Las elecciones presidenciales y legislativas celebradas este domingo en Uruguay consolidaron al izquierdista Frente Amplio (FA) como la fuerza política más votada del país, pero los resultados estuvieron por debajo de las expectativas de sus dirigentes. Como avanzaban los sondeos, el FA rozó el 44% de los votos, frente al 47% que sumaron los partidos que integran la coalición de centroderecha que gobierna desde 2020. Además, la izquierda tendrá mayoría en el Senado, mientras que ninguno de los dos bloques reúne la mayoría en Diputados, con el 99,9% de los circuitos escrutados. En la segunda vuelta se enfrentarán el candidato del FA apadrinado por el expresidente José Mujica, Yamandú Orsi, y el oficialista Álvaro Delgado, delfín del actual presidente Luis Lacalle Pou. Con un 50% de aprobación, el mandatario es el referente indiscutido de la alianza gobernante, pero no puede salir al ruedo electoral porque la Constitución se lo impide. En cambio sí lo podrá hacer Mujica, que con 89 años es el político más popular de Uruguay. Participará desde su chacra, a las afueras de Montevideo, donde se recupera de los efectos del tratamiento que recibió por un cáncer de esófago, según confirman algunos de sus allegados.
“Mujica es un activo muy importante para el FA y se jugó en estas últimas semanas en spots de campaña en los que llamaba a votar por Orsi. Pienso que el FA va a apelar a lo mismo pero no tanto para atraer votos, porque los votos que hay que atraer no son tan sensibles a Mujica, sino para motivar a la militancia a buscar el voto a voto, que fue lo que pasó hace cinco años [cuando el FA subió 10 puntos entre la primera y segunda vuelta]. Mujica es muy bueno para mover a la militancia”, dice a EL PAIS Mariana Pomiés, directora de la consultora Cifra.
Para Pomiés, el principal desafío de aquí al 24 de noviembre, fecha de la segunda vuelta, es el mismo tanto para Orsi como para Delgado: construir el liderazgo que hasta ahora no han demostrado. “Han hecho una campaña en la que se han lucido poco, han hablado poco masivamente”, señala Pomiés. Considera que ninguno de los dos se ha convertido en una figura que emocione y mueva al electorado. Por lo pronto, recuerda Pomiés, en noviembre tendrán que verse cara a cara en un debate televisado establecido por ley. “Van a tener que salir a demostrar que son los líderes de esa mitad [de la población] y que con ese liderazgo pueden convertirse en presidente”, analiza.
En la noche del domingo 27, la euforia que manifestaban los líderes coalicionistas y sus seguidores, contrastaba con el ánimo más apagado que se percibía en filas del Frente Amplio. Las expectativas que había en la izquierda de conseguir un resultado superior al 44%, razona Pomiés, pudieron basarse en algunos sondeos que indicaban esa posibilidad y también en la campaña “pueblo a pueblo” por la que apostó. “Los resultados estuvieron dentro de los márgenes esperados por la mayoría de las encuestas. El Frente Amplio sigue siendo el partido más votado como ocurre desde hace varias elecciones, con algunas mejoras con respecto a esta misma instancia hace cinco años, y además alcanza la mayoría en el Senado, que era uno de sus objetivos”, dice.
También el FA partía con más entusiasmo que en 2019 porque había salido robustecido de las elecciones internas del 30 de junio de este año, que a diferencia de las del domingo 27 no eran obligatorias. En ese entonces la fuerza de izquierda consiguió 418.000 votos, una cantidad que superaba con creces al resultado de las internas de 2019, en las que rozó los 260.000 votos. Esa adhesión fue recibida como un espaldarazo que podía anticipar un holgado triunfo del FA en la primera ronda de estas elecciones. Sus principales referentes hablaron de la posibilidad de alcanzar el 48% que le permitiera tener mayoría en ambas cámaras e incluso hubo quienes veían factible atravesar el 50% necesario para quedarse con el triunfo en primera vuelta.
En esas internas, el candidato de la izquierda, Yamandú Orsi, exintendente de departamento de Canelones, logró el 60% de los votos superando a Carolina Cosse, exintendenta de Montevideo, con el 36%. El canario, como se denomina en Uruguay a los habitantes de Canelones, había sido aupado por el expresidente Mujica y señalado como el hombre más indicado para enamorar y convencer a los habitantes del interior del país, un territorio históricamente ligado a los partidos tradicionales, el Nacional y el Colorado, tradicionalmente más esquivo a la izquierda. Actualmente, el Partido Nacional gobierna en 15 departamentos, el Frente Amplio en tres y el Partido Colorado en uno. Los dos más poblados: Montevideo y Canelones son los bastiones de la izquierda uruguaya.
A partir de la derrota, en 2019, la dirigencia frenteamplista puso en marcha la iniciativa “El Frente Amplio te escucha”, que supuso un gran despliegue territorial para revertir lo que reconocieron como un alejamiento de la población tras quince años en el Gobierno, entre 2005 y 2020. Sus referentes recorrieron 300 localidades y mantuvieron más de 1.400 reuniones con organizaciones agrupadas en 19 categorías, como asociaciones barriales, productores rurales o empresariales. “Nuestro Frente Amplio es nuevamente el partido más votado del Uruguay. Somos el partido que más creció en esta elección”, insistió Orsi ante la multitud que lo escuchaba este domingo en la rambla costanera de Montevideo.
Con respecto a la elección pasada, el FA creció casi 5 puntos: pasó del 39% al 43,9%, el Partido Nacional decreció del 28,6% al 26,9% mientras que su socio, el Partido Colorado, aumentó su caudal electoral del 12,4% en 2019 a 16,1% en estos comicios. Junto a los otros socios de la coalición, Cabildo Abierto (2,4%) y el Partido Independiente (1,73), alcanzan el 47%, quedando en una posición más cómoda para ganar el 24 de noviembre. Pero al mismo tiempo el FA parece haber cosechado una buena respuesta a la estrategia territorial desplegada en los últimos años: este 27 de octubre ganó en 12 departamentos, mientras que el PN en seis y el PC en uno.
“Históricamente los votos de octubre de toda la coalición no se trasladan exactamente así en noviembre”, añade Pomiés. En ese sentido, explica que hay una parte de los votantes que eligen a los candidatos de su partido en la primera ronda y que pueden preferir no hacerlo por el que resulta finalmente elegido para disputar la presidencia en la segunda vuelta, e inclinar su voto hacia el FA. “De hecho, el FA crece casi diez puntos entre octubre y noviembre [de 2019] y son puntos que le ‘roba’ a la coalición”, señala. Esto explica en buena medida por qué Orsi apeló anoche en su discurso a la unión de los uruguayos. “Tratará de pescar votos en la pecera de la coalición”, apunta.