Daniel Samper Ospina
Esta columna es para ayudar a la senadora Isabel Zuleta, pero para poder escribirla tuve que atravesar ola por ola el mar de noticias que suceden en Circombia: hinchas de Millonarios ingresaron un ataúd con un cadáver a las graderías de El Campín (aunque a diferencia de los del Deportivo Pereira —que perdieron 4 a 0 contra un equipo brasilero— no lo pusieron a tapar); se cayó un puente en pleno puente; el presidente sugirió que las amenazas al fiscal Barbosa son las segundas mejores autoamenazas del mundo. En entrevista con la revista Cambio, José Elías Melo dijo que la identidad del célebre Colombian official # 3, a través del cual el grupo Aval articuló un hermoso soborno, podría recaer en alguna de estas tres personas: Juan Manuel Santos, Germán Vargas Lleras o María Lorena Gutiérrez, que, dicho de ese modo, parece la alineación de la defensa del Deportivo Pereira. ¿No pueden las autoridades americanas ofrecernos, al menos, algunas pistas? ¿El Colombian official # 3 ha posado alguna vez en calzoncillos durante la entrega de una casa de interés social, por ejemplo? ¿De la boca del Colombian official # 3 han salido frases del estilo de “¿Dónde era que Luz María me guardaba esas vainas que no las encuentro? ¡Llamen a Ahumada!?”. ¿El (o la) Colombian official # 3 solía regalar almendras a determinados periodistas (y se comía las que le sobraban)?
Más noticias de la semana: el presidente anunció que prepara una ley de reconciliación para abrazar al prójimo traqueto, al hermano narco, y, dicho en sus palabras, “ofrecerle un camino”. Fiel a su tendencia, al día siguiente faltó a la cita que tenía con el Consejo Gremial, del mismo modo en que tampoco apareció en la clausura de la ANDI, con lo cual queda claro que si los empresarios quieren tener un espacio en la agenda del presidente deben convertirse en mafiosos: les va mejor. Amigo empresario: ¿está harto de que el presidente lo estigmatice y lo deje plantado? ¡Vuélvase narco!: el narco es el único “arribista de clase media alta esclavista” al que el presidente mira con empatía. (En ese sentido, pagar sobornos —y posteriormente negociar impunidad con los gringos— es un paso en la dirección correcta dado por el doctor Sarmiento. Cuando se cuelgue en el pecho sus primeras cadenas de oro, las relaciones con Presidencia mejorarán, lo mismo que las de sus lugartenientes:
—Las autoridades arrestaron a alias Cianuro, o alias “Esto es una coima, marica, Jijiji”, pero no pagará cárcel porque el presidente Petro lo nombró gestor de paz —dirán los medios).
Y, por si faltaran más noticias, los congresistas tramitaron un proyecto de ley para bajarse el salario, pero a modo de compensación colgaron un mico —de evidente naturaleza inconstitucional— que les permitiría conseguir un segundo trabajo.
Ya Gustavo Bolívar había advertido que los miserables 43 millones de pesos que se ganan al mes no alcanzan para nada y desde entonces se veía venir esta tragedia. Se imagina uno a los senadores convertidos en rappitenderos para rebuscarse la vida —echados todos en las escalinatas del Carulla de la 85, en grupitos, de acuerdo a su bancada, mientras les sale un pedido— y se estremece. Habrá que ver el desaforado tamaño de cada porta-paquetes de color naranja dentro de los cuales cabrían, a su vez, los paquetes mismos de cada partido: Susana Boreal en el del Pacto Histórico, Polo Polo en el de Centro Democrático. Cosa peor puede suceder cuando el pobre Iván Name se rebusque los pesos que le quitaron negociando las esmeraldas de su anillo en la plazoleta del Rosario; o cuando Alex Flórez deba medírsele a conducir un Uber (y tanquear gasolina en la estación en que trabaje como bombero Miguelito Uribe, el “niño-tía”, que denunciará en los demás los bonos de combustible que tiene para él).
Paloma Valencia confesó en la W que votó el proyecto de ley por cortesía: he ahí una persona educada. Pero quien protagonizó los titulares más llamativos del episodio fue doña Isabel Zuleta, bautizada por Margarita Rosa como la Diosa del Agua, quien pasó de atacar los privilegios de los congresistas con estridente vehemencia, cuando estaba en la calle, a defenderlos con idéntica vehemencia desde su curul. Y por eso esta columna es para ella: para ayudarle.
Hace una semana se quejó de los ciudadanos que se indignan por el salario de los padres de la patria, pero guardan silencio cómplice ante el sueldo que devengan los futbolistas, como si ambos, en el fondo, no jugaran sucio e hicieran goles (y casi siempre en fuera de lugar). Y el jueves pasado, en una entrevista con Juan Diego Alvira, afirmó que gasta dos millones y medio de pesos en el mercado para su dieta de vegetales orgánicos. Pobre.
—Veci, deme dos millones de pesos en zucchini —dice en el Surtifruver de su barrio.
Supone uno que, para sostener la dieta vegana, y cuando la ley se lo permita, doña Isabel pasará hojas de vida en los asaderos del sur de Bogotá, aprovechando que no pedirá una sola tajada, al menos en ese trabajo, y que es experta en el manejo de brasas, como puede atestiguarlo su colega de crespos capilares, Sergio Fajardo.
Su sentido de la solidaridad la ha llevado a financiar con su propio salario a los candidatos de su partido, así lo prohíba la ley:
—Veci, hoy deme apenas millón y medio en espárragos porque voy a ayudarles a los muchachos.
Y su conmovedor amor filial la llevó a incluir a su señora madre en una lista del concejo del Pacto Histórico.
Solidario ante el difícil momento económico que atraviesa semejante ejemplo de mujer, por culpa del cual su modesto salario de congresista se asemeja al de los futbolistas, sí, pero del deportivo Pereira; y compasivo, en fin, con sus necesidades tanto gastronómicas como familiares, he decidido organizar una colecta para ayudarle.
Así es. Resulta paradójico organizar una vaca para quien dice ser vegetariana, pero es lo mínimo que merece esta mujer que, si tiene huevo, como señalan algunos, es únicamente porque su dieta se lo permite. Doña Isabel merece la ayuda de todos. Incluyendo los narcos que redimió el Gobierno, el portero del deportivo Pereira y hasta el Colombian official number 3, o por lo menos alias Cianuro. Jijijí.