Punta de lanza. El presidente X

Gabriel García Márquez "pistola" Foto La Vaca

Por Senén Gonzalez Vélez

La catadura moral del señor X, es tan horrible y perversa, que resume todos los defectos más detestables que puede tipificar la escoria de un ser humano indeseable y sátrapa.

No obstante, hay quienes soportan el fétido olor de un huevo podrido mientras almuerzan, y, por el contrario, hay otros que se les quitan las ganas de comer y se apartan del lugar. 

Lo más grave de todo esto, es que, así como para algunos la X provoca rechazo, asco, vomito, para otros, los conducen a la fascinación y, en la mayoría de las veces, al éxtasis. 

Por ello, esta es una nación macondiana, en la que todos sin excepción somos protagonistas de todas las experiencias habidas y por haber, desafortunadamente, más malas que buenas, en que la figura humana, y sus ocurrencias, por más estúpidas que sean, terminan convirtiéndose en genialidades aceptables, aun cuando sean absurdas.

Aquí, en esta tierra disque del Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen María, hoy bajo el mandato del maligno, se aprueba el todo se vale, y se convive de manera natural, como si el azúcar y la sal fueran la misma cosa.

Gabriel García Márquez y Fidel Castro, grandes amigos y confidentes. Foto La Razón

Tan cierto es, que algunos sectores de la importancia empresarial colombiana, so pretexto de librarse del factor ese, X, se plegaron a esa letra y hoy, no saben cómo hacer, ni como irse del país, tratando de perder algo, para no perderlo todo. No se atreven a paralizar el país, porque le sale la X, que es ya como un espanto.  

Nos reputamos como república independiente y libertarios por vocación, pero como contraste recurrimos a la esclavitud, eligiendo a nuestros propios verdugos, que hoy nos tiene con la soga al cuello. 

Nos encantamos con el presidente del Congreso de la República, y hoy amanecemos de capa caída al verlo metido en el enredo más denigrante de los sonados en el país en los últimos años. 

Pensábamos que estaba recuperando el honor del Legislativo, pero no, se dice, que fue una estrategia consabida. ¡Qué horror! 

Tenemos pobreza y cordones de miseria en casi todas las ciudades consideradas grandes capitales, pero para convencernos, necesitábamos que nos marcaran con un X para poder hablar de ella con propiedad, es decir, no basta con identificar las heces y su olor, sino que, para estar seguros, debemos probarla. 

Ahí están pintados una parte de numerosos colombianos que hoy se quejan de la X para terminar en un etcétera.

Todo lo que nos está ocurriendo con el Doctor X, viene de una corriente socio política literaria, que abrió caminos y permeo las aristocracias, participando como espías dentro de estas, la que luego llegó a todos los estratos y nada de raro seria, que, como muchos de los organismos  internacionales no son neutrales, sino que hacen parte  de la nueva ola y del nuevo orden, todo se calculó, escogiendo como  la vía más expedita, para penetrar el universo intelectual del país, las letras, el arte, la música, y los medios de comunicación, para  introducir  el sistema  que hoy astutamente le han puesto el título de progresista.

Cuando el gran nobel colombiano, Gabriel García Márquez, creó su macondo imaginario, en sus Cien Años de Soledad, no hizo otra cosa que traer al papel la historia de su propia vida, su rebeldía y la antipatía por las alcurnias.

Lo hizo con una astucia impresionante, mejor que Santos.  Es que Gabo, sabia ser agradable.

Sin demeritar la maravilla de su imaginación creativa y el honor para su tierra ARACATACA, al llevarles el honor de un nobel en Literatura, con esos Cien Años de Soledad, y su fantástica imaginación, agregada a la espectacular forma de atracción personal, tan fuerte fue, que se incrusto en el sentimiento de muchos colombianos, al punto que nos volvimos sus fanáticos siendo un hombre de total izquierda, con ropaje de progresista burgués. 

Y eso hay que abonárselo. Nos ilusionó a todos los connacionales, como también a Fidel. Bueno … es que el Nobel era superior a Fidel y a Santos, en todos los sentidos. 

En medio de multitudes y en todo tipo de reuniones, Gabo y Fidel tenían momentos de aislamiento para intercambiar opiniones. Foto PT

Decían que Gabo, mandaba en Cuba y Venezuela y Colombia, sin mover un dedo, solo con el verbo elocuente de un cuento macondianamente bien contado.

García Marquez se convirtió en el opio de las letras que, con la misma fuerza de las religiones, atrajo gentes, que terminaron obsesionadas y a disposición de la capacidad convincente del escritor. ¡Qué maravilla!

Su gloria, la repartió entre Cuba y México, dejándole a los colombianos, el placer de permitir que le dieran un fraterno abrazo, para el devolverlo con una pícara y a lo mejor burlesca sonrisa oculta detrás de un bigote, seguramente mofándose de las ridiculeces de una sociedad, que lo adulaba y adulaba, con sendas invitaciones, a los mejores lugares y clubes sociales de la patria. 

Siempre lució como el anfitrión de Colombia y como invitado. Una dualidad maravillosa convertida en el don de la ubicuidad.

Su patria putativa fue Colombia, pero más parecía cubano o mexicano.

A pesar de todo, nadie le puede arrebatar su talento para narrar, y para volver un sentido pésame o un duelo, en una gran fiesta. Fue un gran relacionista dominante.

Pero, con todo respeto, no le fue leal a su patria.

Esa es mi patria, la casa de las paradojas, en que residen toda clase de fenómenos.  

Por esa razón tenemos un X de presidente, y por ello, el Congreso y la clase política, también en su mayoría son X, P.M. como el mismo presidente.

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