Caficultura espanta, la peor crisis en toda su historia: Aurelio Suárez

Café, símbolo económico de Colombia

Por Germán Enrique Núñez T.

Nunca antes los productores habían atravesado por una crisis que va desde lo ético hasta lo institucional, político y económico. Autorizan importación de semillas y sigue la incertidumbre.

Lastimosamente los caficultores colombianos han tenido que contar su loable historia con lágrimas en la mano y un vaso lleno de ajenjo. Los problemas, conflictos y carencia de políticas han hecho de la caficultura un sector sufrido y duramente castigado.

Los productores saben que todo empezó en 1730 cuando los jesuitas importaron la valiosa y especial mata, el tiempo fue pasando, arrancó la comercialización arcaica en 1835 según la Federación Nacional de Cafeteros, fecha que algunos piden revisar así como el origen en Colombia. Cuando la caficultura tomaba forma llegó la Guerra de los Mil Días que empezó el 17 de octubre de 1899 y terminó un 21 de noviembre de 1902, el saldo, miles de muertos y la caficultura como el resto de la economía destruida y obligada a comenzar de nuevo.

La Federación Nacional de Cafeteros, FNC, nació de manera independiente y sin compromisos con terceros en 1927, el 22 de noviembre de 1940 es creado el Fondo Nacional del Café, FoNC, una jugada que tendría sus costos porque el favor puso cuatro asientos en el Comité Nacional para el ejecutivo, ministerios de Hacienda, Agricultura, Comercio y Planeación Nacional.

En caficultura ha pasado de todo, las crisis van y vienen, igual las bonanzas, pero paradójicamente al sector lo ha marcado mucho más la adversidad que los momentos de gloria. Los tiempos de sufrimiento tienen raíces locales, pero igual internacionales porque la caída del Pacto Cafetero el cuatro de julio de 1989 se dio como una movida poco proba en contra de los grandes productores como Colombia y Brasil, desde ese momento, con la atomización del acuerdo de cuotas, el mercado quedó a la deriva y pasó a manos de las multinacionales y tostadoras que no han sabido desde que fueron fundadas que es una crisis, pues mientras llenan sus bolsillos, el hambre campea en los modestos predios cafeteros que con el ingreso a la bolsa de Nueva York, fueron entregados a los especuladores y fondos de inversión que al parecer disfrutan con la miseria de los países que de manera increíble dan papaya.

Los problemas generalmente han surgido por la sobreoferta de grano, sin embargo llama poderosamente la atención porque a Brasil y Colombia los dos grandes jugadores les apareció competencia en Vietnam, Laos y otros países, algunos dicen que fue una idea de la banca multilateral que apagó incendios en oriente mientras que prendió la mecha en América Latina en donde el grano experimentó caídas alarmantes de precio, el asunto era obvio, llegó más oferta y lo que sobra, por ley de oferta y demanda, vale menos, así se juega en el libre comercio en donde el pesar y la consideración no existen. A lo anterior hay que añadirle errores, políticas y equivocaciones que en la práctica salen sumamente onerosas.

En charla con Diariolaeconomia.com, el analista económico e ingeniero industrial de la Universidad de los Andes, Aurelio Suárez Montoya, aseveró que la actual es la peor crisis cafetera de la historia porque tiene los mismos elementos de las tres dificultades que ha habido desde 1993 que pueden conjugarse en baja cotización internacional, descenso en la tasa de cambio y caída en la producción. En la actual, dijo, hay un desplome en el precio internacional, una tasa de cambio que se mueve entre 4.000 y 3.900 pesos y un derrumbe en la producción de 14 a 10.5 millones de sacos.

Expuso que los tres requisitos que dieron paso a las movilizaciones y paros anteriores, hoy se están cumpliendo, pero aclaró que la dura situación de hoy tiene nuevos elementos que son agravantes. El primero y más grave, denunció, son las importaciones de café porque como hubo un precio internacional alto, los exportadores privados sacaron todo el café colombiano y empezaron a suplir el mercado interno con adquisiciones de grano en Brasil, Honduras, Guatemala, Ecuador, Perú y posiblemente Vietnam. El asunto arrancó, manifestó el versado, con 400.000 o 500.000 sacos, subió al millón, se fue luego a 1.8 millones y en 2022 esas compras de café en el extranjero alcanzaron los 2.5 millones de sacos.

