Descachadas idiomáticas

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Por Jairo Cala Otero, Bucaramanga

«Le entregaron la cédula de ciudadanía por primera vez». Referencia en un diario bumangués sobre alguien que llegó a la mayoría de edad y obtuvo su documento de identidad. Esta expresión no acusa errores de construcción gramatical, pero ofrece una redundancia. Porque se advierte que la cédula le fue entregada a ese alguien por primera vez. Solamente una vez nos la entregan a los colombianos mayores de edad. En los casos en que se expiden duplicados, no hay segunda vez porque cada cédula tendrá el mismo número y los mismos datos de la persona. Será una réplica del mismo documento, por eso se llama duplicado. 

«Hágame el favor y me presta el lapicero». La conjunción ye (y) sirve para unir dos oraciones gramaticales distintas. Esta del ejemplo es una sola. Luego la conjunción en cita sobra. Lo correcto es decir y escribir: «Hágame el favor deprestarme el lapicero». A propósito, lapicero es el elemento que funciona con minas de lápiz, de allí deriva su nombre. Comúnmente se cae en ese error. En cambio, bolígrafo es el que todos conocemos; funciona a base de tinta. Es distinto del estilógrafo, que, aunque también funciona con tinta; debe ser proveído de ella cada vez que se le agota. Su sinónimo es pluma estilográfica. Haga usted el favor de prestar atención.

«Actos conmemorativos de la celebración de la fiesta de Las Mercedes»: Oración escuchada en un canal regional de televisión. Constituye lo que se conoce como galimatías, es decir, confusión, desorden, imprecisión. También podemos decir que hay lenguaje ampuloso. Conmemoración es una cosa, y celebración, otra. Para el caso que nos ocupa, se trata de una celebración, de una fiesta. Era preciso decir: «Actos de celebración del día de Las Mercedes».

«El paro continuará hasta tanto el gremio no tenga garantías». Como en este caso, suele errarse en muchos otros semejantes. Al introducirse el adverbio negativo (no) cambia sustancialmente el sentido de lo que se quiere decir. En el  ejemplo se dice que el gremio no desea garantías; entonces, no tiene razón de ser el paro que realizan sus integrantes. Pero, no. Eso no es lo que, en verdad, quieren decir, es lo contrario. Entonces: «El paro continuará hasta tanto el gremio tenga garantías». Y nosotros volveremos a escribir sobre esta materia hasta tanto hayamos «cazado» nuevos y semejantes errores.

«Se gana la vida vendiendo baratijas»: Es común escuchar esta expresión. La vida, sin embargo, se adquiere (o se «gana») desde la concepción biológica. De ahí en adelante sigue todo un ciclo de evolución en todos los niveles. Uno de ellos es, precisamente, ganar el sustento para la vida física. Para ese sustento ganar es necesario trabajar, es lo que hacen quienes venden baratijas. Claro es que si no se sustenta con alimentos, cualquier vida se apaga, se muere. Pero es mucho más remota esa probabilidad que la de trabajar para darle manutención. Por lo tanto, es preferible hablar de «ganar el sustento vendiendo baratijas», pues la vida ya la tienen, ya la «ganaron». 

«La verduga». El animador de un programa sabatino de humor, en la televisión colombiana, insistía en cada emisión en llamar con el vocablo «verduga» a una mujer que simulaba ser la castigadora de quienes contaban chistes sin gracia o sosos. El término estaría bien empleado si no fuese porque no tiene femenino; es decir, se trata de una palabra de género único, masculino: verdugo, que en la antigüedad era el funcionario judicial encargado de ejecutar las penas de muerte. En diminutivo se le denominaba también «verduguillo». En consecuencia, resulta un mal chiste acuñar el citado vocablo en femenino. Se puede y se debe decir: la verdugo. 

«Las víctimas responden a los nombres de…». Toda persona fallecida ya no puede responder por nada, ni aunque se la llame insistentemente. Es simplista la apreciación, pero válida al confrontarla con la expresión del ejemplo. Porque aquí se sugiere que después de fallecer algunos todavía tienen la facultad de escuchar sus nombres y de responder a quienes los llaman. La trillada frase, usada en las noticias policiales, es mejor con el verbo responder en pretérito: «Las víctimas respondían a los nombres de…».

«Salió al mercado el último disco de Shakira». Los locutores emplean esta expresión cuando presentan un nuevo trabajo discográfico de los cantantes. Muchos dicen que el término último está mal empleado, pues alegan que se refiere a aquello que ya no tiene nada más detrás; que no existe nada ni nadie después. Por eso argumentan que «último disco» significaría que el artista no va a volver a producir nuevos trabajos. Hasta ahí tienen razón. Pero ocurre que último,además de adjetivo, es también sustantivo, y significa igualmente lo más reciente. Es decir, el último de una serie. Luego las locuciones: «Al mercado acaba de salir el último disco», y «Acaba de salir el más reciente disco de Shakira», significan lo mismo.

«Cristo triunfó victorioso sobre el pecado y la muerte». Esta expresión estaba expuesta en una cartelera de un templo católico de Piedecuesta, Santander. El sentido del mensaje es cierto, pero ofrece un error de redundancia. Triunfo significa victoria. Luego sobra agregar el adjetivo victorioso. Sería diferente si la oración dijese: «Cristo resucitó victorioso sobre el pecado y la muerte». Aunque aún más abreviada, podría ser: «Cristo triunfó sobre el pecado y la muerte». ¡Aleluya!

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