Así pasó: 1956, Buenos Aires, el peronismo

Momentos de gloria para la pareja gobernante argentina. Juan Domingo Pero fue derrocado por una junta militar en septiembre de 1955. Foto archivos oficial

Por Jairo Ruiz Clavijo

Cuando comete el imperdonable pecado del divorcio, la Iglesia le hace la cruz que le faltaba, los militares conspiran contra él hasta tumbarlo y la noticia se celebra en los salones y se llora en las cocinas.

Sin oponer resistencia, Perón, abandona la Argentina y se marcha al Paraguay, al exilo.

La junta militar que dio el golpe de estado a Juan Domingo Perón y lo despojó del uniforme militar. Foto Infobae

En Asunción vive días tristes; se siente vencido, viejo y solo. Dice que con su gesto de renunciamiento evitó un millón de muertos, pero también que el pueblo no supo defender lo que él le dio y que por ingrato merece las desgracias que le ocurrirá, que el pueblo piensa con el estómago, no con la cabeza ni con el corazón.

La dictadura militar fusila obreros en los basureros y decreta la inexistencia de Perón, Evita y el peronismo. Queda prohibido mencionar sus nombres y sus fechas. Sus imágenes son delito y se mandó demoler su residencia hasta la última piedra, como si apestara.

Pero ¿qué hacer con el cadáver embalsamado de Evita? Ella es el símbolo mas peligroso. Los generales arrojan su cuerpo dentro de una caja, bajo una etiqueta de Equipos de Radio y lo destierran. A dónde, es secreto. Dicen que dicen que a Europa o a una isla en medio del mar.

Evita se convierte en una muerta errante, que viaja en secreto por lejanos cementerios, expulsada de su país por generales que no saben, o no quieren saber, que ella yace en su gente.

(Marysa Navarro, Evita, Buenos Aires, Corregidor, 1981)

Jairo Ruiz Clavijo

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