Por Antonio Andraus Burgos
Después de más de un siglo, bien difícil qué es llegar a los 3.000 imparables en las Grandes Ligas, aún cuando se diga fácil, aún cuando se crea que es cosa de todos los días, la verdad verdadera, es que en algo más de 120 años de registros en la Gran Carpa, a la cifra apenas han registrado su nombre 33 peloteros, de los más de 23.200 que han jugado en el mejor béisbol del mundo.
Nombres tan sonoros como Babe Ruth, quien contabilizó 2.873; Frank Robinson, con 2.943; Ted Williams, con apenas 2.654; Lou Gehrig, con 2.721; Mel Ott, con 2.876; Mickey Mantle, con 2.411 y Reggie Jackson, con 2.584, no están en la lista mágica de los 3.000 inatrapables en las Grandes Ligas, al referirnos a unos pocos que se cotizan en una era que dejó huella en el juego.
Para que vean lo difícil que es llegar a esa cifra de incogibles, el llamado rey de los ‘’bambinazos’’, Barry Bonds, quien obtuvo 762 cuadrangulares, apenas sumó 2.935 inatrapables, quedándose por fuera de la inolvidable nómina de los 3.000.
Y a esos nombres le agregamos otros, de los últimos años, como Chipper Jones, quien bateó 2.726 imparables; Carlos Beltrán, con 2.725; Roberto Alomar, con 2.724; Vladimir Guerrero, con 2.590; David Ortiz, con 2.472; Frank Thomas, con 2.468 y Jim Rice, con 2.452, tenemos que concluir, sin duda alguna, que se dice fácil 3.000 indiscutibles, pero ¡ah! difícil qué es concretar ese número de batazos que caen a terrenos de nadie.
De este nuevo siglo
Los últimos en clasificar en dicha nómina, son ampliamente conocidos por la afición de estos tiempos, como lo son Derek Jeter, el gran capitán de los Yanquis de Nueva York, con 3.465, quien está ocupando la sexta casilla de todos los tiempos; Albert Pujols, el formidable dominicano que tiene un ‘’nicho’’ reservado para ir a Cooperstown más adelante, con 3.384, en la novena posición; Miguel Cabrera, el venezolano que hizo historia y quien se acaba de retirar de la actividad, con 3.174, en la décima sexta casilla; el dominicano de la ‘sonrisa eterna’, Adrian Beltré, quien ingresa al Salón de la Fama este año, con 3.166, en la décima séptima casilla; Alex Rodríguez, el americano-dominicano que quizás nunca llegue a ser ciudadano de Cooperstown, con 3.115 en la vigésima segunda posición; y el cubano Rafael Palmeiro, quien jugó parte en el pasado siglo y parte en este, tiene 3.020 inatrapables, está ocupando el vigésimo noveno puesto, pero tampoco es opcional para llegar a Cooperstown.
Derek Jeter, el gran capitán. Foto ESPN
El japonés Ichiro Suzuki, ampliamente conocido por la afición de la Gran Carpa, como el ‘‘pelotero que trajo una nueva modalidad al juego con su manera peculiar de desarrollar su ofensiva’’, tiene 3.089 imparables y ocupa la vigésima cuarta posición en la nómina de todos los tiempos en esta tabla.
La nómina de los pocos
Ya hemos citado en los anteriores párrafos los cotizados jugadores que alcanzaron la marca, así como los últimos latinos que ingresaron a la selectiva galería de los 3.000 indiscutibles.
Pero vayamos al grano de varios de los formidables y destacados nombres que ocupan las 10 primeras posiciones de la clasificación.
En el primer lugar, el controvertido Pete Rose, quien por razones ampliamente conocidas en el mundo del béisbol, no es elegible para ir al Salón de la Fama, pese a su marca de 4.256 indiscutibles en su carrera, por estar comprometido con las apuestas dentro del deporte.
Peter Rose. Foto MLB
Luego está ‘’El Melocotón’’ de Georgia, Ty Cobb, a quien se le señala de haber sido un hombre de pocas pulgas dentro del juego, ocupando la segunda posición, con 4.191 imparables; la tercera está en poder de Hank Aaron, ‘’El Martillo’’ del béisbol, con 3.771 inatrapables; Stan Musial es el cuarto en esta jerarquía de los inolvidables del béisbol en el contacto con la pelota, con 3.630 incogibles; y en la quinta posición, Tristram Speaker, con sus 3.515, que corresponde a una era en que se decía que se jugaba ‘’con pelota chata’’.
