Edwin Bohorquez Aya Periodista y gerente digital de El Espectador
La fórmula es sencilla: a recortar porque no hay plata para todo lo que estaba en el plan. Austeridad, le llaman formalmente en el Gobierno.
Se trata de un documento de 17 páginas -que es distinto al plan de recortes, aún pendiente por publicarse, cuentan los colegas de la redacción Política- que contempla una reducción en el “pago de viáticos a funcionarios, el gasto en publicidad y eventos, y la contratación para la prestación de servicios”.
Se supone que entidades que operen con el Presupuesto General de la Nación “deberán realizar una revisión previa de las razones que justifiquen la contratación de personal para la prestación de servicios profesionales y de apoyo a la gestión”.
Allí también se lee una directriz para todas las entidades: Deben tener “acciones que permitan racionalizar el reconocimiento y pago de horas extras y ajustarlas a las estrictamente necesarias”. Además, limitar, de manera significativa, el gasto en publicidad estatal.
Se supo que precisamente todo el gasto de publicidad deberá informarse al DAPRE, en cabeza de Laura Sarabia, y contar con su visto bueno. Las entidades se deben abstener de celebrar contratos para promocionar la gestión del Gobierno Nacional de “manera personalizada”, es decir, en agendas, almanaques, libretas, revistas o la impresión de informes, entre otros.
Se trata, dijo el ministro de Hacienda, Diego Guevara, de “gastar en lo realmente importante” y que se deben priorizar los eventos virtuales sobre los presenciales, refiriéndose a la asistencia del Gobierno a la cumbre mundial de Davos y confirmando que no estarán allí de manera física sino en conexión remota. De nuevo, apuntó Guevara: “Necesitamos un esfuerzo de austeridad y parsimonia en las diferentes entidades”.
El país está pendiente, ahora, del plan de recortes, pues el presupuesto general de la Nación está en déficit y, para sumar, que la ley de financiamiento o reforma tributaria no pasara en el Congreso, hizo que la situación se complicara aún más. No hay de otra, hay que recortar, porque con la austeridad no parecen tampoco cuadrar las cuentas.
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