Este año, dicen algunos, la cifra ha bajado un poco, pero Suarez Montoya conoció unos registros de aduana de casi 700.000 sacos a mayo sin contar el contrabando.

A juicio del analista hubo un segundo elemento más grave habida cuenta que con la crisis que se presenta con cargo al famoso sistema de ventas a futuro donde caficultores no quisieron entregar su café a menos precio por la elevación de las cotizaciones sobre los montos que ellos habían pactado con importadores privados, cooperativas y con la misma Federación Nacional de Cafeteros. Según Suárez, alguna parte de ese café importado servía para completar lo que no recibían del mercado y cumplir con los contratos internacionales. La prueba más fehaciente, indicó, de la mezcla engañosa o promiscuidad jalonada por Almacafé, la que denunció el contertulio, cuando el importador de grano Guillermo Duque del Huila le metió a la empresa logística de la FNC, 14.700 millones de pesos en café conilon brasilero, un grano robusta de menor calidad que terminó en Café Buendía en Chinchiná en donde los catadores y operarios determinaron que ese grano no se podía mezclar, luego hubo demasiada trazabilidad para deteriorar el producto, café que pudo salir de exportación procesado, liofilizado o en otra presentación.

“Llegó un momento en que la Federación estaba metida en el cuento, finalmente se perdió esa plata y queda en evidencia todo lo que se venía diciendo. ¿Cuál es el efecto secundario de eso?, sencillo, es que en Estados Unidos, los compradores se dieron cuenta de las mezclas y bajaron la prima de calidad que estaba en 50 centavos de dólar y cayó a 15 centavos. Un panorama más que crítico porque tenemos una rebaja en el precio por la caída de la cotización promedio mundial, por la tasa de cambio, el desplome en la producción y además una dolorosa rebaja en la prima, todo por las mezclas de importación”, declaró el señor Suárez Montoya.

El tema no se quedó ahí y la cosa es mucho peor, de hecho el Gerente General de la FNC Germán Bahamón, reconoció que lo dicho es cierto, solo que asegura que se trata de un error, pero Aurelio Suárez dijo de manera tajante que ahí lo que hubo fue un delito porque entre otros aspectos, hay de por medio recursos del Fondo Nacional del Café. La nueva Gerencia insistió que todo se hizo con recursos propios de Almacafé, el asunto, según Suárez, es cómo hicieron para diferenciar si en esos manejos hubo unidad de caja, cuando Almacafé compra con fondos del FoNC y posiblemente con dineros propios, pero para el denunciante, el manejo de esa caja no se puede discriminar, hay unidad de caja, recalcó, como se conoce en ese tipo de actividades.

Situación cafetera amenaza garantía de compra

En su exposición, Suárez Montoya expuso que con lo de los futuros se sabe que las cooperativas quedaron claramente golpeadas, tiempo atrás, especificó, hubo 33 cooperativas, ya cerraron tres, entre ellas la más importante, la de Andes que compraba 500.000 sacos al año, sin duda la más dinámica, cerró una en el Tolima y otra en Cundinamarca. Los cooperados del café, aseveró, no es que estén muy tranquilos, porque hay cooperativas en cuidados intermedios.

El lío con la situación de las cooperativas es que está en riesgo la garantía de compra, es decir que la crisis es de una envergadura descomunal.

Infortunadamente los apuros no terminan ahí, hay otro problema porque la Federación Nacional de Cafeteros, ya en la administración de Germán Bahamón, decidió hacer un cambio para la fijación del precio base porque el de hoy no es un precio de sustentación sino una liquidación base de mercado, una medida nada halagüeña, porque la FNC asignaba ese precio base o precio oficial como le llamaban a cada compra de café que tuviera factor 94, es decir que con 94 kilos de pergamino se pudiera sacar 70 kilos de verde, pero la institucionalidad cafetera cambia el factor y lo baja a 88.

