cerró el puerto sin complicaciones.
Ni qué decir del partido entre México y Puerto Rico en donde los jugadores de ambas novenas lucharon por la victoria.
Los boricuas se ‘durmieron’ después de los cuadrangulares de Javier Báez y Eddie Rosario, para racimo de 4 carreras en la primera entrada frente al zurdo Julio César Urías; mientras que los mexicanos, descontaron con una carrera en el segundo, con jonrón de Isaac Paredes; y otra en el quinto, por sencillo de Alex Verdugo remolcando a Alek Thomas; y consiguieron 3 rayas en la séptima, cuando con las bases llenas y dos outs, Paredes despacha sencillo para remolcar a Austin Barnes y Randy Arozarena; y Luis Urías trae la tercera para la registradora, con imparable en las piernas de Alex Verdugo.
Todos esos partidos, y dos o tres más, como por ejemplo, el de Estados Unidos derrotando a Colombia, en Phoenix, Arizona, con una sensacional actuación de Mike Trout, por pizarra de 3 a 2; fueron épicos, cerrados, donde hubo béisbol con talento y calidad.
El V Clásico Mundial de Béisbol fue todo un éxito, tanto deportivo como económico, pero lo más importante de todo, es que la afición de cada país participante, creció con su masiva presencia en cada uno de los escenarios en donde hubo acción.
Por todo eso y por mucho más, el Clásico Mundial del Béisbol llegó para quedarse.