EL LENGUAJE EN EL TIEMPO
Por Fernando Ávila
La novela que ocupó numerosas semanas el primer lugar de ventas y que se perfila como la que más se venderá en la Feria del Libro de Bogotá, ‘Salvo mi corazón todo está bien’, de Héctor Abad Faciolince, es un muy bien elaborado poema al amor, con frases magníficas, como las siguientes: “Estaba tan arrugada que tenía arrugas en las arrugas” (p. 123), “El amor era al sexo lo que la música al baile” (p. 183), “Se sentía tan encarcelado como el corazón tras los barrotes de las costillas” (p. 217), “Se había acostumbrado al colchón duro de la austeridad y al cilicio simbólico de la vida religiosa” (p. 218).
Tengo miedo de lo que el presente, cuando sea pasado, me hará en el futuro” (p. 268), “La única manera de no sucumbir en las tentaciones es caer en ellas” (p. 276), “La medicina es el arte de acompañar con palabras griegas y latinas al sepulcro” (p. 294), “El cerebro es embustero. El corazón verdadero” (p. 295).
Esmirriado
Algunas palabras no tan comunes dispersas en la novela de Abad
Faciolince: esmirriado, lancinante, diácono, mal fario, glosolalia. Su significado: esmirriado, ‘flaco, extenuado, consumido’; lancinante, ‘dolor muy agudo’; diácono, ‘grado anterior al de presbítero o sacerdote’; mal fario, ‘que atrae la mala suerte’; glosolalia, ‘don de lenguas’ o, en psiquiatría, ‘lenguaje ininteligible, compuesto por palabras inventadas y secuencias rítmicas y repetitivas, propio del habla infantil, y también común en estados de trance o ciertos cuadros psicopatológicos’.
El autor desafía a la crítica con largas listas de adjetivos, como los referidos a Teresa, limpia, bonita, prudente, tranquila, justa, austera, impecable… ¿Y quién es Teresa? La exesposa de Joaquín. ¿Y quién es Joaquín? El alter ego de ficción del autor. El personaje central es Luis Córdoba, de la comunidad de los cordalianos, inspirado en el padre Luis Alberto Álvarez, inolvidable crítico de cine, de la comunidad de los claretianos. Las descripciones de los sentimientos, de las emociones y de los pensamientos de los personajes son de una riqueza excepcional. Los altos principios, los ideales y las utopías, como la vida contemplativa, el celibato, el apostolado, se mezclan con la realidad cotidiana de la pizza, el tiramisú, el cine, la medicina, Nairo, Uribe, María Emma, Laureles, Caracol, El Colombiano… ¡Léanlo y disfrútenlo!
Se lo quitó
Cita: “En Argentina no olvidarán jamás que Lionel Messi les dio el título mundial en Catar. En Francia no olvidarán que se los quitó” Mejor: “… no olvidarán que se lo quitó”, pues se refiere al título, singular, no a los títulos, plural. Al complemento indirecto “a los franceses” corresponde el pronombre “se” de “se lo quitó”. Ante la inexistencia de una variable para el plural, “sen”, que solo usan los más rústicos, “córrasen” (por “córranse”), se tiende equivocadamente a pluralizar el pronombre lo, que corresponde al complemento directo, en este caso, “el título mundial”, masculino singular.
Decimoprimera
Cita: “Motor de onceava generación” (cuña). Mejor: “Motor de undécima generación” o “motor de décima primera generación” o “motor de decimoprimera generación”, que son las formas posibles de expresar el número 11.ª, ordinal, que no se debe confundir con el número 1/11, partitivo, ese sí “onceavo”.
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QUISQUILLAS DE ALGUNA IMPORTANCIA
por Efraim Osorio López/La Patria
Generar, gerundio, hasta, sea-se ha, cazar-casar
Una norma que debe seguir cualquier escritor es tratar de no repetir palabras en una misma página.
