Contraplano: Así nació el «gorilato» en el periodismo colombiano

El entonces presidente de Colombia, Guillermo León Valencia. Foto Tiempo de Política

Por Orlando Cadavid  Correa

¿Cómo aterrizó el apelativo de los “Gorilas” que recibió en el periodismo colombiano la cuarteta reporteril que no le perdía pisada al entonces presidente Guillermo León Valencia en el segundo mandato frente-nacionalista?

A alguien se le ocurrió echarle mano al epíteto, porque era semejante al que les venía como anillo al dedo a los cuatro “Gulliveres” galos que escoltaban  en su visita oficial a Bogotá  al presidente de Francia, Charles de Gaulle. Los guardaespaldas parisinos medían dos metros, en promedio, cada uno.

Así fue como nació el “Gorilato” en el régimen a la valenciana con el beneplácito del “Hombre fuerte de Paletará”. Periclitó en la administración del presidente Carlos Lleras Restrepo, que no simpatizaba con la idea de transitar por el país custodiado por una corte periodística a bordo que no lo desamparaba ni en las idas al mingitorio.

El gorila es el mono antropomorfo, de estatura  igual a la del hombre, membrudo y muy fiero, que habita en África, según el Pequeño Larousse Ilustrado.

En el periodismo del altiplano cundiboyacense fueron cuatro los miembros del “Gorilato”: Iáder Giraldo, de El Espectador; Camilo López, de El  Tiempo; Alberto Giraldo, de El Siglo, y Darío Hoyos, de La República.

Aunque en las plantas de redacción hubo colegas probos para sucederlos, la idea de reajustar el equipo no prosperó, porque  el doctor Lleras Restrepo se cerró a la banda y no quiso cuarteta periodística que lo acolitara.

El mandatario tampoco permitía ningún brote de pequeños “Gorilitas” en sus desplazamientos a las capitales provinciales.

Salido del Palacio de San Carlos el 7 de agosto de 1974, el ex presidente Valencia solía decir en sus amables paliques con  la muchachada periodística: “A ustedes les fue mejor conmigo en Palacio en el segundo cuatrienio frente-nacionalista”.  Eso fue rigurosamente cierto.

La apostilla: Dos lenguas “triperinas” fueron las autoras,  a primo  y dúo,  de este chascarrillo que ‘inmortalizó’ al ex presidente Valencia: Que se iba de cacería a sus predios de Paletará y se le iban los patos; que se iba a echar un discurso en un homenaje al presidente Charles de Gaulle, y se le iban las patas. Y que si se iba de rumba a la casa de lenocinio de doña Blanca Barón, ¡se le iban las putas!

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