Que lee ahora Gardeazábal. Memorias del médico Jaime Mejía

Portada del libro del médico caldéense Jaime Mejía Mejía

Por Gustavo Álvarez Gardeazábal

Memorias de una vida y una región, del médico salamineño Jaime Mejía Mejia, publicadas por Hoyos Editores

Audio: https://www.spreaker.com/episode/56995733

Salamina, en el norte de Caldas ,reunía al promediar el siglo 19 todas las características de la colonización antioqueña. Su administración, sus gentes y sus costumbres giraban alrededor de Medellín y no de la incipiente Manizales.

La noción de parroquia culta y bien conservada ( aún lo es) le permitió gustos estéticos en las construcciones y la aparición de mentes brillantes. Una de ellas fue el médico Jaime Mejía Mejía , que habiendo cursado primero las materias humanísticas en la Universidad de Antioquia termina graduándose de médico en la Universidad Nacional en Bogotá para ejercer su oficio la mayor parte del tiempo en su natal Salamina dictando desde allá cátedra médica y escribiendo textos valiosísimos para la historia del país y de su región.

Este libro reúne sus Historias Médicas de una Vida y una Región, algunos cuentos y poemas y unos luminosos ensayos. En todos ellos se advierte un narrador excelso, que no sucumbe al romanticismo de finales del siglo 19,( Mejía había nacido en 1861), no sacrifica la objetividad pese a ser víctima una y otra vez  de las guerras civiles que azotaron Colombia porque como era hijo de liberales, pensaba como liberal y ejercía liberalmente su profesión ,la mayoría de las veces perdió todas las guerras como su amigo y profesor el general Rafael Uribe Uribe.

Estetoscopio en mano, con ojo clínico pero sobre todo con observación minuciosa y estadísticamente manejada, trata en aquella lejura que era Salamina, por donde no pasaban ni el tren ni la carretera, de explicar las enfermedades más comunes del momento, describiéndolas casi que como si fuera un pintor al óleo y, en especial, llenándolas de habilidades narrativas las cuales, leídas 70 años después de su muerte,( falleció a los 92 años en 1953),siguen tan vívidas e impactantes como cuando las recogió por primera vez.

Durante su lectura, muy satisfactoria para mi, fuí asaltado insistentemente  por el grato recuerdo del médico Eugenio Pelaéz Ochoa, el médico de Tuluá durante casi 40 años, que nos ayudó a crecer y nos dio las clases de sabiduría y nos enseñó el camino de la persistencia en la disciplina como ruta para salir adelante. Así debió haber sido en su Salamina del alma, el doctor Mejía Mejía, orgulloso de su tierra, de su profesión y, sobre todo de su manera de entender y resistir la vida.

Gustavo Alvarez Gardeazábal

El Porce, septiembre 30 del 20  

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