En los 65 años de la Luis Angel Arango: El hombre de la BLAA

La fachada de la Biblioteca Luis Angel Arango. Los primeros bloques de su inmensa riqueza cultural a comienzos de los años 60. Foto Wikipedia

Por Óscar Domínguez G.

De los 7.9 mil millones habitantes que tiene el mundo en marzo de 2023, pocos podemos contar que el director de una biblioteca nos ayudó a encontrar una novela que leímos en la niñez. Soy uno de esos privilegiados. 

Jorge Orlando  Melo, cuando fue director de la biblioteca Luis Ángel Arango que está cumpliendo sesenta y cinco años de actividades por estos días, me ayudó a encontrar Genoveva de Brabante, de Cristóbal Schmid. 

Hablando de esos primeros libros que nos deslumbraron llegamos al de Schimd. Él mismo buscó en una pantalla y me suministró el dato. Volví a leer esa sesenta.

En mínima reciprocidad por haberme guiado en la recuperación del libro de don Cristóbal rescaté  la entrevista que le hice en su despacho de mandamás de la Luis Ángel que dirigió entre 1994 y 2005. (Y, por favor, abróchense los cinturones porque este es un texto de 6.400 palabras…).

El hombre de la BLAA BLAA BLAA

Nació como una modesta biblioteca por allá en los años treinta cuando solo bostezaban en sus estantes libros sobre encajes, intereses y prosaicas yerbas afines. Esa biblioteca se fue llenando de ínfulas culturales (y de  libros) y hoy por hoy, tiene más de dos millones y medio de libros de carne y papel y más de once mil electrónicos.

Lleva el nombre de un abogado-economista paisa, don Luis Ángel Arango, quien en vez de dedicarse sólo a meterle la mano al bolsillo a la gente, decidió que los rendimientos había que volverlos cultura y ahí va tan campante.

Sacando pecho en su cortazariana oficina tomada por los libros, Jorge Orlando Melo, director de la Luis Ángel, nombre genérico que le puso la sintética y certera sabiduría popular, admite que la BLAA (otro de sus alias) es quizá la segunda en su género en el mundo con mayor número de usuarios. 

Jorge Orlando Melo (Foto tomada de la página de la Universidad Jorge Tadeo Lozano).

En su  momento impresionó hasta agotar adjetivos a la escritora Susan Sontag la vez que nos visitó antes de partir para “ignota lontananza”.

Ver para creer: no es sino apostarse algunos minutos a la entrada del edificio en el viejo barrio La Candelaria, en Bogotá, diagonal a la Iglesia de los agustinos recoletos y los ojos no se cansan de ver entrar gente, estudiantes embluyinados en su mayor parte, que hacen allí su agosto cultural todos los días.

Melo, un paisa de toda la cayana, licenciado en filosofía y letras de la Universidad Nacional, modelo 1942, llegó a ese oficio «amable y atractivo», después de muchos libros de historia escritos y luego de botar corriente  como consejero presidencial para Medellín y para los Derechos Humanos en Locombia toda.

Como quien dice, nada que ver su trabajo actual con los  anteriores, pero igual de entregado a su faena. Al fin y al cabo, los libros -y él ha escrito muchos- son un fuerte cordón umbilical que une todos los oficios.

El hecho de ejercer el mismo cargo de director que tuvo Jorge Luis Borges le hace decir que «el cielo   -y el mundo- son de cierta forma una biblioteca».

Jorge Luis Borges, bibliotecario

El bibliotecario sin tarjeta que recuerda a Shakespeare entre sus primeras lecturas sobre las que suele volver, habla a 80 kilómetros por Hora, lo que significa que ha asumido en tal forma su trabajo que las palabras le llueven como gotas de lluvia para hablar bellezas de la BLAA y comentar que la Biblioteca, con apéndices en varias ciudades (y faltan datos de futuros municipios) es una propuesta cultural integral.

Hasta el punto de que si hay melómanos empedernidos, en la Sala de Música donde se ha presentado Raimundo y todo el mundo de alto vuelo, puede llegar, exigir la partitura número tal de Beethoven, y seguirla. Si el virtuosismo le alcanza, puede pedir prestado uno de los  pianos disponibles y descifrarla tocando Braille sobre sus teclas.

Los especímenes  deseosos de rarezas encontrarán en sitios menos accesibles al común de los mortales, joyas impresas en 1470 o el primer libro impreso en Colombia en 1738.

La pintura tiene paredes propias por las cuales desfila el talento nacional y el importado y si es mucha la devoción, se puede embelesar contemplando «La Lechuga», una exquisitez de los orfebres de antes.

