Por Orlando Cadavid Correa
Un verso inolvidable de León de Greiff: “Señora muerte que se va llevando todo lo bueno que en nosotros topa”. Del mismo autor son estas pruebas en las que los hombres no son razonables: la tauromaquia, el fútbol, la guerra, el boxeo, el ciclismo y el automovilismo.
“Yo soy firme como una base móvil”, decía Carlos Arturo Pareja, famoso lentejo cartagenero para justificar sus volteretas.
“Si los hombres pudieran quedar embarazados, el aborto sería un sacramento” (Xiomara Castillo).
“Escribir es el oficio más terrible de la tierra” (Adolfo León Gómez, director del diario El Correo, de Medellín).
“La tortuga conoce mejor el camino que la liebre y lo disfruta más” (Óscar Hernández).
“Si la corrupción doliera, Colombia sería solo un alarido total” (Germán Castro Caicedo).
Rafael Núñez visto por Luis López de Mesa: “Enclenque, desgarbado y feo, de barba hirsuta y mirar acerado de aguilucho, parecía un judío de oriente”.
“Siempre me ha inquietado la quietud de los libros. Esa magia de volver la página antes de que caiga el verdugo” (Juan Manuel Roca).
“Nadie ha podido dar fe de que el gran Víctor Hugo hubiese dicho que la Constitución de Rionegro, expedida el 8 de mayo de 1863, parecía hecha para gobernar una república de ángeles” (Roberto Cadavid Misas – Argos).
“Érase una columna que no sostenía nada; una columna que parecía calumnia; una columna que daba quejas; una columna pesimista, resentida; una columna amargada, basada en rumores, con tendencia a ser tendenciosa. Era una columna de opinión y lo único que opinaba era que era libre de opinar” (Santiago Díaz).
“¡Qué bueno! Vivimos en Colombia, un país donde el gobierno todo lo hace bien y los responsables de la pobreza son los pobres y los responsables de las masacres son los muertos” (Víctor Silva).
“A Colombia la tienen acostumbrada los políticos, los gobernantes y la clase dirigente a sistemáticas mentiras sobre el estado general de la nación para confundir y así poder pescar en río revuelto” (Alejandro Arenas).
“Todas las esposas de los Canos, dueños de El Espectador, ‘heredaron’ la virtud de ser periodistas, de la misma manera que en las panaderías todos los de la familia son panaderos” (José Yepes Lema).
“No soy un arquitecto, soy un artesano de la construcción. Los arquitectos son los que trabajan en escritorios y computadores” (Simón Vélez).
La apostilla: “Duermen los niños haraposos en las puertas de los clubes y en los tugurios del hambre y la miseria. Dios sigue siendo sordo, mudo, ciego, apático y omnipotente” (Eduardo Zalamea).