Contraplano: Un binomio que hizo historia

Guillermo Cano Isaza y José Salgar. Foto Fundación Guillermo Cano Isaza

Por Orlando Cadavid Correa

En los tiempos de don Guillermo Cano y de don José Salgar, en la legendaria redacción de “El Espectador”, toda noticia rara que se saliera de lo común –como el hallazgo de un alacrán con alas o el insólito episodio del hombre que mordió al perro– se llamaba recuadro (filete cuadrado o rectangular que rodea un texto o un dibujo, según don Larousse), y debía ir en bastardilla (la agradable letra de imprenta que imita la de la mano).  

Pero los tiempos fueron cambiando: el diario se volvió semanario temporalmente, y el recuadro ahora brilla por su ausencia, porque ya no está al mando el binomio periodístico que solía deleitarse con este género de las noticias curiosas, especie de bálsamo para el lector en medio de tanta información trágica.

La noticia que motiva esta evocación de los queridos maestros de “El Canódromo” apareció en todos los diarios como si nada, como un hecho normal y corriente, sin bastardilla ni signos de admiración: Colombia importará café de Estados Unidos.

La sonrisa y la noticia curiosa que atraía a Guillermo Cano y compartía con José Salgar para que la destacara y titulara

Que uno de los países más cafeteros del mundo deba comprar en Nueva York 150 mil sacos de su propio grano para poder atender el consumo interno es tan inaudito como saber que los escoceses se convierten en importadores de whisky; los alemanes se surten de cerveza en Sudamérica; los chinos importan el té desde los dominios de la Reina Isabel; los mejicanos, su tequila; los rusos, su vodka, y argentinos y uruguayos deben abastecerse en el exterior de su propio mate. Un panorama de tales proporciones pondría patas arriba el mundo de las bebidas populares.

Mientras se levantan de sus tumbas don Pedro Uribe Mejía y los hermanos Londoño y Londoño  (Leonidas y Fernando) para venir a darles una paliza a los responsables de este desbarajuste cafetero, retomemos el hilo de las noticias.

En efecto, las noticias se repiten. El maestro Alfonso Castellanos, uno de los periodistas más completos que dio Colombia en el siglo XX, sostiene que las noticias siempre son las mismas. Sólo cambian de lugar y de protagonistas. Tome al azar en la hemeroteca de su biblioteca predilecta los ejemplares de 2 periódicos de épocas distintas y compárelos. En su ojeada descubrirá que los temas de ayer difieren muy poco de los de hoy: siempre hablan de guerras, terrorismo, desempleo, violencia, secuestros, hambre, miseria, carestía, corrupción, paros, huelgas, protestas, desigualdades sociales, reformas tributarias, partidos divididos y enemil etcéteras más.

Prueba inequívoca de que los hechos se repiten: hace más de 100 años, el entonces presidente Rafael Reyes Prieto, quien creó en su famoso quinquenio el departamento de Caldas, promovía y sacaba avante una reforma constitucional que iba en su propio beneficio para prolongar su permanencia en el poder.  La gran crónica patriótica cuenta que el experimento degeneró en dictadura y en la caída del régimen.

La historia de Colombia demuestra, además, que la República jamás ha tenido unos partidos unidos, cohesionados alrededor de un líder. Siempre ha habido dos o más bandos disputándose en cada colectividad el control de las masas, de las banderas y el gran pedazo de la torta burocrática. Es muy poca la diferencia que hay entre un liberal y un conservador. Ya no hay quien pelee por el trapo rojo o el trapo azul. Las ideologías se fueron de vacaciones y jamás volvieron.

Ahora es dando y dando, o miti y miti. Tú me das y yo te doy. Tú me apoyas y yo te apoyo. Tú me reeliges y yo te reelijo.

La apostilla: Si algún día Colombia importara café de Nueva York para atender su consumo interno, podría llegar el momento en que los japoneses importen sus televisores y equipos de sonido desde Corea, o que Arabia Saudita le compre petróleo a Venezuela.

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