Por Gabriel Ortiz
El descontento se agudiza y genera protestas a lo largo y ancho de esta Patria que desde siempre ha esperado un cambio, pero un cambio que puedan acariciar todos los sectores sociales, políticos, económicos y judiciales, es decir: que no deje escapar reducto alguno de nuestra población.
Todos los gobiernos han recibido el castigo de una opinión pública inconforme, por cuenta de medidas acosadoras de sus intereses, sus anhelos y sus derechos.
Según la tendencia del líder que despacha desde los elegantes salones de la Casa de Nariño, desfilan protestas de izquierda y derecha. Para unos gobernantes, las manifestaciones no existieron, para otros eran promovidas por anarquistas.
Durante estas calendas, las protestas provienen una de extrema derecha enemiga del cambio ofrecido por Petro desde las urnas que lo llevaron a la presidencia. Sus simpatizantes consideran que su mandato es incomparable. Las encuestas estiman que una tercera parte del país está conforme con su manera de gobernar.
A juzgar por los titulares de los medios, el palo no está para cucharas. La inseguridad se ha agudizado en campos y ciudades, los esfuerzos por la tal paz total, no cuajan, nunca antes la economía había estado por el suelo, el Congreso a pesar de la abundancia de mermelada, no aprueba los proyectos gubernamentales, el gobierno carece de un espíritu negociador, proyectado por la terquedad del jefe de Estado, la corrupción se aprecia por todas partes. Por primera vez Ecopetrol deja pérdidas incalculables, que pone a temblar a Colombia ante los cambios administrativos y directivos que le impusieron. Se habla de la necesidad de importar gas venezolano, mientras se tienen importantes yacimientos en nuestra costa atlántica.
Son muchas más, e incontables las fallas que se advierten y ponen a pensar a un país que espera mejores resultados de una administración que dijo plasmar los mayores cambios que alguien pudiera haberse imaginado. Y realmente durante los primeros meses de Petro, se observó un alivio. Sus ministros, asesores y altos funcionarios, así lo proyectaron. Se observó una limpieza en el manejo de los recursos y contratos. Pero todo se ha venido derrumbando, todo cae, nada se mantiene o deteriora. La cascada de nombramientos, de funcionarios sin calidad, sin preparación, sin trayectoria, sin controles, más con insaciables ambiciones y ánimo de lucro, desbarajuste, entorpecen y diezman aceleradamente al gobierno Petro.
Las marchas del miércoles, reflejaron claramente el rechazo de multitudes, a la forma como se viene orientando la nación. Los manifestantes fustigaron las reformas, las medidas, los nombramientos y el manejo de los fondos del Estado. Vargas Lleras expresó que las enmiendas al tema de la salud, se ha convertido en la caja menor de los recursos del Estado. Criticó la manera como se violenta la autonomía de la rama judicial.
El presidente se limitó a decir que las fuerzas volcánicas del país quieren las reformas, que los privilegiados se niegan a perder.
Así las cosas, vendrán y con razón, nuevas marchas y movimientos de protesta que culminaron en la Plaza de Armas de San Carlos, defendiendo las tesis y el manejo del gobierno Petro, porque hemos ingresado a las épocas de desfiles, manifestaciones y protestas semanales. Y seguramente este período mantendrá su mismo talante hasta el final.
BLANCO: Neiva prohibió el tráfico y consumo de estupefacientes en sitios públicos, parques y cercanías a los colegios.
NEGRO: La invasión de extorsionistas que siembran el terror en Bogotá. Comercios y tiendas de barrios son víctimas de esta delincuencia.