Para una biblioteca como la BLAA la vida comienza a toda hora. De allí que sus directivos se la pasen cumpliendo años  haciendo cosas aquí y allá en todos los campos de la cultura.

En palabras de Melo, profesor universitario dentro y fuera del país de larga data, en la BLAA se trabaja como si no cumpliera años. O como si los cumpliera todos los días.

EL FUNDADOR

ODG: ¿Por qué no ejerce un poco su oficio de historiador con don Luis Ángel Arango y nos cuenta quién era él?

Luis Angel Arango, gerente del Banco de la República. Falleció antes de ver realizada su obra.

JOM: Luis Ángel Arango fue un economista-abogado que nació en Medellín y vino a trabajar a Bogotá, se vinculó al sistema bancario, trabajó en el Banco República, a partir de 1947 y hasta 1957 fue gerente del Banco. Era una persona con un gran interés en las actividades culturales. Yo creo que el Banco desarrolló muchas de sus líneas básicas de acción como por ejemplo el Museo del Oro y, eventualmente, la biblioteca, por el interés del doctor Arango. En los años cincuenta, él pensó que era muy importante que la biblioteca del Banco – que ya se había abierto al público desde los años 30- pero que abría dos o tres horas al día y que tenía 25, 30 asientos, creciera y se convirtiera en una buena biblioteca pública. Y le propuso a las autoridades del Banco, construir la biblioteca Luis Ángel Arango justamente donde está hoy. 

Luis Ángel Arango murió a comienzos del año 57 cuando se estaba terminando de construir esta biblioteca que iba a ser la biblioteca simplemente del Banco. Un poco por su muerte y en reconocimiento al interés que él había tenido en esta obra, el Banco de la República cuando la inauguró en el año 58 le dio su nombre.

ELOGIO DEL OFICIO

ODG: ¿En qué medida lo halaga el hecho de ejercer el mismo oficio de Borges que fue director de una biblioteca en su Buenos Aires querido?

JOM: Pues yo creo que este es un oficio bastante atractivo, que ha sido ejercido por personas como él. Es una tarea muy amable, una tarea en la que está uno en contacto con los productos importantes de la cultura, con el libro, con la obra de arte, la plástica, con la música. Porque esta biblioteca es más que una biblioteca: es un centro cultural integral que realiza mucha actividad también en artes plásticas y música. 

De manera que es un trabajo bastante amable que para mí fue un contraste muy fuerte, no tanto en cuanto al interés, sino en cuanto al tipo de satisfacciones que ofrece con los dos trabajos anteriores que yo había tenido: la Consejería Presidencial para Medellín, en la época en que todavía estaban los conflictos del narcotráfico  muy fuertes en esa ciudad, y antes en la Consejería de Derechos Humanos que también es un puesto un poco agitado en este país.

ODG: ¿Cómo se da ese tránsito de dos puestos tan disímiles a este de émulo de Borges, para seguir con el símil?

JOM: El tránsito fue facilísimo: simplemente el gobierno con el que yo estaba trabajando terminó y el nuevo no tenía aparentemente mucho interés en continuar proyectos como el de Medellín.

ODG: ¿Usted imagina el cielo como una gran biblioteca también siguiendo a Borges?

JOM: El cielo (y el mundo) es de cierta manera una biblioteca.

UN DIA EN LA VIDA DE LA BLAA

ODG: Usted habla de la amabilidad de su oficio. En realidad aquí hay como mucha paz dentro del agite. ¿Cómo transcurre aquí la existencia?

JOM: Bueno, esta es una biblioteca muy compleja porque es una biblioteca muy grande. Es una de las bibliotecas con un mayor número de usuarios en el mundo, probablemente la segunda. Es una biblioteca que está recibiendo mucha más gente de la que se pensó que podría recibir, y es una biblioteca que trata de prestar sus servicios de la manera más profesional y más completa a los usuarios. De manera que hay que trabajar todo el día para estar pendiente de que las cosas salgan bien. Sin embargo, es un trabajo en el que todos los problemas son en cierta manera solubles, no son problemas fatales y tienen soluciones que resultan satisfactorias para el usuario y para todos los funcionarios de la biblioteca. De manera que el trabajo acá es siempre un trabajo agitado, pero siempre agradable y productivo.

Foto Facebook

ODG: ¿De los libros que se queman en la primera parte del Quijote hay algunos acá?

JOM: Tendría que revisar la lista, pero con seguridad tenemos versiones modernas y de pronto algunas antiguas, muchas de esas novelas de caballería. Yo creo que tenemos la gran mayoría de novelas de caballería que figuran en la lista del Quijote. Por supuesto, tenemos el Amadís de Gaula ymuchos otros de esa época.

