Cuando Rómulo dejó de ser indio y pasó a ser caballero

"El Indio Rómulo" Foto boyacaradio.com

N. d. e. El connotado periodista Ricardo Rondón entrevistó al Indio Rómulo hace seis años para http://laplumalaherida.blogspot.com/. En esta pieza del periodismo, se conoce un poco más al personaje que acaba de marchar al cielo de los poetas. 

Ricardo Rondón Ch.

«Ya no soy indio», dice. «Ahora soy Caballero, por orden expedita del Senado de la República».

En los anaqueles bautismales de la Catedral de Monguí (Boyacá) aparece registrado como Rómulo Augusto Mora Sáenz, nacido el 23 de abril de 1932, con firma y sello del señor cura párroco de esa municipalidad, su tío, tutor y consueta, don Adán Acero.

Allí, en esa comarca de la fértil campiña boyacense, de la que fue alcalde durante siete años, y en cuya administración logró que Monguí se institucionalizara como el pueblo más lindo del departamento, vino al mundo este personaje de amplia tradición cultural y artística, poeta y declamador costumbrista, actor de teatro y presentador de televisión, que, a sus años, 82 abriles, se conserva majo, lúcido, lúdico y dicharachero, como ha sido su impronta a través de los años.

Educado en la primaria con sacerdotes franciscanos, y luego en Bogotá, con los padres Salesianos del colegio ‘El Oratorio de Don Bosco’, donde se recibió de bachiller, Rómulo eligió para el futuro de su vida la expresión escénica, talento que venía cultivando desde los cinco años, cuando se paró por primera vez en un proscenio a declamar un poema.

Estudió teatro en la antigua academia ‘Coranchacha’, a órdenes de ese gran actor y director de época que fue Alvaro Angel Forero, uno de los pioneros de la televisión en Colombia. Por él se puso por primera vez ante cámaras con su programa, ‘Romerías del Indio Rómulo’, espacio auspiciado por la Presidencia de la República, y por el que desfilaron primeras figuras del espectáculo nacional, desde Carlos Julio Ramírez, pasando por Berenice Chaves, Régulo Ramírez, Nubia Ordoñez, hasta el trío Martino y el dueto cómico-musical más importante y popular de todos los tiempos: Emeterio y Felipe, ‘Los Tolimenses’.

Tiene acuñados 160 poemas en su prodigiosa memoria, por nombrar algunos: ‘Barbarismos’, ‘Feliz cumpleaños, mamá’, ‘El yerbatero’, ‘La que se case con yo’, ‘Los políticos’, ‘Queréme, chinita’, ‘El peo’, de su autoría, y del repertorio universal; ‘El Brindis del bohemio’, ‘La nacencia’, ‘Por qué no tomo más’, ‘Ejemplo’, ‘El duelo del mayoral’, ‘Testamento’, ‘La leyenda del horcón’, ‘La renuncia’, ‘El cobarde’, los mismos que tiene grabados en diez discos, con acompañamiento musical de prestigiosos maestros.

No obstante, a sus años, ‘El Indio Rómulo’ sigue arando en los surcos fecundos de la palabra y la cultura popular. Vaya un reconocimiento más que merecido a su vida y obra. 

–Qué tal Rómulo si le hubiera dado por lucir los ornamentos. ¿Qué tipo de curita cree que sería hoy en día?

–“No el que estás pensando… ¡ni de fundas! Pero yo tenía muy fijo que lo mío no era el sacerdocio, aunque mi familia, menos mi abuelo, el generalísimo Sáen, anhelaba verme cura. Pero para eso hay que tener espíritu de castidad y yo no lo tengo”.

–¿No era pecado ser artista bohemio en esa época?

–“En ese tiempo no había artistas, porque ni siquiera existía la televisión, y la radio todavía no había llegado al pueblo. La única diversión era una vitrola que había en mi casa, donde escuchábamos, en discos de 78, artistas que no conocíamos”.

–¿Cómo era Monguí en esa época?

–“Divino, como lo sigue siendo ahora: sus casitas de balcones coloniales, sus calles adoquinadas, y el puente de Calicanto por donde alguna vez pasó el General Bolívar”.

–¿Ya existía esa próspera industria de balones?

–“Todavía no. Eso fue por allá en el año 38, por un soldado que estuvo en la guerra del Perú y aprendió en las caucherías del Amazonas a fabricar balones con vejigas de caucho. Cuando volvió a Monguí de sus correrías de entreguerras, puso su propia tenería. Y así empezó esta industria”.

–¿Usted alcanzó a coser balones?

–“Sí, porque uno de chino y en el colegio no tenía cómo más ganarse unos centavitos. Ese era el mejor entretenimiento que podíamos tener después de las tareas: coser cueritos”.

–¿Y no le gustó el fútbol?

–“Lo practiqué de muchacho, y lo apoyé cuando fui alcalde. Como también lo hice con el baloncesto. Y si no fui futbolista fue porque el bichito del teatro me tenía invadido todo el cuerpo”.

–¿Por qué en Monguí, el municipio balonero por excelencia en Colombia, no existe una cancha de fútbol?

–“Por la sencilla razón de que no existe una parte plana para hacerla. Pero los ‘chitiados’ chiquitos se las ingenian y juegan fútbol en cualquier parte”.

