Los Corraleros de Majagual: herencia de una dinastía de éxitos

Los Corraleros de Majagual

Corraleros de Majagual: herencia de una dinastía de éxitos

Por Guillermo Romero Salamanca

El elegante salón de baile de la Cepol albergó a medio millar de personas que adquirieron sus entradas para el bingo que organizó la parroquia de Nuestra Señora Aparecida, al norte de Bogotá. Si bien los asistentes apoyaron la reunión para conseguir fondos para la construcción del templo, la razón que los motivó fue la presentación de Los Corraleros de Majagual.

“Es que vienen Los Corraleros de Majagual”, decía uno y otro vecino y en menos de un mes los organizadores entregaron las boletas.

Desde las cuatro de la tarde hicieron fila los parroquianos se hicieron presentes en la sede de la Policía Nacional en la concurrida Avenida Boyacá.

“A mí me gusta El Festival de Guararé”, decía uno. “Si tocan “Anhelos” me voy feliz”, comentó una señora. “Esa música me trae recuerdos de mis padres y mis abuelos y por eso estoy acá”, dijo una más.

La emoción aumentó a medida que se acercaba la presentación. Si bien es cierto que participaron en las rifas y en los bingos, la expectativa estaba en la actuación de la agrupación que ya cumplió más de 60 años haciendo gozar a colombianos, venezolanos, panameños y a miles de compatriotas en el exterior. “Yo los vi en unas fiestas del 20 de julio en Nueva York”, aclaró uno de los seguidores del grupo tropical que nació de la genialidad de los maestros Alfredo Gutiérrez y Calixto Ochoa, impulsados por don Antonio Fuentes y su disquera.

Cuenta la historiadora, doña Ofelia Peláez, que don Antonio se inspiró en una agrupación de 1912 que tuvo don Pedrito Alterque que se llamó “Los Corraleros de Astillón” y entonces tomó lo de Corraleros y lo unió al nombre de una plaza Majagual de Sincelejo, donde vivían Alfredo y Calixto en esos años.

Resultó magistral esa creación: unir el bombardino, trompetas y trombones, la gaita, los tambores, el bajo y acordeón originó algo sin antecedentes y muy original. De inmediato esos ritmos que salieron de los estudios de Discos Fuentes abrazaron a Colombia y se desbordaron de inmediato a los países vecinos y se incrustaron en los hogares del país. No hay una casa donde no haya al menos un disco de Los Corraleros, los tienen en acetatos, cassettes, compact disc, pero ahora con la llegada de las plataformas, amplifican sus notas alegres a todo volumen.

Llevan 62 años sin parar. Si bien han tenido etapas con los fundadores, luego con otros geniales músicos que continuaron, fueron Walfredo, Alfredo y Dino Gutiérrez quienes desde hace ya 33 años están al frente de la agrupación.

Casi que viven en un bus. Hoy están en Bogotá, pero ayer estuvieron en Sincelejo, luego pueden estar en Medellín, Neiva, Ibagué o en cualquier sitio donde haya personas deseosas de gozar con sus actuaciones.

Don Ángel Villanueva, presidente de Discos Fuentes los invitó como grandes personalidades de Colombia, para la celebración de los 90 años de existencia de la primera empresa discográfica del país.

“Estos muchachos no paran y ya se alistan para la maratón de fin de año que contempla un recorrido por un montón de ciudades”, dice Luis, el conductor del bus que admira cómo la gente los recibe a donde acuden.

“Eso es como si llegara un grupo de rock. Salen desde jóvenes,adultas, hasta niños que cantan y bailan sus canciones”, agrega.

El grupo cuenta con un fotógrafo permanente que toma cientos de momentos, además graba vídeos de sus actuaciones y de las expresiones de los seguidores.

Eduard Forero, a sus 40 años, sostiene que en su natal Cogua, lo mejor que ha pasado por el Festival del Rodamontal fue una actuación de este conjunto. “Fue, sencillamente, espectacular”, dijo.

“Los Corraleros de Majagual” cuentan con un repertorio de más de 100 canciones de verdadero éxito que suman millones de vistas en canales de YouTube y en decenas de plataformas.

Es el grupo tropical con cifras más relevantes. Cualquier seguidor puede contar las cifras de vistas de “El Pasmao”, “Los sabanales”, “El ascensor”, “El vampiro”, “Hace un mes, “La bonga”, “La burrita”, “La mafafa”, «Culebra Cascabel», «Caracol», «Cigarrón Colorao», «Tingo al Tango», «Tres Puntá», «La Sampa», «La Yerbita», «El Tamarindo», «Tres Tigres», «El Azulejo», «Caballo Viejo», «Ocho Días», «El Calabacito», «El Mosquito», «La India Motilona», «Playas Marinas», «Rebrundisio», «Remangá», «La Ombligona», «El Disfraz», «Mango Verde”, “La pollera colorá” o el super hit “Festival en Guararé”.

Cuando las emisoras sienten que bajan en temperatura de audiencia, ahí mismo ponen un tema de esta agrupación.

“Los Corraleros de Majagual” es la más grande herencia musical que ha dejado el dos veces rey universal del acordeón, tres veces rey del Festival Vallenato, ganador de docenas de discos de Oro, merecedor indiscutible de Congos de Oro, Guaicaipuro, vendedor de millones de copias discográficas y récord en visitas en plataformas, don Alfredo Gutiérrez Vitar, maestro de maestros, único, el más grande.

 Ahora demuestra con creces cómo se hace una dinastía, tanto vallenata, como tropical. Es única, inigualable.

Por el Festival de la Leyenda Vallenata han pasado decenas de grandes acordeoneros, pero que no han grabado tantas canciones ni tienen la resonancia de los Gutiérrez.

Tanto Walfredo, como Alfredo y como Dino saben que son herederos de un gigante de la música colombiana, por eso respetan cada una de las notas de las canciones y en sus presentaciones suenan igual a tal punto que un espectador puede decir que es como si estuviera escuchando un disco.

En 1985 Alfredo Gutiérrez junior hizo vibrar a los espectadores de “Súper Sábado Sensacional” de Venevisión en Caracas cuando tocó magistralmente la guacharaca con sus dientes. La gente quedó admirada por su capacidad, pero luego dejó esa práctica porque el daño que le ocasionó esa tarea en su boca.

Tonny Cabarcas, mánager de la agrupación, goza como cualquier espectador cada una de las presentaciones de “Los Corraleros de Majagual”. “El talento que emana de este grupo es contagioso. A pesar del trabajo que tenemos cada semana, siempre suben como si fuera su primera actuación. Gozan con las ocurrencias del público, con sus cantos, los ponen a bailar, casi que el público se mete dentro del grupo. Es todo un espectáculo”, cuenta mientras observa la alegría de los asistentes aquella noche de octubre.

Liliana –una de las asistentes a la fiesta– no bailó, no fue a la pista. Estuvo sentada todo el tiempo, empujó varios tragos mientras a su memoria llegaban miles de recuerdos de tantas fiestas que tuvo en su niñez, su adolescencia, su juventud, sus años de trabajo. “Esta música me recuerda todos mis diciembres, con mis abuelos que ahora no están, con mis padres que viven en Medellín, con mis hermanos que están en el exterior   y con tantos y tantos amigos con los cuales pasé buenos años de mi vida”, contó en su nostalgia, comprensible, que se mezcló entre la inmensa alegría de escuchar a la agrupación más prestigiosa de Colombia y las lágrimas que rodaron por sus mejillas por tanta felicidad que vivió con la música de Los Corraleros de Majagual.

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