ORIGEN DE LA PIRATERIA EDITORIAL

ODG: Hay una biblioteca que todos hemos oído mencionar desde chiquitos que se quemó muy rápidamente, la famosa biblioteca de Alejandría. ¿Por qué fue tan famosa?

JOM: Se dice que fue una biblioteca construida por los árabes para reunir todo el saber de la época. Algún mandatario árabe dedicó los recursos de su Estado a obtener todos los libros de la época, de manera que cada que pasaba un barco por Alejandría con manuscritos, rollos, papiros…, él retenía el barco hasta que sus copistas sacaban una versión de ese material. Así fue acumulando una biblioteca que tuvo fama de ser la más grande de toda la antigüedad. Una biblioteca de la que se dice que tenía como 800 mil rollos.

ODG: Y esos copistas antiguos, realmente eran unas personas excepcionales. Nada de fotocopias, las fotocopias eran de carne y hueso, por decirlo así.

JOM: Lo más impresionantes de estos copistas son sin duda alguna los medievales que hacían todos estos libros en manuscrito y con una gran habilidad. Además, después  iluminaban esas obras con pinturas y con dibujos, a veces de una extraordinaria perfección. Aquí en la biblioteca existen algunas obras de esa época en facsímiles. Por ejemplo El Libro de Horas de Carlos VIII. Es absolutamente inverosímil pensar que una persona para sacar un solo ejemplar de una obra de éstas, estuviera dispuesto a dedicar probablemente meses y a veces años de su vida.

EL FUTURO ESTA AQUÍ

ODG: Esas son digamos las bibliotecas del pasado, la de Alejandría y demás. ¿Cómo imagina las bibliotecas del futuro?

JOM: Creo que todos tenemos ya una cierta visión borrosa de cómo van a ser esas bibliotecas, pero también es mucho lo que está sin definir. Yo creo que van a tener gran parte de la información de la que dispongan en medios electrónicos y los usuarios, para tener acceso a esos medios electrónicos, van a poder operar desde sus propias casas o sitios de trabajo. La biblioteca será un sitio con muchos menos visitantes que vendrán por otro tipo de actividades, por factores que no es fácil precisar desde ahora, pero no porque necesiten ir a la biblioteca. La biblioteca será más un depósito de cierta manera teórico y virtual de un material que la gente puede ver desde sus casas y que va a complementar el material que tengan en sus propias manos en formatos electrónicos o también en forma de libro como seguramente muchas personas lo seguirán manteniendo.

ODG: La internet no cree que va a sacar al libro de la civilización, ¿o “esos muertos que vos matáis gozan de cabal salud…”?

JOM: Lo que pasa es que si uno piensa que lo importante del libro es el papel, es muy probable que el formato cambie, que los libros del futuro estén construidos sobre elementos electrónicos, pero de alguna manera si el Quijote lo ve uno en un manuscrito, o en una impresión del siglo XVII, o lo ve en una impresión moderna, o lo ve en una pantalla de alta resolución de un computador del futuro, (el Quijote) va a seguir siendo el mismo y seguirá siendo un libro central de la cultura y la civilización. De manera que yo creo que el libro es un poco independiente del formato. Ahora, yo sí creo que el formato de papel va a ser un formato relativamente marginal después de 40 o 50 años.

DON QUIJOTE SE DA PANTALLA

ODG: Usted que ha tenido una larga cohabitación con el libro, el hecho de leer El Quijote en una pantalla en la  que no se pueda “oler” ni “mirar” a los personajes, no le causa alguna decepción en el sentido de que no lo disfruta tanto como el libro en sí?

JOM: Lo que pasa es que la pantalla de hoy es una pantalla primitiva. Si nosotros pensamos en las pantallas dentro de 30 o 40 años, probablemente no serán mayores que un libro actual, las podrá uno llevar en el bolsillo de su camisa, podrá desplegarlas, de pronto serán flexibles y en esas pantallas podrá ver el texto exactamente igual a como lo ve en un libro y además con mucha más información. Probablemente allí, cada que a uno se le ocurra una idea, alguna asociación por ejemplo con un personaje, podrá pedirle al libro que busque en su memoria todas las referencias que puedan remitir a ese personaje, las gráficas, los grabados de Doré, muchos ilustradores diferentes. 