–Nunca le hizo un poema a la vejiga, ¿por qué?

–“Porque no encontré la vejiga exacta para hacerlo”.

–En cambio sí le hizo uno al ‘Yerbatero’. ¿De qué yerbas se acordó cuando lo escribió?

–“Ese me lo inspiraron los propagandistas que vendían menjurges en las plazas de mercado de Boyacá, particularmente de Sogamoso. Es que esa retahíla es muy rica en términos criollos y en licencias costumbristas”.

–¿Usted sí cree en yerbas?

–“¡Uf!, claro, son más efectivas que cualquier medicina”.

–¿Tomadas, en pomadas o fumadas?

–“No, tomadas o en cataplasmas. Como la cataplasma de paico y yerbamora para los cólicos y los misereres”.

–Rómulo, ¿usted nunca fumó marihuana?

–“¡Nunca!, yo he sido y moriré siendo enemigo de la marihuana y la droga ilícita. Lo que sí fumé fue cigarrillo hasta hace veinte años. Y ese tiempo hace que dejé de fumar y de tomar”.

–¿Cuántos negocios tuvo en Bogotá?

–“Cinco, de los más famosos del espectáculo, entre ellos el más concurrido por la sociedad y la bohemia capitalina: ‘La choza del Indio Rómulo’, donde se armaban unas tertulias de postín: buena música colombiana, oratoria de la mejor y la poesía del indio que no faltaba. Me di el honor de tener dos presidentes de clientes: Guillermo León Valencia y Carlos Lleras Restrepo, que eran eruditos y amantes de la fina prosa”.

–¿Cuántos políticos se alcoholizaron bajo esa choza?

–“Uno que otro salió de allá con ‘delirum tremens’, pero más que por el alcohol, embriagados de folclore, de poesía, y del exquisito aliento de las mujeres bonitas”.

–¿Pacheco era cliente asiduo?

–“¡Claro!, y con él, Alvarito Ruiz, Carlos de la Fuente, el ‘Culebro’ Casanova, Gilberto Puentes, Ugo Armando, Humberto Arango, mejor dicho, la Selección Colombia de la rancia y elocuente bohemia”.

–¿Cómo vio la partida de Pacheco?

–“Difícil, dura. La última vez que nos topamos fue en la Media Torta, hace unos años, cuando nos hicieron un homenaje por haber sido fundadores y artistas consagrados de ese teatro bogotano. Lo vi algo trajinadito, pero con su chispa, su simpatía, su amabilidad y su amistad de siempre. Un ícono de la televisión en Colombia, único, irrepetible”.

–¿Por qué acabó con sus negocios, Rómulo?

El «Caballero Rómulo». Foto La Pluma & La Herida

–“Porque esos negocios ya no dan plata. Es más, lo que se gasta que lo que se gana. La música estridente y foránea está acabando con lo auténtico de nuestra cultura y tradición”.

–¿De qué vive ahora el Indio Rómulo?

–“Yo, a mis 82 años, trabajo mucho. Desde hace 25 años estoy dedicado a dar conferencias en colegios y en universidades, sembrando en el corazón de los muchachos, lo que nos pertenece. Esa ha sido mi labor”.

–¿Cuántas mujeres ha tenido?

–¡Huy, jediondo!, para eso no tengo memoria”.

–¿Hijos?

–“Pasan de los veinte…”.

–¿Y cómo ha hecho?

–“Con la misma, pero con diferentes mujeres”.

–¿Cómo está de salud?

–“Me siento en perfectas condiciones. Bendito sea Dios”.

–¿Se sigue tomando su copita de aguardiente con las siete yerbas en ayunas?

–“Las solas yerbas, porque el trago lo dejé”.

–¿Cuántas veces ha cambiado de sombrero?

–“Son más los que me han robado que los que me han aguantado”.

–¿Tierras, semovientes?

–“Bendito Dios yo aproveché mi cuartico de hora y logré hacerme unas propiedades con las que me solvento sin mayores necesidades”.

–¿Sigue viviendo en Bogotá?

–“Sí, porque definitivamente, Bogotá es Bogotá”.

–¿Cuántas lágrimas ha derramado declamando sus poemas?

–“Toda el agua que corre bajo el puente del Calicanto, en mi tierra linda”.

–¿Ahora por qué llora?

–“Por la falta de sensibilidad de un Estado que no sabe reconocer la labor de sus artistas. Cómo es posible que a la edad que yo tengo, y con lo que he hecho por mi patria, no goce de un derecho fundamental como es el de la seguridad social de una pensión”.

–¿Cómo recuerda la experiencia de Acapulco (México) en 1959, cuando compartió escenario con Mario Moreno ‘Cantinflas’?

–“Cuando terminé el último poema que fue ‘Padrecito lindo’, Cantinflas se lanzó, me abrazó y me dijo: ‘Tú hubieras nacido aquí en México, serías más que yo’”.

–¿Hay indio pa’rato?

–«Ya no soy indio. El Senado me acaba de conceder, hace veinte días, la Orden Gran Caballero. De modo que ahora Rómulo Augusto Mora Sáenz es un Caballero con todas las de la ley. ¿Acaso no me ve la pinta?»

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