Nacidos el 25 de marzo: José Noe Ríos

José Noe Rios y familia. (De su página de Facebook).

Por Óscar Domínguez G.

Discreto como suspiro de ruiseñor, a José Noé Ríos Muñoz, actual embajador en La Habana, y quien en el pasado fue cabeza visible de los negociadores del gobierno en el diálogo con el ELN, veterano desfacedor de entuertos laborales, no le gusta ocultarle el sol – ni la sombra- a nadie.

Nada de pescar en ríos revueltos. Le gusta el bajo perfil como a su tocayo San José le gustaba la madera. En el arca de Noé de su modestia no cabe un tinto por exceso de protagonismo.

El pacífico rostro de quindiano de Ríos es una invitación a la paz que ayudó a pulir con el M-19. José Noé es paisano de Timochenko, nacido en La Tebaida, el jefe de las FARC, que finalmente enterró los fierros.

Los quindianos, pues, hacen la guerra, con Tirofijo y Timo, pero están dispuestos a negociar la paz.

Pero si José Noé ha triunfado en múltiples frentes, lo que no ha logrado el hijo de don Manuel Cipriano Ríos Bedoya y doña Julia Muñoz Muñoz es encontrar a sus ancestros en Ríonegro, Antioquia, donde nacieron sus primeros 20 hermanos20.

Este escriba en una rueda de prensa en algún barrio alto de Medellín, en tiempos  del arzobispo Alfonso López Trujillo, a quien criticaron duramente en esa ocasión (Archivo personal)
 

Su papá se murió de vida a los 101 años. En sus tiempos mozos, don Manuel Cipriano fue editorialista trasnochador con guitarra, más certeramente llamados serenateros. 

En una familia tan prolífica, cuando los Ríos suenan es porque la muchachada truena de hambre. Como el producido de las serenatas no alcanzaba de noche, de día le tocaba hacer las veces de zapatero. Y así puso medio Ríonegro a sus pies.

Además, como el arte se le salía de las manos, tocaba el trombón en la banda municipal. En este oficio se ganaba más plata cargando el  palio. Era un destino para darle gusto al espíritu.

Un buen día don Manuel Cipriano y su bíblica descendencia se salieron del cuero y arrancaron p’Armenia. La forma de darle  gracias a la nueva tierra que los acogía fue hacer el último de los Ríos, José Noé, nacido el 25 de marzo del 42 para los regalos.

Al niño José Noé le quedaron por allá las ganas de algún día conocer a sus ancestros de Ríonegro y con el tiempo y un palito se dedicó a buscarlos con saldo negativo hasta el momento.

Una noche, por razones de servicio, llegó a Ríonegro en terceto con Carlos Eduardo Lozano, entonces director de Instrucción Criminal y de Bernardo Echeverri Ossa.

Esa noche, en lugar de ponerse a tomar aguardiente como su bíblico tocayo, fundador de los primeros Alcohólicos Anónimos, José Noé se dedicó a buscar a su gente en el directorio telefónico.

A la primera persona que se le identificó fue a una señora que hablaba hágase de cuenta uno de los personajes de la novela «Lejos del Nido», de don Juan José Botero que aguarda reedición.

«Vea, misiá Cosiánfira, soy soy José Noé Ríos, viceministro del trabajo. Mi papá era de por aquí y yo estoy buscando…». La cucha creyó que su interlocutor trataba le iba a vender un lote en el cielo y le tiró el teléfono.

«Nadie se baña dos veces en el mismo río», pensó Ríos quien decidió hacer otras llamadas.

Varias llamadas más adelante se tropezó con un carrielón que lo dejó hablar hasta el final: «Ah, ¿entonces «vusté» es Ríos, el viceministro, no el del buen genio de la televisora?» (Juan Guillermo).

Ríos se puso feliz como cuando a su tocayo Noé le llegó una paloma con complejo de Max Enríquez a comunicarle el fin del invierno. Quedaron de hablar al otro día.

Como de costumbre, José Noé madrugó a buscar la paz con Lozano y Echeverri pero se encontraron a la entrada del hotel con un genterío de gente hasta raro. Entonces le preguntó a un empleado del hotel: «Oiga, hermano, y esa gente qué o qué de quién o cual?»! 

La respuesta le cayó como un Nilo de agua fría: «No, dotor. La gente dice que en este hotel hay un loquito que se está haciendo pasar por el viceministro de trabajo y vinieron a conocerlo».

Desde aquel día, José Noé decidió no buscar más Ríos de carne y hueso. Pero en el fondo sigue en busca de su ancestro embolatado. Salvo que ya haya dado con ellos porque estas líneas le llevan años a cualquier solar de Armenia. O de Ríonegro. De todas formas, japivberdi, José Noe Rios 

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