De manera que yo creo que todo lo que uno quiera ver, leer y entender, va a estar disponible en forma mucho mejor en esos  formatos. Lo que pasa es que la pantalla de hoy sí no es para leer. Todavía estamos muy lejos de que la pantalla sea un sistema adecuado para remplazar a la biblioteca. Por eso yo no creo que en el corto plazo tenga ningún sentido la idea de que ya no es necesario hacer bibliotecas porque ya tenemos computadores. Eso sí no funciona. Pero yo sé que en un plazo mediano y largo todo el mundo sí va a tener los computadores. Pero hoy, por ejemplo, cuando la gente dice que para qué hacer bibliotecas en las escuelas porque se puede colocar uno o dos computadores, es un poco absurdo porque uno o dos computadores, o cinco u ocho, apenas permiten trabajar a cinco muchachos al tiempo, mientras que una biblioteca permite trabajar a muchos al mismo tiempo.

ESCASEZ HABEMUS

ODG: Y hablando de bibliotecas, le pregunto a usted que trabajó en Medellín y en esas comunas: ¿hay déficit grave de bibliotecas en Colombia?

JOM: Yo creo que no hay ningún indicador social en Colombia en el que estemos tan atrasados como en el de bibliotecas. Y voy a poner algunos ejemplos: si usted mira el número de teléfonos por habitante en Colombia y lo compara con el de los países avanzados, probablemente es el 50 o el 60%; si mira el número de televisores, probablemente es el 70%; si mira el número de camas de hospital, o el número de puestos escolares en la primaria es el 70, el 80, el 90% en los países avanzados. Pero si uno mira el número de libros que leen los colombianos, probablemente es inferior al 2, o 3, o 4% de lo que leen en los países avanzados. En Europa hay sociedades como Noruega, por ejemplo, donde las bibliotecas públicas prestan en promedio 12 libros por habitante al año. Para que tuviéramos una situación similar en Colombia tendríamos que estar prestando cerca de 400 millones de libros por año a los colombianos y en Colombia no se presta probablemente siquiera un millón o millón y medio, menos del 1% de lo que se presta en un país avanzado.

También las existencias de libros en las bibliotecas públicas colombianas no son más arriba del 5% por habitante de lo que existe en los países modernos. De manera que yo creo que el indicador más dramático de atraso cultural que tiene Colombia es el del estado de las bibliotecas y el del acceso de la población al libro.

LA TRISTEZA DE NO LEER

ODG: ¿Y por qué leemos tan poco?

JOM: Yo creo que porque tenemos un sistema escolar que nunca ha incorporado el libro a la enseñanza. Hay una razón histórica en eso. Colombia es un país recientemente alfabetizado, hace 40 o 50 años el 60 o el 70% de la población no sabía leer y escribir. La generación de menos de 30 años es la primera generación en la que la gran mayoría de las personas aprende a leer y escribir. Sus padres no eran lectores, no tenían hábitos culturales de lectura en las casas, solamente dentro de núcleos sociales muy particulares, profesionales, algunos intelectuales, ciertos sectores de clase media y alta. Pero en general el libro no era parte importante de la cultura colombiana.

Cuando se preparó a la población para poder leer, coincidió con la llegada de los medios audiovisuales que en Europa o en Estados Unidos llegaron para entretener a una población que ya sabía leer. En Colombia llegaron cuando la población todavía no sabía leer y el sistema escolar nunca hizo un esfuerzo serio por corregir esta situación. De tal manera que hoy en día uno ve que las escuelas colombianas, los colegios, no tienen bibliotecas. Los profesores trabajan básicamente de acuerdo con un texto escolar, pero no con la idea de que la función esencial del profesor es guiar al estudiante para que en los libros o en otras formas de conocimiento, en los laboratorios, aprenda y descubra el saber, el conocimiento, la cultura, sino que la escuela colombiana es una escuela que le enseña al estudiante unos cuantos saberes más o menos de memoria. 

Entonces es completamente diferente a la escuela de los países avanzados que opera sobre la idea de que el profesor es un simple guía para el uso del libro, del texto o de otros objetos docentes, de otros objetos culturales. Entonces el profesor no sabe qué hacer con el libro y eso lo experimentamos también en esta biblioteca: los profesores mandan a los estudiantes a hacer lo que ellos llaman investigación y la idea que ellos tienen de investigación es copiar una página de una enciclopedia o de algún libro y coger unos datos y llevarle esos datos al profesor. No tiene nada que ver con construir un argumento, con comparar textos diferentes, con hacer una búsqueda real, con escribir un informe de acuerdo con la propia capacidad. La idea que tienen aquí es que en un libro uno encuentra unas cosas para copiarlas. De manera que mientras tengamos una escuela tan arcaica, seguiremos teniendo ese sistema escolar tan malo como el que tenemos. Y que como lo muestra reciente comparación internacional en la prueba de que en matemáticas y ciencia quedó Colombia en el puesto 42 entre 43 países que participaron.

LEER PARA PENSAR

ODG: Sigue siendo la educación muy memorística, es decir, como para uno retener datos no para uno conceptuar, etc..

