Querido Papa Francisco

Vatican News

Francisco: “Yo soy un inmigrante”

“No le hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti”

Por Elizabeth Mora-Mass

En su visita a Nueva York, el Sumo Pontífice demostró que es una de las figuras más carismáticas de este mundo moderno. Su viaje a Estados Unidos fue una fiesta inolvidable de fe, amor y esperanza. Con su sonrisa que ilumina el planeta entero, Francisco hizo suyos los encuentros con los poderosos de la Casa Blanca y el Congreso en Washington, las Naciones Unidas y la Catedral de San Patricio en Nueva York. Además de conmover hasta las lágrimas a los asistentes a la Escuela Reina de Los Ángeles, el Parque Central y el Encuentro Mundial de Familias en Filadelfia. Y a cada momento repitió la regla de oro: “No le hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti”.

“Yo soy un inmigrante”

Con la gente gritando afuera “Papa, Papa”, en español, el Santo Padre –en la primera visita que un Papa haya realizado a la Casa Blanca, usó tan notable balcón para defender a los inmigrantes, “quienes siempre han hecho grande a Estados Unidos”.

“Señor presidente, estoy agradecido por su bienvenida en nombre de los estadounidenses”, dijo en inglés con acento. Y agregó: Yo soy un inmigrante. Como hijo de una familia inmigrante me siento feliz de ser invitado a este país, el cual fue mayormente construido por esta clase de familia”.

Y expresó ante los cientos de invitados a la Casa Blanca: “Me gustaría que todos los hombres y mujeres de buena voluntad de esta nación apoyen los esfuerzos de la comunidad internacional para proteger a los más vulnerables en nuestro mundo y para estimular integralmente modelos de desarrollo inclusivos que permitan que nuestros hermanos y hermanas de todas partes puedan conocer la bendición de la paz y la prosperidad, la cual Dios desea para todos sus hijos”.

“No nos dejemos asustar por los números de los inmigrantes, en especial, los indocumentados, debemos verlos como personas, mirando sus rostros, escuchando sus historias, tratemos de responder lo mejor que podamos a su situación”, no se cansó de repetir en sus homilías de Washington, DC, San Patricio, en Nueva York y Filadelfia.

Tanto en el Congreso como en Nueva York y, en especial, en las Naciones Unidas, repitió que hay que edificar una nación que nos llame a reconocernos, en la que estemos, relacionados unos a otros, dejando a un lado la hostilidad.

El mensaje al Congreso

Francisco fue invitado a hablar ante el Congreso de Estados Unidos de Estados Unidos por el portavoz de la Cámara de Representantes, el republicano de Ohio, John Boehner, quien es católico.

Con un tono suave, pero con palabras duras y firmes, el Papa Francisco les pidió a todos los estadounidenses, “poner fin a la hostilidad hacia los inmigrantes y buscar la manera de lidiar con ellos y sus familias.

También exigió respeto por la Madre Tierra y el cuidado del Medio Ambiente. “Pensemos en nuestros hijos, en qué planeta van a vivir”, afirmó. “El Medio Ambiente está devastado por la dañina relación del Hombre con la Naturaleza—toda ella un regalo de Dios—de la cual nosotros somos servidores, no sus dueños”, dijo el Siervo de Dios.

A su paso por todos los sitios visitados, la gente gritaba y lo aplaudía como a una estrella del rock. De hecho, lo comprueban los 80,000 asistentes a Central Park, los 24,000 que asistieron a misa en el Madison Square Garden de Nueva York, más el millón que se hizo presente en Filadelfia. Son multitudes que sólo reúnen a los grandes.

En medio de los aplausos y el delirio colectivo, el Papa continuaba defendiendo a los inmigrantes, en especial a los indocumentados. “Ellos son los extranjeros, sus hijos que no van a la escuela, esos que están sin seguro médico, los sin hogar, los viejos olvidados. Vayan afuera y demuestren que Dios está en sus mentes”.

Vale la pena destacar que, en todos los actos, el Santo Padre estuvo acompañado de líderes judíos, musulmanes—de todas las vertientes–, budistas, protestantes, hindúes, ortodoxos rusos y griegos, etc. “Esta ciudad (Nueva York) se fortalece cultivando la amistad y la buena voluntad entre la gente de diferentes religiones”, comentó.

“Dadme a vuestros cansados, a vuestros pobres. A las masas hambrientas que claman por la libertad”, expresó en varias oportunidades, citando el mensaje de Emma Lazarus, inscrito en la Estatua de la Libertad, sitio dónde más de 200 millones de estadounidenses dicen tener su origen. 

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