* Cómo un concesionario de un patrimonio público nacional copta bienes de la gente para beneficio privado.
* ¿Invasión ilegítima y anti ética de espacios de la gente para «consolidar» una posición dominante de una marca corporativa propiedad extranjera?.
Yamid Amat, el viejo lobo de mar de la industria noticiosa, la chiva, lo suyo, puede escribir en sus memorias la gran paradoja de la radio industrial que le vimos vivir quienes estuvimos en el medio a partir de la década de los ochenta del pasado segundo milenio en su siglo veinte, generación de la transición mediática hasta la revolución tecnológica digital que hoy navegamos con los hijos del siglo veintiuno, ellos nuevos sin saber de los medios analógicos de nosotros sus viejos de este tiempo.
Desde la época en que nació la televisión Colombiana año 1954, en la frecuencia hoy denominada Canal 1, radiodifundida en el espectro radioeléctrico o electromagnético, existió años antes una radio para la educación de los campesinos que aprendieron a leer y escribir, sumar, restar, multiplicar, dividir hasta ser bachilleres por radio, como hoy online se aprende, ellos lo hicieron oyendo en sus transistores marca Radio Sutatenza hasta 1988. Fue la radio histórica, memorable, con propósito educativo desarrollada por ACPO, Acción Cultural Popular, dirigida por el Padre Salcedo. Nació en Sutatenza, Boyacá. Una ONG de los tiempos de la creación de la ONU, posguerra para realizar derechos fundamentales como la educación base del desarrollo humano y familiar. Financiado el proceso con cooperación internacional mayoría europea, nórdica.
El sistema Radio Sutatenza era lo mejor de la industria en las cuatro décadas de servicio hasta desaparecer absorvida por Caracol Radio en diciembre de 1988 que se plantó en la sede de la zona industrial de las Américas con calle 13. Sutatenza tenía el mejor dial 810AM, la mejor tecnología de estado sólido en su tiempo, máxima potencia y sonido limpio y la mejor planta física en el edificio que fue Caracol Radio, época Grupo Santodomingo, Bavaria, hasta su traspaso a la propiedad extranjera actual. Desapareció Sutatenza y reinó sobre lo que fue bien público la marca predilecta de la sintonia radial en Colombia, Caracol, Cadena Radial Colombiana, La Gran Compañía que desde 1948 emite al aire. Cuando borró a Sutatenza, Caracol estaba en sus cuarenta años con su jingle de cuenta progresiva. Quien escribe el relato es sobreviviente de la nómina periodística despojada de su espacio laboral en ése momento. Fui reportero de Sutatenza hasta su desaparición.
Todo quedó así. Yamid Amat era el rey de la sintonia al frente del sistema noticioso Caracol que él había revolucionado una década atrás con sus chivas, su entrevistadera matutina y después el humor vespertino al aire. Ahí estaba el viejo Maestro de los que hoy siguen en lo mismo que él creó. Nadie dijo nada en el ecosistema mediático. Un despojo de un bien público de la gente rural y urbana, pueblo, pagado por cooperación internacional. Nada pasó.
Año 2024, treinta y seis años después, ahora es el Maestro Amat el que vive en carne propia el rigor de ésa práctica de la misma marca, la que lo consagró como el decano de los radioperiodistas industriales desde finales de los setentas. Caracol Radio en una «jugadita» habilidosa de Prisa, borra hoy marcas de tradición como CM& el informativo más antiguo en el primer canal público de la televisión Colombiana hace sesenta años esta frecuencia de todos en el espectro radioeléctrico y todos los demás operadores de televisión en el Canal 1 ahora tapado por la marca Caracol Radio con su parrilla de contenidos para evitar la caída libre por la nueva realidad de las audiencias y el consumo mediático en el ecosistema digital. La televisión más institucional de los colombianos es ahora simple repetidor, transmisor subordinado de la marca privada de propiedad extranjera. No hay derecho.
La maroma que deja muy menoscabada en credibilidad a una marca informativa industrial mediática, es que entre concesionarios de un bien público del Estado, concertaron un convenio de «proveedor de contenidos mediáticos» para ahorrarse el avivato concesionario del Canal 1 toda la producción televisiva y convertir un Canal histórico propiedad de los 52 millones de colombianos en un triste repetidor transmisor de una parrilla de radio privada comercial sin restricción. La jugada les va a salir muy costosa en reputación, legitimidad, credibilidad, si es que en lo legal se salen con lo pactado entre «jugadores» sin decoro. La gente y sus derechos valen cero para los negociantes de lo público, las corporaciones que hoy dominan el mundo sin escrúpulos.
Más de doscientas familias a la calle por la movida mediática en medio del mutismo gubernamental que cambiaría ésto en el paraíso de la impunidad. El primer empleado de la nómina estatal colombiana les aconsejó a los trabajadores despojados de sus derechos laborales, formar una cooperativa. No les dijo para qué. El Mintic responsable de las concesiones y contratos de este papelón, no dice mú.
El Patriarca de los radioperiodistas y la televisión informativa CM&, protagonista de este feo asunto en ambas orillas y posiciones sin ser responsable legal en ninguna, puede enseñar a sus discípulos cómo se opera la realidad mediática en Colombia contra el derecho a la Información y la pluralidad de expresión.
Este relato responsabilidad de quien lo firma lo corroboran amigos míos, colegas, con quienes vivimos los dos momentos. Aquí no pasa nada ni pasará. La gente vivirá en el despojo y el engaño en su indefensión aprendida otros cien y doscientos años. El cambio es otra etiqueta de impunidad en negocios electorales y despojo de derechos.
Escrito por Hernando Ayala M. Ciudadano colombiano en acción voluntaria permanente por el Derecho a la Información y el Periodismo libre.
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