JOM: Yo creo que sí sigue siendo bastante memorística y cuando ha dejado de ser memorística no es que haya pasado a una educación activa basada en el acceso al texto, sino porque simplemente se ha vuelto una educación mucho más informal y con menos contenidos.

ODG: En materia de libros y remitiéndonos a lo que usted nos decía sobre el servicio que presta, qué volúmenes, qué cifras manejan ustedes…

JOM: Esta es una biblioteca relativamente pequeña para el volumen de usuarios que tiene. Tenemos una rotación muy alta porque los libros que tenemos no son tantos como normalmente los tuviera una biblioteca con tanto visitante. La biblioteca tiene unos 600 mil títulos de libros y revistas. En total debe tener cerca de un millón de volúmenes, aproximadamente, que para los, más o menos, 4 millones de usos que tenemos al año, quiere decir que en promedio cada libro es utilizado cuatro veces al año. Pero hay muchos que, por supuesto, se usan decenas de veces, centenares, yo creo que hay libros que todos los días del año son pedidos por los usuarios. Es una rotación bastante elevada. (en la entrada de esta vieja entrevista decía que la  BLAA ya tiene dos millones y medio de volúmenes).

ODG: A propósito de lo que usted decía en el sentido de que los profesores no tenían la suficiente habilidad para encaminar a sus alumnos hacia una verdadera consulta, ¿dentro de la biblioteca hay algún mecanismo que permita subsanar esa deficiencia?

JOM: Yo creo que una de las cosas que puede subsanar eso es simplemente la existencia de bibliotecas. De todas maneras, el profesor no es el único responsable de esta situación, porque aún si el profesor quisiera hacerlo tiene el problema de que en su escuela o colegio no hay libros, o en su pueblo no hay una buena biblioteca. El simple hecho de la existencia de las bibliotecas yo creo que abre muchos caminos. La experiencia que se tiene en Colombia en este momento es que donde uno abre una biblioteca relativamente buena, inmediatamente se llena, desborda todas las expectativas de usuarios. Esta es una. Esta biblioteca cuando se abrió se calculó utópicamente para que llegara a atender 5.000 personas y aquí ha habido días en que hemos tenido que atender 23 mil personas. 

La biblioteca del Atlántico, por ejemplo, la de la Aduana que es tal vez la biblioteca más bella que tiene Colombia, es una biblioteca que se abrió hace varios años y en este momento se mantiene llena, está atendiendo 700, 800 personas diariamente. La biblioteca de Cartagena, un sitio del que la gente a veces tiene la idea de que poco se lee, es una biblioteca que tiene entre 1.000 y 1.400 personas por día, muchas veces haciendo cola, por períodos bastante largos para poder entrar.

Si hubiera muchas más bibliotecas, seguramente tendríamos muchos más lectores. Mucha de la gente que llega a las bibliotecas llega por razones escolares, a hacer una tarea, a buscar una información. Pero en la medida en que exista la biblioteca, la gente va descubriendo otras cosas, va descubriendo la lectura libre, la lectura placentera. De manera que lo primero que hay que hacer para que la gente descubra la lectura es tener libros y tener bibliotecas, o en las escuelas o por lo menos en los casos en que eso resulte demasiado costoso, bibliotecas municipales, o en los barrios más grandes de las ciudades. 

CRECE LA AUDIENCIA

Eso me parece a mí que es esencial y, afortunadamente, en Colombia en este momento se están haciendo, o se han estado adecuando, bibliotecas en forma importante y callada. 

La segunda cosa es que hay que dar un espacio en el esquema escolar para una lectura menos forzada, menos obligatoria y menos rutinaria de lo que se hace ahora. Al estudiante de los primeros años hay que darle mucha lectura agradable, sin tareas, sin obligaciones, sin análisis. Simplemente, que permita una conversación sobre la aventura, sobre el tema, pero no esa lectura muy formal que se hace en la actualidad.

El otro factor que yo creo importante es, obviamente, que los profesores adquieran un poco más de conciencia sobre la importancia de esto y que ellos mismos sean lectores. Los maestros son poco lectores, conocen poco las bibliotecas y por eso nosotros estamos haciendo programas como uno que tenemos con los maestros del Distrito. Cada año recibimos entre 300 y 400 docentes de la ciudad que vienen a realizar visitas especiales en las cuales les damos una demostración amplia de cómo funciona la biblioteca. Porque muchos de los maestros que envían a los estudiantes a hacer una tarea a la biblioteca no conocen la biblioteca a la que están mandando al estudiante.

