Blanco y Negro. El golpe de los topes

Más grande el susto que los efectos esperados de la investigación del CNE a los topes de gastos de la campaña presidencial de Gustavo Petro. Foto El Espectador

Por Gabriel Ortíz

¿Qué será lo que quiere Petro?, es la incógnita que se ventila por los cuatro costados de esta perpleja, confusa y vacilante patria. El desconcierto abruma y aturde desde ese 7 de agosto del 2022, cuando se suspendió un solemne acto para introducir al escenario la espada del Libertador Simón Bolívar, la misma, que quien debía jurar cumplir con la Constitución, junto con supuestos rebeldes, habían robado hacía años.

Desde entonces, quienes por él votaron y quienes no lo hicieron, buscan alguna razón para entender qué es lo que está sucediendo y, hasta dónde y cuándo podrán soportarlo.

El parlamentario fogoso, delator, chivato y crítico, ese que fue acusado de guardar dineros en bolsas, de ejercer con maestría la oposición a cuanto gobierno se le atravesó y quien pide perdón, pero no lo concede, cree que  puede salvar a Colombia con fórmulas politiqueras tan cambiantes como el mutante y converso mandato que asumió tras ganar unas elecciones que violó los topes. 

Sin embargo, los primeros días del supuesto “cambio”, llevaron a la gente a pensar en una nación repleta de grandes acuerdos. Se creyó que la calidad y honradez de sus iniciales ministros y funcionarios, podrían garantizar un mandato con diálogos y consensos. Pero pudo más la golosina de poder omnímodo, integral y absoluto en el que siempre ha pensado, y le tienen inculcado sus huestes, tropas y “emes”. Su misión se fincó en un poder absoluto. 

Desde entonces va de torpedo en torpedo. Quiere echar mano a todo lo que se mueva y aparezca. Insulta, ultraja, ofende, acusa, difama y humilla a cuanto colombiano se atreve a apartarse de sus ideologías, pensamientos, errores, desaciertos y faltas de tino. La prensa y los periodistas hemos sido vilipendiados e infamados. Su mente solo ve oligarcas y esclavistas, golpistas y asesinos. Todo lo demás lo considera su pueblo vengador que lo sacará de apuros.  

Todo le llega, se le acerca y lo contamina, razón por la que acude a fórmulas, anuncios y propuestas alejadas de la democracia. Un día está contra la constitución y propone modificarla para implantar la reelección. Se enfurece con la justicia, porque no lo deja actuar a su antojo y copia a la dictadura de Amlo, para golpearla. Así actúa para diezmar las normas que nos han mantenido constitucionalmente libres. 

En buena ahora se rodeó de Juan Fernando Crísto. ¿Hasta cuándo? 

Lo embarcó un nuevo y enredado “Acuerdo Nacional”, que frenaría toda su perorata diaria de insultos, propuestas inconstitucionales y golpes a la democracia. Dice dialogar, atender y manejar su cambio con legalidad y cumplimiento Constitucional. 

Mas sus salidas en falso continuaron y quitaron piso a Cristo al conocerse el fallo del CNE, que con pruebas encontró los elevados topes de la campaña. Es mucho lo que se puede hacer con tanto dinero durante unas elecciones. 

BLANCO: Las explicaciones deben ser claras y precisas -si las hay- para dejar tranquilidad, sin acudir a las manifestaciones y revueltas que cree sacará a las calles.

NEGRO: Las alarmantes denuncias de la Asociación Colombiana de Medios de Información, sobre la agresividad contra la prensa, que busca la limitación de la libertad de prensa y establecer la censura en Colombia.          

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