NICHOLAS DALE
Aunque la motivación del presidente actual es el cambio, parece que en la política colombiana hay cosas que nunca cambian.
Esta semana son los aparentemente inevitables encontronazos con la justicia. Durante el fin de semana Gustavo Petro intercambió trinos con el fiscal general de la Nación, Francisco Barbosa, queatrajeron los ojos del país entero.
Por contarlo en corto, Petro le dijo a Barbosa que él era su jefe por ser el jefe de Estado –lo cual no es verdad- y Barbosa le dijo que era un dictador –lo cual tampoco es verdad-. Terció el presidente de la Corte Suprema y la tensión escaló hasta el punto de que presidente y Altas Cortes tuvieron un encuentro ayer martes para bajar la temperatura.
Más allá de las acusaciones erradas, el punto es que el clima está caldeado, que no es una sorpresa teniendo en cuenta que el fiscal fue ternado por el expresidente Duque y es uno de sus mejores amigos, pero sí deja ver que la relación de Petro con la justicia está lejos de ser perfecta. Por algo ayer el presidente se reunió con las cabezas de todas las Altas Cortes del país.
Y aunque la batalla con la Fiscalía es la más clara, no es la única. La semana pasada el Consejo de Estado anuló la elección de su aliado clave y presidente del Senado, Roy Barreras; un golpe importante el cual será difícil de asimilar, especialmente por la delicadez del contexto de las fuerzas en el Congreso. También están las investigaciones a su hijo y su hermano, que él mismo ordenó en un intento de no salpicarse, pero que ya lo han manchado. Además, la Corte Constitucional es el último obstáculo que deberán pasar sus reformas; desde la tributaria, que ya fue aprobada en el Congreso el año pasado en tiempo récord, a todas las demás que tiene enfiladas. Y, finalmente, no hay que olvidarse de que la sala penal de la Corte Suprema será quien elegirá el fiscal a partir de la terna que él postule para reemplazar a Barbosa el año entrante. Son muchos frentes abiertos, y en un país democrático y con separación de poderes,pero cuya justicia está altamente politizada en tantas instancias,como lo es Colombia, esto significa que también se requiere un talante especial.
Por suerte, y a pesar de sus propios impulsos que lo llevan a trinar muy equivocadamente como lo hizo el viernes pasado, Petro cuenta con un buen archivo del que aprender. En las presidencias de los últimos treinta años no ha habido presidente sin su batalla jurídica. Ernesto Samper contra el fiscal Alfonso Valdivieso por el proceso 8.000 fue una batalla de proporciones épicas que terminó con Fernando Botero Zea, jefe de campaña y después ministro de Defensa, condenado, ySamper desacreditado nacional e internacionalmente. Másadelante fue el expresidente Álvaro Uribe quien se enfrentó a la rama judicial en múltiples ocasiones. Primero, con la Corte Suprema por el escándalo de la parapolítica en el que se acusaron mutuamente de conspiración, que dejó a decenas de personas cercanas a Uribe implicadas y en muchos casos condenadas, y que incluyó escuchas ilegales de la extinta policía política del DAS a los magistrados. Además, Uribe chocó con la CorteConstitucional en su intento de postularse a un tercer mandato, y ahí también perdió.
Hay paralelismos que se pueden trazar aquí, o también con enfrentamientos ocurridos en los mandatos de Juan Manuel Santos e Iván Duque, pero Petro querrá que esos queden limitados a similitudes menores –como el hecho de que parece que su batalla con Barbosa es más bien personal- y que al final él sí pueda decir que cambió las dinámicas existentes entre las ramas ejecutiva y judicial. En ese sentido, la reunión del martesbuscaba mandar ese mensaje y, tras dos horas y media de encuentro, fue exactamente lo que sucedió.
“Como representantes de las jurisdicciones ordinaria, contencioso administrativo, constitucional y del órgano de gobierno y administración de la Rama Judicial, coincidimos con el señor presidente de la República en la necesidad de mantener el firme compromiso de encauzar las diferencias a través de los mecanismos institucionales, dentro del respeto irrestricto a la autonomía e independencia judicial”, dijo el presidente de la Corte Constitucional, Fernando Castillo, después del encuentro.
En horas bajas para la popularidad del presidente, el mensaje baja los ánimos de confrontación, asegura a todos que Petro respetará la separación de poderes a pesar de su desatino en Twitter –aunque ya lo había hecho en ese mismo medio, un día después de decirle a Barbosa que él era su jefe tras la reprobación pública del Supremo- e intentar dejar este cruce en el pasado. Aun así, recomiendo mantener la atención puesta sobre la relación del presidente con la justicia, pues los antecedentes, tanto del temperamento de Petro como de los enfrentamientos de presidentes pasados, y lo que se ve en el horizonte, apuntan a que este cuento no se acaba aquí.