Por Jairo Ruiz Clavijo
Entre ayer y mañana un abismo: La revolución china se lanza al aire y salta. Desde Pekín llegan noticias que tras larga marcha de la humanidad armada, han triunfado los rojos de Mao. Huye el general Chiang Kai-chek, los Estados Unidos le instalan trono en Formosa, ocultan lo ocurrido y durante décadas occidente piensa que la China son esos diez millones de chinitos que viven apretujados en la isla y no los casi cuatro mil millones que llenan la mitad del continente asiático.
Los parques de China estaban prohibidos para pobres y perros y morían de frío los mendigos en las madrugadas como en los antiguos tiempos de los mandarines; pero no era en Pekín donde se dictaban órdenes, no eran los chinos los que designaban sus ministros y generales, redactan sus decretos y fijaban sus tarifas y salarios. China no estaba en el mar Caribe por error de la geografía.
(Tibor Mende, La Chine et son ombre, París, Du Seuil, 1960)
Jairo Ruiz Clavijo