CLASIFICADO: SE VENDE UNA BIBLIOTECA

ODG: ¿No cree que también la biblioteca debía empezar desde la casa de uno? Lo digo en el sentido de que uno llega a una casa y hay sitio para todo menos para la biblioteca. En qué forma se podría propiciar que los padres vayamos interesando a los hijos en la lectura.

JOM: Yo creo que las personas que en Colombia han desarrollado hábitos y calidades de lectura fuerte se debe, casi siempre, a que en su casa hay una biblioteca. Esa ha sido la forma colombiana dominante y, por supuesto, el ideal es que en cada casa haya una pequeña biblioteca que sirva para que todos los niños se vayan familiarizando con el libro. Pero si los mismos padres no son lectores… En Colombia hay una cosa curiosa con el diseño de los apartamentos y los lugares de los apartamentos. Usted mira la prensa de Medellín, en los avisos clasificados, y va a descubrir que, curiosamente, le venden o le arriendan a uno apartamentos de dos alcobas y biblioteca y eso es lo más frecuente. Mientras que en Bogotá normalmente usted encuentra que los apartamentos tienen dos alcobas y salón de televisión o dos alcobas y otra cosa. 

Yo creo que en eso ha influido mucho el papel de la Biblioteca Pública Piloto en Medellín. La Biblioteca Piloto ha sido una biblioteca que durante casi 50 años ha dado muchas posibilidades de lectura a la gente en Medellín, sobre todo porque es una biblioteca que desde 1952 o 54, cuando fue fundada, ha prestado los libros. Es una biblioteca que permite que la gente lleve libros a la casa. Entonces si en la casa no hay libros, el mejor remplazo de eso es que las bibliotecas permitan que el muchacho o el adolescente, o el padre o el trabajador, se lleve el libro para la casa.

SI LA MONTAÑA NO VIENE A MI…

ODG: Inclusive la Piloto desplazaba unos vehículos a los barrios para prestar los libros. A mí me tocó ser “suscriptor” de ellos. 

JOM: Todavía en Medellín funcionan las bibliotecas móviles. Lo que pasa es que en Medellín ya se desarrolló un sistema más estable y hay bibliotecas en muchos sitios de la ciudad, en muchos de los barrios. Esos sistemas son un poquito costosos pero a veces son buenos cuando no existen buenas bibliotecas. Son muy buenos para áreas rurales o áreas de difícil acceso. Pero en este momento lo ideal es que los barrios tengan bibliotecas. Una de las cosas más absurdas de toda la situación, por ejemplo bogotana, es que mucha gente viene a esta biblioteca a buscar material, a fotocopiar dos o tres páginas de un libro y para poder hacer eso tiene que recorrer dos horas en bus en la ciudad, y eso es una pérdida de tiempo que se ahorraría para miles de personas si hubiera buenas bibliotecas de barrio. Por eso creo que las bibliotecas de Bogotá van a ser una buena revolución.

Luis Ángel Arango murió a comienzos del año 57 cuando se estaba terminando de construir esta biblioteca que iba a ser la biblioteca simplemente del Banco. Un poco por su muerte y en reconocimiento al interés que él había tenido en esta obra, el Banco de la República cuando la inauguró en el año 58 le dio su nombre.

CUMPLIR AÑOS TODOS LOS DIAS

ODG: ¿Qué acciones principales han desarrollado en la BLAA?

JOM: Yo creo que la biblioteca es una estructura que crece gradualmente como un árbol, que no puede acelerarse y, en este caso, la Luis Ángel Arango sigue trabajando continuamente como si no cumpliera años, o como si cumpliera años todos los días para mejorar sus colecciones y servicios. Hay algunas cosas importantes que uno podría decir que han coincidido con estos años de actividades. Yo creo que una muy importante es el desarrollo de la perspectiva de una red real de bibliotecas en la ciudad de Bogotá. Es una cosa que me parece esencial y que va a cambiar mucho la lógica misma de la Luis Ángel Arango en la medida en que podamos tener “hermanas” en otras partes de la ciudad.

Eso está ligado con otros dos procesos paralelos que se están llevando a cabo en este momento: Uno es el del préstamo a domicilio. En Bogotá no existía la tradición de que bibliotecas públicas prestaran libros  para llevar a la casa, excepto en forma muy excepcional y dentro de ámbitos muy precisos, de gente muy conocida. Nosotros abrimos el préstamo al público y estamos en este momento prestando entre 10 y 15 mil títulos por mes, que es un crecimiento muy grande para la ciudad, aunque todavía es muy bajo. Eso va a permitir el uso de colecciones que nosotros no usábamos mucho. Cuando uno tiene una sala llena de gente, probablemente no tiene el mejor ambiente para leer libros de literatura, o libros de historia, o libros complejos de filosofía. La lectura de estas obras seguramente se nos va a incrementar en la medida en que la gente pueda llevar la novela o el libro para leer el fin de semana, en su casa, en un ambiente que él mismo organiza. 

