Blanco y negro. El país de la agresividad

Los asaltos callejeros son pan de cada día en todo el territorio colombiano. Foto Vanguardia

Por Gabriel Ortiz

Colombia, la patria amable, tolerante, ingeniosa y edificante que idearon Bolívar y Santander, se fue transformando con el correr del tiempo en un país con una mentalidad agresiva.

Tal vez el famoso florero de Llorente, nos ha irritado desde la colonia. Si el comerciante español hubiera prestado el artefacto, bastante lobo, por cierto, para adornar la mesa del agasajo al Comisario Real Antonio Villavicencio y la ofensa del chapetón: “¡me cago en los americanos!”, seguramente aún tendríamos como capital a Madrid y cenaríamos en “El arco de los Cuchilleros” de la plaza mayor.

Ese 20 de julio de 1810, la gente se calentó e impulsó a un grupo notable de criollos a alcanzar nuestra independencia, con Bolívar a la cabeza.

Desde entonces, no hemos tenido la tranquilidad que nos merecemos. Unos queremos imponer nuestras ideas y otros las suyas. Todos buscamos un florero para imponer sus pensamientos, poderes, criterios y sacar provecho a las ambiciones. Mejor no referir las épocas, para no herir a los responsables. 

Hoy somos un país inhóspito y agresivo que parece gozar con cada fechoría, crimen, atropello, o despropósito. Así es imposible construir una sociedad con gente progresista, trabajadora, tolerante y respetuosa.

Para demostrar los límites a los que hemos llegado, basta hacer un recuento de lo que a diario ocurre en nuestra geografía.

En Medellín y el Valle de Aburrá, caravanas de motos y delincuentes se desplazan buscando víctimas, comercios e indefensos ciudadanos, a quienes atracan y asesinan. ¡Ciudad agresiva!

Barranquilla en poder de los criminales manejados desde las cárceles para extorsionar, atracar, apuñalar a quienes no entreguen sus celulares y demás pertenencias. Hay otras bandas encargadas de extorsionar los comercios a los cuales les dan una “matricula” que garantiza sus vidas mientras entreguen la “cuota mensual”, que deben seguir cancelando. ¡Ciudad agresiva!

Cúcuta, azotada por organizaciones criminales manejadas por hampa colombo-venezolana, manejada desde el vecino país. ¡Ciudad agresiva!

Bucaramanga con grupos dedicados a la criminalidad, en donde se aplica el asalto, la extorsión a sus habitantes y ahora el secuestro de mascotas. Se llevan los animalitos y luego llaman a sus propietarios para pedirles rescate. ¡Ciudad agresiva!

Y así está todo el país. Cartagena, Cali, Manizales, Pereira y demás ciudades. Bogotá no se queda atrás. En Ciudad Kennedy, la mafia y la delincuencia cambiaron de horario. Entre las 4 y 8 de la mañana, salen por manadas a cometer toda suerte de atracos y desde luego extorsiones a los comercios. En las otras localidades, aprovechan el desorden, el endemoniado tráfico, las obras inconclusas, o a medio hacer, para amedrentar e intimidar a la población. De día, de noche o a cualquier hora, es insegura para los bogotanos. ¡Ciudad agresiva!

Esa es la radiografía de nuestra nación, desde el florero hasta nuestros días, porque no se diga nada del campo donde guerrillas, paras, comunidades, indígenas y demás, secuestran campesinos y soldados. ¡País agresivo!

BLANCO: Bien por Daniel Coronell: el expresidente Uribe, tuvo que rectificar la calumnia que le endilgó. 

NEGRO: El garrote del BM y FMI, nos enfrió más: crecimiento del 1% e inflación más del 8%.

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