El artículo del señor Marco Antonio Londoño Zuluaga “¿Quién defiende los hospitales?” (LA PATRIA, 4/4/2023) es un ejemplo de cómo no se debe redactar. Primero, porque estoy convencido de que no hizo ‘borrador’, pues sus descuidos en la redacción son tantos, que no cabe en este espacio su análisis individual. Para empezar, una norma que debe seguir cualquier escritor es tratar de no repetir palabras en una misma página. Pues bien, en dicho escrito, de unas seiscientas palabras, echó mano del verbo ‘generar’ nueve veces, una de ellas, al menos, equivocadamente, ésta “…encontrándose en pequeños municipios, los cuales generan grandes esfuerzos para entregarle los servicios de salud a los pobladores…”. Las dificultades no ‘generan’ esfuerzos; los ‘exigen’ o los ‘requieren’ para vencerlas. Y “…entregarles a los pobladores…”, porque el pronombre personal ‘le-les’ debe concordar en número con el nombre que reemplaza. Además, ‘generar’ (“producir una cosa, engendrar”) no es el término más apropiado para expresar las ideas que con él quiso manifestar, que son las de ‘causar, originar, ocasionar, motivar, suscitar, acarrear, dar pie’, etc. Para su consuelo, está en buena compañía: en su columna dominical de LA PATRIA (9/4/2023), el presbítero Luis Felipe Gómez Restrepo usó tres veces, en cuatro renglones, el mismo verbo ‘generar’ (“genera un sentimiento de vulnerabilidad”, “generan pérdidas”, “genera unas rupturas”). No obstante, si el columnista Londoño Zuluaga abusó de dicho verbo de esa manera, se excedió aún más con el ‘gerundio’, al que acudió diecisiete veces, muchas de ellas incorrectamente. Por falta de espacio para su examen, como advertí, sólo le recuerdo la regla de oro del ‘gerundio’: es castizo, sin lugar a equivocación, cuando hay simultaneidad de las dos acciones, por ejemplo, ‘estuvimos todo el día cogiendo café’. Para resolver algo, siempre hay que ‘buscarle la comba al palo’. ***
La preposición ‘hasta’ indica el ‘término’ de una acción, de un recorrido, de un espacio de tiempo o de una cantidad. Nada más. Según esto, al redactor de una información de primera página de LA PATRIA se le apagó la vela al redactarla: “Analistas prevén que la inflación solo empiece a bajar hasta el segundo semestre del año” (6/4/2023). Construcción que no tiene sentido. De este modo, sí: “…empezará a bajar en el segundo semestre del año”. ***
En el artículo para Eje 21 “Las metidas de patas del Fiscal”, su autora metió las suyas unas cuantas veces, gramaticalmente hablando, claro está, pues así redactó: “…me queda el sin sabor de que el discurso del Fiscal sea maniqueísta y selectivo, ya que, como bien sea dicho en la prensa…” (Clara Inés Chaves R., 6/4/2023). ‘Sinsabor’, en este contexto, se escribe así –como ‘sinrazón’ (‘cosa absurda y que no tiene explicación’) y ‘sinsentido’ (‘acción hecha contra justicia y fuera de lo razonable o debido’) –, pues no son lo mismo ‘una empanada sin sabor’ (‘que no le produce ninguna sensación al sentido del gusto’) y ‘el sinsabor de la vida’ (‘pesar, pesadumbre’), término que se puede aplicar a la insipidez de los alimentos. Garrapateó también en la misma oración: “…como bien sea dicho…”, en vez de “como bien se ha dicho”, equivocación que no requiere comentario por su evidencia. Pudo ser un gazapo (error por descuido) nada más, pero así quedó grabado por siempre jamás. Más adelante sentencia: “Cazar peleas con el ejecutivo no es elegante…”. ¿Otro gazapo? Quizás. En todo caso, no es ‘cazar’ (‘salir de cacería’), sino ‘casar’, verbo del que enseña el Diccionario de colombianismos del Instituto Caro y Cuervo: “Referido a una apuesta o una pelea, pactarla o convenirla”. Si pronunciáramos como los españoles… ***
Y así, con su estilo peculiar, escribió el señor Luis Guillermo Giraldo: “Pero pertenecía a la estirpe humana de aquellos lejanos hebreos que con la justicia en su verbo, entonaron tantas luchas por su pueblo…” (LA PATRIA, 9/4/2023). ‘Libraron’, tal vez, o ‘iniciaron’, porque ‘entonar’ es solamente ‘afinar, modular, armonizar, fortalecer, tonificar’.
EL SONETO DE POMPILIO IRIARTE
(El hombre es tierra que anda: Adagio inca)
Los pasitos que damos
Poco tiempo nos queda. Poco queda.
Todo se vuelve mucho más pequeño:
los pasitos que damos, el empeño
de caminar lo menos que se pueda.
«El hombre es tierra que anda, errante greda»,
en quechua canta el inca, y el diseño
del barro que regresa al primer sueño
no lo enseña el geómetra, se hereda.
Hablamos, pues, del tránsito a la arcilla,
que no es otro que el viaje a la semilla,
la Ítaca amorosa, no desierta,
que nos hizo posible la Odisea.
El corazón, amada, me golpea
como si ya estuvieras en la puerta.
Pompilio.