Y el hecho de que haya otras bibliotecas en la ciudad va a permitir constituir una red que facilite las cosas para los usuarios. Por ejemplo, para que quien necesite un libro lo pueda reclamar y devolver en cualquiera de esas bibliotecas, sin tener siempre que viajar hasta el centro de la ciudad.

El otro aspecto que se ha estado desarrollando en estos últimos años son los servicios electrónicos, los servicios a través de la red. Hoy, en este momento, uno puede mirar el catálogo de la Biblioteca siempre que tenga un computador con conexión a internet. Está abierto el catálogo y es consultado desde todas partes del mundo. Nosotros tenemos cada día consultas desde los Estados Unidos, del Pentágono. Prácticamente todos los días hay alguna consulta del catálogo de la Biblioteca que está en internet. Pero fuera de eso, estamos colocando mucho material en internet en texto completo, estamos colocando novelas, poemas, libros de historia, artículos sobre historia, biografías de personajes colombianos, imágenes de arte colombiano. 

Busto de Luis Angel Arango en la Biblioeca (odg)

De manera que muchas personas pueden tener hoy acceso a algunos de los libros que están en la biblioteca sin tener que venir a ella. Esto es, por supuesto, una parte pequeña de lo que hay en la Biblioteca lo que podrá verse en la red, pero es una parte importante porque está orientada a los sectores que tienen más dificultades para llegar a la biblioteca. Todos estos mecanismos están orientados a que quien no pueda venir a la biblioteca pueda encontrar información útil y textos importantes que pueda ver desde su casa.

EL SILENCIO DE LAS BIBLIOTECAS

ODG: A mí me da la impresión de que las grandes bibliotecas son como las grandes ciudades, en el sentido de que hay un montón de sitios que nadie visita pero que son definitivamente muy exquisitos. Aquí en la BLAA hay sitios que a usted le llaman la atención pero que nadie visita. ¿Cuáles recomendaría?

JOM: En la Biblioteca hay cosas muy excepcionales y poco conocidas. Por supuesto, hay algunas áreas que nosotros mismos mantenemos con cierta restricción, por ejemplo, el área de sitios antiguos, de libros raros, valiosos. Allí tenemos 30 incunables, tenemos el libro más antiguo impreso que se encuentra en Colombia que es un libro de 1470; tenemos el libro más antiguo impreso en Colombia, del año 1738, una novena; tenemos libros muy bellos de la época en que los libros se hacían como obras de arte, por ejemplo los libros de Humboldt, con grandes láminas e imágenes de la Colombia de 1800, 1805. Tenemos muchos libros de historia natural con láminas extraordinarias, litografías de aves, de pájaros, de peces, de mariposas, que se hacían hace 200 o 300 años. Esa parte, por supuesto, tiene acceso restringido.

Pero hay otras que también son bastante curiosas en la biblioteca y que el público en general tal vez no conoce. Una es el área de la sala de música. Allí tenemos una colección de partituras, una colección de libros sobre música y una colección de discos. En teoría una persona puede llegar allí y decir: yo quiero oír la sonata 24 de Beethoven y decir présteme la partitura y un libro en el que la comentan, y se encierra en una cabina a escuchar el disco mientras mira la partitura, pudiendo consultar cualquier tipo de comentarios que se hagan sobre esta obra. Es un servicio muy excepcional que existe para los aficionados o estudiantes de música. Incluso si sabe tocar piano, en esa sala hay dos pianos para los lectores, de tal manera que el lector pueda mirar la partitura y él mismo ensayarla en el piano y analizarla. O traer su instrumento. Mucha gente llega con el violín, la flauta o con el clarinete a mirar allí las partituras de que disponemos. Ese es un servicio que no es muy frecuente en las bibliotecas públicas.

Otra área bien interesante es la de los servicios de CD. Tenemos unas mil revistas en colecciones de 10 años que están en CD, en texto completo, que se pueden buscar de una manera electrónica, de manera que las búsquedas son extraordinariamente fáciles, son revistas de ciencia social y economía.

Ahora, la Biblioteca tiene colecciones artísticas extraordinarias. Yo creo que es muy difícil encontrar una pieza tan sorprendente como la Custodia que es conocida popularmente con “La lechuga”. Esa pieza es única. Yo creo que es muy difícil encontrar en el mundo alguna pieza similar que tenga tal cantidad de joyas y de piedras preciosas y que además tenga un diseño tan armónico como el que tiene esta obra que es una obra del barroco colonial, hecha en Bogotá hace ya casi 300 años. Tenemos también todas las colecciones de arte, de toda la historia del arte colombiano.

