Historias de locos bajitos

En la foto, la abuela cuentacuentos, Mercedes Arango, les cuenta ficciones a un grupo de niños

Por Oscar Domínguez Giraldo

Como viven en perpetuo día de las brujas ¿cómo no darles la palabra  a los bajitos en vísperas del primer 31 de octubre en pandemia? 

Amita, ¿por qué el eco nos responde con una voz que se parece a la de de uno? (Talo, el niño de Los soles de Amalfi, de Dasso Saldívar). 

Abuelito, cuando sea grande  te voy a construir una casa grande para que siempre  entre el sol. Solo hay un problema, y es que para esa época tú ya no vas a existir (Mateo , seis años). 

El pediatra vio a un niño de cuatro años tosiendo a través de la ventana de su consultorio. Le preguntó qué estaba  haciendo y recibió la siguiente respuesta: Estoy arrojando mi tos a través de tu ventana para que no regrese a mí; creo que así es que curas a las niños. (Del libro Cien anécdotas de los pediatras colombianos). 

Quino, con cada uno de sus libros, lleva ya muchos años demostrándonos que los niños son los depositarios de la sabiduría. Lo malo para el mundo es que a medida que crecen van perdiendo la razón (García Márquez). 

Agustín, de dos años, le tiene nombre al pico y placa: Pipicaca. 

De un abuelo: En mi  vejez he empezado a apreciar la pintura infantil y he acuñado esta frase: «Todo niño es un Picasso hasta que le enseñan a pintar”. 

Compartíamos con mi hijo y sus hijas de doce y siete años. En broma, el padre les dice: Les vamos a traer un hermanito. Manuela calla pero Emiliana responde: No, papi, porque yo quedo en el medio, y quedo invisible, porque la mayor siempre manda, y el menor puede culpar y hacer lo que quiera.  

Al nacer, al niño hay que rodearlo de hermosas palabras y de hermosos adornos para hacer hermosa su vida futura (proverbio de un pueblo africano). 

En una parada del travía en Colonia, Alemania,  se subió un africano y se sentó frente a la madre y a Monserrat, de unos seis años. Montse lo miró muy fijo y le comentó a su mami“Mamá, este hombre es azul”. Y el africano sonrió y le dijo: “Y tú eres rosé”». (Del diario de Ricardo Bada). 

Mi nieta Mariana, de cuatro años, observa a su prima elaborar una maqueta para la Universidad. La niña recogió los retales y quiso imitar a su prima haciendo su propia una maqueta. Yo la observé y le dije:  ¿Le ayudo?,  y me respondió: No, enséñeme.  

Le pregunta el abuelo a su nieto de cuatro años: José Luis,  ¿qué es para ti la magia? Magia es sacar un conejo de un sombrero. Abuelito, ¿ tú puedes sacar a Dios de un sombrero? 

“Tía, humano viene de huesos” (explicación de Andrea, siete años). 

Preguntarse por qué juega el niño es preguntarse qué es el niño. El juego es el trabajo del niño (Jöelle Turn). 

Daría, una niña ucraniana la escribió a García Márquez en 2009: 

«Querido Gabriel. Espero que estés bien. Disculpa que no sé español pero después de leer tus libros, de verdad me gustaría aprenderlo. Te escribo para decirte gracias por tus libros y cuentos. Te deseo mucha felicidad, salud,  armonía, amor y admiradores fieles! Me encantaría recibir una respuesta tuya.Lamento que no te envíe un sobre de repuesta al remitente. Espero que me respondas”. 

“Mami, cuando te veo te ves como una flor en el sol” (Sofia, ocho años) 

Los locos, como los niños, sólo se detienen después de ver satisfechos sus deseos (Pablo Coelho, en Verónica decide morir). 

Lo no realizado, lo ilimitado, eso es un niño (Heirich Mann). 

Papi, ¿ qué hay debajo de los peces, en el mar? ¿Y encima de la luna que hay, papi? 

El niño que fui se asoma al espejo y me saca la lengua (Juan Manuel Roca) 

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