“Tengo un registro en el caso de Risaralda de qué porcentaje de café cumpliría con ese estándar y de 2016 a 2023, solamente el cuatro y medio por ciento de ese café cumpliría con el patrón 88, en otras palabras, todo el café queda golpeado una vez más por el inadecuado cambio de factor, ¿entonces el caficultor qué está recibiendo?, una caída en el precio por la situación internacional y la tasa de cambio como también por menor producción, un precio aún más bajo por la caída de la prima y un revés adicional por el cambio de factor, una dura y cruda realidad”, afirmó el reconocido analista y fundador de la Unidad Cafetera Nacional.

Añadió que en Colombia hay gente a la que le está costando producir una arroba de café a 150.000 pesos y puede, al salir de una cooperativa, recibir apenas 110.000 pesos, algunos dicen que todavía no están aplicando lo del factor, pero el experto insiste en que tiene sus dudas sobre ese aspecto porque ya lo han dicho, difundido, propagado y defendido por todas partes.

La situación de la caficultura, después de los hechos narrados queda en un plano delictivo y de total vergüenza, sin duda y sin vacilación, subrayó Aurelio Suárez, la peor crisis cafetera de la historia, un argumento con toda la solidez ya que el entendido ha escrito páginas de café y ha tenido la oportunidad de saber de la historia cafetera por más de 40 años, a la que no le ha soltado prenda.

Aparte de todo, ilustró el respetable analista, hay mucha indignación en la base cafetera por el sueldo del Gerente General de la FNC, un asunto que pedía revisión porque el anterior zar del café tuvo un ingreso de 30.000 dólares mensuales, Bahamón, sostuvo Suárez, siguió con el mismo salario y posiblemente lo subió, recibe cuatro millones de pesos diarios cuando la mitad de los caficultores no se saca ni un salario mínimo mensual, un punto que causa irritación y resentimiento más en las circunstancias que se están viviendo.

Retirar el manejo del FNC es algo lejano

Uno de los comentarios y vaticinios más recurrentes en corrillos es que el diferendo entre la Federación Nacional de Cafeteros y la Casa de Nariño puede terminar con un gremio por fuera de la administración del Fondo Nacional del Café, un golpe bajo y tenaz para una caficultura que terminaría pagando injustamente los platos rotos.

Sobre ese tema, Suárez Montoya dijo no estar muy seguro de que eso ocurra porque aún quedan tres años de contrato puesto que el actual vence en 2026, algo que podría verse como complejo y que no pasaría. Dijo que de todas formas hay una contradicción porque a pesar de que los cuatro ministros apoyaron a Bahamón, Petro aseveró que le habían metido los dedos en la boca, porque parece no gustar del nuevo Gerente por su pasado como activista del Centro democrático.

“Sin embargo creo que eso tiene que zanjarse porque las soluciones dependen de la unificación de esos dos elementos, Gobierno y Federación, además la factura no se la pueden pasar a las 540.000 familias cafeteras”, expresó Aurelio Suárez Montoya.

En materia de cifras, expuso, la FNC dice que hay 330.000 millones de pesos en el Fondo de Estabilización de precios, al suponer que todo eso se mete en su totalidad hay que hacer unas cuentas porque de agosto a diciembre, calcula Suárez, hay que comprar entre 2.5 y tres millones de cargas de café, si los caficultores están perdiendo en promedio 200.000 o 250.000 pesos por carga, el golpe vale 900.000 millones de pesos y podría subir fácilmente a un billón de pesos, mejor dicho, que si en el Fondo de Estabilización de Precios hay 330.000 millones y se aplican todos, no alcanza sino para un mes y medio, quedaría faltando el resto que lo tendría que poner el Gobierno si no quiere ver a los caficultores en pérdidas.

En el ejercicio anterior hay algo que se debe notar y es que se está dando precio de minifundista, pues al tomar el precio empresarial o mediano, la cifra puede escalar hasta 170.000 pesos la arroba, pues hay empresarios de Pereira que pagan a 168.000 pesos, lo cual no es despreciable por una simple razón, pues si bien hay 490.000 caficultores de menos de tres hectáreas, el resto, los medianos y los grandes producen el 40 por ciento del café, es decir pueden ser menos, pero producen mucho.

El ingeniero Aurelio Suárez Montoya, subrayó que está seriamente amenazada la supervivencia de la caficultura minifundista, pero aún se encuentra en franco riesgo la sostenibilidad de la caficultura mediana y si se quiere la empresarial.