LA ALEGRIA DE LEER

ODG: ¿Recuerda cuál fue el primer libro que le impresionó a usted de niño?

JOM: Eso sí es como difícil acordarse pero recuerdo que leí con mucho interés los cuentos de Constancio Vigil. Yo creo que cuando tenía entre 4 y 5 años. Después me volví un aficionado a todas las obras de aventura que leían los niños de la época, los juliovernes y los emiliosalgaris y las novelas policiales y de aventura, y un poco la novela negra para jóvenes, norteamericana, hasta que descubrí la literatura un poco más convencional, novelistas norteamericanos y franceses, cuando estaba en la adolescencia. 

Años 70 con las filas de ciudadanos que disfrutaban la alegría de leer en la biblioteca de la calle 11 con carrera 5ª del barrio La Candelaria de Bogotá

ODG: Leía una crónica que decía que en una charla que tuvieron con el presidente Clinton y en la que estaba el Nobel García Márquez , le preguntaron a Gabo cuál era el libro que más lo había sorprendido y decía que “El Conde de Montecristo” porque es la historia de una persona presa que sale después sale sabiendo un montón de cosas porque aprovechó mucho la cárcel. ¿El libro que a usted le ha impactado más en sus lecturas cuál ha sido?

JOM: Esos sí son muchos, pero yo creo que siempre desde que estaba en la secundaria las obras de Shakespeare me parecieron sorprendentes. Sobre todo, por supuesto, Hamlet y el Rey Lear, son las dos que más me llamaban la atención. Ambas tienen cosas muy curiosas en relación con las generaciones. En Hamlet está de alguna manera sus obligaciones con su padre, su conflicto con la madre, la duda de si va a vengar la muerte del padre, todo ese tipo de cosas. Y en el caso del Rey Lear uno ve a estas tres hijas que de alguna manera tienen actitudes muy diferentes hacia sus padres, la que lo venera y  la que los trata solamente de explotar. Yo no sé por qué nunca me he preguntado con mucho detalle, pero estas dos obras fueron obras que se me quedaron grabadas y a las que volví muchas veces después.

ODG: ¿Y hurgando en ese disco duro de su memoria qué libro le prestaron que nunca devolvió?

JOM: Yo creo que en general ninguno que hubiera retenido de gusto. Más bien son los libros que no me interesaron mucho y se me fueron quedando y fui olvidando para no devolverlos, informes técnicos y cosas de ese estilo de los economistas. Pero no recuerdo ningún libro que yo hubiera retenido. 

LIBROS QUE CAMINAN

ODG: Y al contrario: libro que haya prestado y que no se lo hayan devuelto.

JOM: A mí lo que me sorprende es unos libros que se me desaparecen sin yo haberlos prestado y sin que yo crea verdaderamente que alguien se los ha robado. Pero, por ejemplo, cuando estuvo Fernando Vallejo en mi casa comentábamos que de sus novelas, yo llevo como seis meses o un año tratando de localizar dos en mi casa y no las he podido encontrar. No sé si las presté y lo olvidé. Pero de alguna manera los libros de Vallejo para mí tienen una cierta capacidad de caminar solos y desaparecerse.

ODG: Hay una canción  que se escucha mucho en Medellín “¿Para qué libros”. ¿Para qué los libros, doctor Melo?

JOM: Yo creo que en eso uno no puede decir más de lo que ya se ha dicho. Finalmente, el libro es la manera de mantener un diálogo con toda la gente brillante, inteligente, creadora, que ha pasado por este planeta y es una oportunidad que tenemos la fortuna -desde que se descubrió la escritura- de tener los hombres. De alguna manera uno no pudo nunca escuchar a Sócrates pero tiene la ventaja de que algún amigo, un poco clandestinamente, violando todos los derechos de autor, copió sus conversaciones y las publicó y hoy podemos hablar con alguien que hace 2.500 años estaba diciendo cosas que eran iluminadoras para el ser humano. Yo creo que eso se puede trasladar a todo y es una gran ventaja del libro: la ventaja del libro es que uno tiene la capacidad de estar en diálogo con toda la humanidad y con los mejores de la humanidad.

ODG: ¿Qué tal la ficción de imaginar que todos los personajes que aparecen en los miles de volúmenes que hay en la biblioteca, de un momento a otro cobraran vida?

JOM: Bueno, yo no sé cómo serían las relaciones que podrían establecerse entre ellos. Pero sería bastante interesante especular sobre ello.

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1 comentario

  1. Una entrevista inspiradora con una persona tan notable. Y hablando sobre un lugar tan especial en nuestra memoria

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