Los Danieles. Viva la vejez

Daniel Samper Pizano

Daniel Samper Pizano

¿Qué ocurre cuando el ciudadano termina su ciclo laboral entre los 60 y los 70 y debe retirarse dizque “a descansar”? La respuesta tiene incendiada a Francia e inquieta a muchos países que ven cómo la vida se alarga, la sociedad debe alimentar un número cada vez mayor de jubilados y disminuye en cambio el porcentaje de jóvenes cuyo trabajo sostendrá a los que ya colgaron el delantal. Hace 2.400 años, en tiempos de Sócrates y Platón, la media de vida de los griegos era de 27. Hacia 1850 el promedio mundial registró edades de 42 años. Gracias a la ciencia, la cifra se disparó en el XX y el XXI: 46.5 en 1950 y 72.58 en 2023.

Los disturbios en Francia obedecen a que el gobierno busca subir dos años la edad de jubilación: de 62 a 64. En Alemania, Noruega, Holanda e Italia se retiran hombres y mujeres a los 67 (o unos meses menos). En el Reino Unido a los 64; en Polonia a los 65 y 60. En la Colombia actual los trabajadores que hayan cumplido la cuota de semanas que exige la ley se jubilan a los 62 y las mujeres a los 57. Morirán, según se calcula, a los 71,5 años los hombres y a los 78 y pico las mujeres.

Hace un mes el gobierno presentó una reforma que ofrece jubilación de 2,5 millones de pesos mensuales a todos los mayores de 65 años sin pensión. Lo mejor es el apodo cariñoso con que se la conoce: la Ley de Viejos. O “de viejos y viejas”, como aclara Gustavo Petro. Nada de camuflajes: ni veteranos de la vida, ni terceristas de edad, ni queridos abuelitos, ni otras pendejadas de la corrección política. Sin embargo, esta ley, como casi todas, soslaya el problema principal. Que no es la declaratoria oficial de ancianidad encarnada en la pensión, sino lo que sigue: la posvejez. ¿Cuáles son los planes de actividades que permitirán una vida grata (sabrosa, diría la vicepresidenta) tras el retiro? ¿Basta con dejar que millones de viejos se marchiten tendidos en sillas o en catres? Está demostrado que la inactividad es peor que la vejez y que la vejez sedentaria es la cuota inicial de la muerte.

Voy a contarles lo que ocurrió con Roberto y con Tita al llegar a la edad de retiro. Roberto es un personaje imaginario fabricado con materiales de la realidad: un mosaico de tres o cuatro amigos míos. Tita es un personaje real. Su nombre completo es Teresa Manotas de Cepeda y es la viuda del escritor y maestro de periodistas Álvaro Cepeda Samudio. Tiene 94 años, vive en Barranquilla y merece los honores del bisabuelazgo, pues los de admiración y cariño de sus amigos los tiene todos.

Roberto trabajó durante años con seriedad y eficiencia. Soñaba con jubilarse y dedicarse como pasatiempo a negocitos de finca raíz. Pero ni se preparó ni lo prepararon para la posvejez. Así que en vez de aplicarse a su proyecto se abandonó en brazos del televisor y de las siestas. Se fue aplatanando. Se agudizaron los males que ya tenía y aparecieron otros problemas de salud. Ganaba en kilos lo que perdía en memoria. Lloriqueaba. Se quejaba. Volviose agrio. Jodón. No pudo disfrutar de su pensión ni cuatro años. A los tres y medio, Roberto descansó en paz. Sus familiares también.

Por el contrario, Tita Cepeda no ha parado un segundo de moverse, de viajar, de leer, de ir a cine, de comentar las películas, de criar mascotas, de visitar amigos, de organizar los archivos, la biblioteca y la obra de su marido. Ha superado varios duelos familiares abrazada a sus nietas, con las que discute de política y de literatura. Sigue declarándose de izquierda. Escribe una columna cultural en El Heraldo de Barranquilla. La posvejez de Tita es más activa que la juventud de quienes viven presos de las redes. No dudo de que pasará de los cien años. Pero no de soledad, como su compadre García Márquez, sino de esplendor.

¿Por qué estos asuntos no son materia de estudios, de proyectos, de despliegues oficiales y privados? La posvejez no mide el tiempo en días sino en salud. Le preocupa más la actividad posterior al retiro que la lucha para que llegue pronto. Algunas preguntas trascendentales: ¿Qué hará el que se jubila muy temprano? ¿No es mejor seguir trabajando contento que “conquistar” la abulia y el deterioro de salud? Los especialistas desaconsejan dejar el trabajo sin programar ocupaciones físicas e intelectuales para el retiro. “La pérdida de actividades laborales e interacción social son responsables en buena medida de la decadencia del retirado” (The New York Times, IV.13.2023).


Parte de la jubilación debería consistir en preparar a la gente para ella. Así como existen el preescolar, el preuniversitario y el curso prematrimonial, que se capacite al ciudadano para afrontar psicológica y físicamente la vejez. Que mantenga el dinamismo, la curiosidad, la vitalidad, el humor; que se ocupe, que haga ejercicios; que adquiera —si no los tiene— hábitos como leer y escribir; que tome clases, realice planes familiares, se reúna con amigos, asista a conferencias y presentaciones. Que sea como la Tita, no como Roberto. En fin, que viva la vejez, no simplemente que la padezca.

Preocupémonos menos por alcanzar la vejez y más por ocuparnos durante ella.

ESQUIRLAS1. Emocionante, informativa, inquietante, la autobiografía de la senadora María José Pizarro titulada El camino hacia mi nombre. 2.Según fuentes oficiales, se registran 68 calumnias diarias. La carta del pomposo y vacuo Andrés Pastrana a Joe Biden en que dice que Colombia está al borde de la narcocracia y las declaraciones en que acusa a Gustavo Petro de entregar el país a la mafia elevan a 70 las infamias criminales de aquel día.
 

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