“Lo que yo he venido interpretando es que hay un malestar muy grande, no solamente por el tema del precio sino por las importaciones. Toda la empresa tostadora está importando y aquí los señores de Águila Roja, Nestlé, las marcas de Nutresa y algunas regionales, es comprobado y sabido que compran café en el exterior, lo mezclan o lo ponen en el mercado ciento por ciento café adquirido en otras latitudes”, afirmó el analista económico y experto en temas cafeteros.

Manifestó que la primera cosa que hay que sacar son las importaciones y proteger a la caficultura de estas compras externas, un blindaje que debe darse por la sostenibilidad de un sector sacrificado sobre la excusa de los tratados y las prohibiciones, el país, recalcó Suárez, debe acudir a las salvaguardias y a elevar los aranceles al máximo nivel de la organización Mundial del Comercio, OMC, y si las empresas quieren seguir importando café pues que lo hagan pagando 45 o 50 por ciento de impuesto de aduana.

Algo que debe quedar muy claro, puntualizó Aurelio Suárez Montoya, es que nada ganan los cafeteros si les ayudan a cerrar la brecha entre costos y precio si se sigue importando café porque ese es un roto que deprime los precios. Expresó que lo ideal en Colombia es que entre exportadores y tostadores pujen por los sacos que necesitan para su operación como pasa en cualquier mercado cuando hay circunstancias de oferta menor que demanda.

Condenó el hecho que los caficultores colombianos no pueden tener mercado interno, no pueden participar en negocios y posibilidades sino que tienen que permitir que ingrese café de contrabando a todo dar, simplemente porque unos señores tostadores o re-exportadores así lo deciden o lo requieren.

Basta con ver los precios del café procesado en Colombia y los ánimos se exacerban porque ese café de mala calidad o pasillas de Brasil y otros países entran a precio de huevo, pero la libra en góndola vale en promedio 18.000 pesos, en algunas tiendas de barrio el costo sube. A mano alzada, los cafés importados, tostados, molidos y empacados en el país que suponen baja inversión superan los cuatro dólares mientras que una libra de café excelso colombiano es vendido como commoditie a 1,57 dólares, una cifra absurda y fuera de contexto lo cual demuestra que los colombianos sí pueden tomar café de la tierra, inclusive sin mayor esfuerzo.

Todo ese contexto llevó a que un dirigente cafetero llamado Duberney Galvis, mandara un derecho de petición a la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, DIAN, sobre importaciones y en el informe de la entidad fechado en mayo de 2023, reporta importaciones de café para la siembra, nada más y nada menos que importación de semillas con el visto bueno del Instituto Colombiano Agropecuario, ICA.

Esa compra o internación asciende a 52.800 kilos, café sin tostar, sin descafeinar para la siembra, proveniente de Brasil, y con un costo de 147.800 dólares, una inversión en semillas que sin lugar a dudas van a dañar la calidad y la prima. Hay inquietudes, dijo el analista, porque no se sabe qué es lo que están trayendo, qué van a mezclar o que pretenden. Seguramente hay compras de café tipo robusta de inferior calidad al suave colombiano para crear más problemas. Ese tema, aclaro Aurelio Díaz, lo tienen que aclarar porque el envío tiene revisión ICA.

Con la caficultura al borde del colapso no son muchos los actores que logren convencer razón por la cual se están programando marchas y paros en el sur del Huila, más exactamente en Pitalito y en Armenia ciudad del Eje Cafetero en donde habrá protesta y jornada el 17 de agosto.

“Vamos a ver si aparecen los 700.000 millones de pesos, habrá que esperar si elevan las importaciones, hay que ver si la FNC desiste del factor 88, si Bahamón se baja el sueldo, si capitalizan las cooperativas, aquí el pedido es grande porque la cirugía es considerable debido a la gravedad del enfermo y porque ésta es la peor crisis cafetera de la historia, yo no me salgo de ese punto”, concluyó el analista económico Aurelio Suárez Montoya.

Algunos ante el panorama gris han optado por agregar valor y vender café diferenciado, un negocio que deja más plata, pero no es tan fácil porque no hay mercado para todo el mundo, lamentablemente es demasiado limitado.

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