Por: Orlando Cadavid Correa
El irrepetible narrador deportivo Carlos Arturo Rueda fue tan fecundo en el ciclismo como en el fútbol. Sus fuentes bautismales brotaron a raudales tanto en los transmóviles desde las carreteras como en las cabinas de todos los estadios.
En su libro “Carlos Arturo dice”, en el capítulo titulado “Los doce grandes”, hizo esta variada selección de los mejores futbolistas colombianos que vio en las canchas del país: Carlos Álvarez, arquero antioqueño; Efraín “Caimán” Sánchez, barranquillero; Mario Agudelo, Marino Klinger, Carlos Arango, Delio “Maravilla” Gamboa, Alfonso Cañón, Willington Ortiz, Didí Alex Valderrama, René Higuita, Bernardo Redín y Carlos Valderrama, el “Pibe”.
El libro lo publicó en 1992, del cual vendió 20 ejemplares en Manizales nuestro pupilo Duván Marín entre colegas y amigos, a 20 mil pesos cada uno.
Al hablar de las marcas sin registrar que el gran precursor “fabricó” para los equipos del fútbol colombiano se recuerdan, entre otras, las siguientes: el “Ballet Azul”, a Millonarios, por el juego exquisito que practicaba en la década del 50. Los “Sabios”, al Once Caldas, por el color blanco de su camiseta y la fama de intelectuales de los manizaleños. El “Ciclón”, al Unión Magdalena, por la brisa de la bahía samaria. Los “Cardenales”, al Independiente Santa Fe, por el color rojo encendido de su camiseta, similar a la sotana de esos jerarcas de la Iglesia. Los “Motilones”, al Cúcuta Deportivo, por la tribu que habitaba en el departamento fronterizo, sede del equipo.
Pero Carlos Arturo también tuvo sus apodos. Sus colegas de oficio le pusieron primero el “Colorado”, porque siempre bajaba de la escotilla con la cara roja, después de las transmisiones de ciclismo. El sol le pegaba duro al rubio costarricense. Luego lo llamaron el “Campeón”, por ser el más grande y gran pionero de los locutores deportivos de Colombia.
Apodó los “Hijos de María” a los jugadores del Once Caldas cuando adoptaron el uniforme completamente blanco. Llamó “Trucutrú” al portero Isidro Olmos; “Cabecita de oro” al centro delantero Osvaldo Galarza y “Petizo” a Alfonso Núñez. Más remoquetes de la marca Rueda Calderón: “Achito”, para Adelmo Vivas, arquero del Pereira. “Copetín”, para Carlos Aponte, defensa del Santa Fe. “Totogol”, para Alberto Perazo, goleador argentino del Santa Fe. Y “Benitin”, para Roberto Urruti, puntero argentino del Quindío.
Otra camada de motes para practicantes de la redonda: El famoso arquero Julio Édgar Gaviria, “Chonto”. Germán Antón, “Cabecita de Oro”: el argentino se ganó ese remoquete por ser uno de los goleadores del Santa Fe en 1948, especialmente por sus goles de cabeza. Llamó al argentino Julio Cozzi el “Portero del Siglo”, que llegó a Millonarios en 1950. Al paraguayo Lorenzo Calonga lo puso “Pate’ mula”, por haber pateado una pelota con tanta fuerza a la hora de cobrar un tiro libre, que la sacó del estadio. A Américo Montanini lo puso la “Bordadora”. Fue considerado el mejor jugador extranjero que pasó por el Bucaramanga, equipo al que Carlos Arturo también apodó el “Equipo Leopardo”. A Luis Augusto García, el “Chiqui”, le adjudicó ese alias porque cuando fue jugador lo veía muy pequeño al lado de sus compañeros de equipo. Jaime Arroyave fue bautizado el “Pantalonudo”, debido a que en un desfile deportivo en Ibagué salió con unos pantalones bombachos que le quedaban grandes. Arroyave fue durante 30 años manejador de las divisiones inferiores de los Millonarios. “Shinola” era la marca de un betún negro, y así apodó Rueda al delantero Julio Aragón, por su color de piel. Nota: quedan en el tintero más de cien remoquetes.
La apostilla: En 1974, Súper programó la transmisión nacional de este doblete de fútbol en el estadio Atanasio Girardot: Medellín vs. Santa Fe y Nacional vs. River Plate. Por tratarse de una transmisión para todo el país, enviaron a la capital antioqueña a Rueda a hacer la transmisión. El “Campeón” llegó a la cabina de Súper faltando cinco minutos para iniciar el primer juego: se sentó y miró a su derecha a su novel comentarista y le preguntó: “¿Cómo te llamas tú?”. A lo cual le respondió el manizaleño: “Eduardo Aristizábal Peláez”. En una pequeña hoja en donde tenía las alineaciones anotó una palabra muy corta, bien extraño, ante un nombre tan largo. En el transcurso del primer juego, el “Campeón” dice en su narración: “La toma Tébez, deja para Pandolfi, el argentino remata de pierna derecha y el balón sale por la línea final. Medellín 0 – Santa Fe 0, y en Súper, cadena colombiana, microcomenta el “Yayo” Aristizábal”. Como lo escucharon en todo el país, Eduardo quedó bautizado solemnemente.