Honus Wagner está en la séptima posición, con 3.430 batazos y en la octava, Carl Yastrzemski, ampliamente popular en su época del pasado siglo, con 3.419 inatrapables.
Cierra el grupo de los 10 primeros, nada más y nada menos que Paul Molitor, el hombre cuya semblanza sobre los diamantes, dejó una estela de grandeza que es digna de imitar, con 3.319 imparables.
En las siguientes casillas
Eddie Collins, con 3.314 indiscutibles, está ocupando la undécima casilla; en la duodécima, aparece un nombre tan valioso como respetado y respetable, como lo es Willie Mays, con cuya capacidad de juego, derrochó alegría, pujanza y talento en los parques de pelota, con 3.283 imparables; y luego, Eddie Murray, un pelotero que todos recuerdan con aprecio, con 3.255 incogibles.
Nap Lajoie está en la casilla 14, con 3.252, de aquella era de comienzos del pasado siglo; y después, un inolvidable de la capacidad y fortaleza en el juego, ‘’el hombre de acero’’ como lo bautizaron a Carl Ripken Jr., con 3.184 inatrapables.
Se suman a los 20 primeros en esta categoría, George Brett, en la casilla 18, con 3.154; en la 19, Paul Waner, con 3.152 y en la 20, Robin Yount, con sus 3.142 indiscutibles.
En la casilla 21, aparece el hombre al que le ‘’dejaron de contar los títulos de bateo de la Liga Nacional’’, el inolvidable Tony Wynn, de los Padres de San Diego, con 3.141; y en la 23, el gigante y destacado Dave Winfield, con 3.110; y en la 25, Craig Biggio, otro de una gran característica beisbolera, con 3.060.
El gran Roberto
Con las últimas casillas ocupadas, hay nombres que se pueden echar al olvido en el béisbol. Veamos esa lista.
En la casilla 26, el ‘’estafador de bases’’ más grande que ha dado el béisbol en toda su historia, Rickey Henderson, con 3.055 inatrapables.
Detrás de él, en la casilla 27, Rod Carew, el panameño que nació en un vagón de ferrocarril en Panamá, pero que se convirtió en una verdadera estrella con los Mellizos de Minnesota, con 3.053, en su prolongada carrera.
¿Se acuerdan de Lou Brock? No lo pueden olvidar. Es de esa clase de jugador que no se da todos los días. Un ébano que brilló con luz propia con los Cardenales de San Luis, después de llegar a la Gran Carpa con el uniforme de los Cachorros de Chicago. Lou está ocupando la casilla 28, con 3.023 imparables.
En la posición 30, Cap Anson, el mismo que lució con orgullo el uniforme de los Cachorros de Chicago, en la fase final del siglo XVIII, sumando 3.011 inatrapables.
En la casilla 31, Wade Boggs, el formidable antesalista que durante una década estuvo con los Medias Rojas de Boston y no pudo ganar una Serie Mundial, pero que conquistó con todos los honores con los Yanquis de Nueva York, en 1996, cuando se paseó con un caballo, lleno de júbilo, pensando que estaba próximo a irse y no tendría en sus manos un anillo del Clásico de Otoño. Sumó 3.010 imparables en su brillante carrera.
Al Kaline, el afamado pelotero de las décadas de los 60 y 70, que con el uniforme de los Tigres de Detroit, se hizo respetar con el uso del bate, está en posición 32, con 3.007 imparables.
Y uno de los más grandes de todos los tiempos, el inmortal e inolvidable Roberto Clemente, ‘’el cometa de Carolina’’, cuyo respetable brazo, su calidad como pelotero y su calidad humana, lo elevaron a la categoría de sempiterno para el béisbol de las Grandes Ligas.
Clemente se quedó con 3.000 imparables conectados en su gloriosa carrera con los Piratas de Pittsburgh, que pudieron ser más, si no es porque trágicamente falleció en aquella noche de Año Nuevo de 1972, cuando viajaba a llevar auxilio humanitario a Nicaragua, como consecuencia de un devastador terremoto que había acontecido días antes.
Clemente, sin duda alguna, tenia por lo menos, dos años más de béisbol, a pesar de su edad; pero su consagración al juego y sus disciplina personal, seguramente que le hubiesen permitido jugar 2 años más.
Por cierto, su último inatrapable fue un doblete, conectado el 31 de octubre de 1972, frente a un lanzamiento del zurdo, Jon Matlack, de los Mets de Nueva York, y fue igualmente, su última aparición en un diamante de béisbol de las Grandes Ligas, y el undécimo pelotero en conseguir 3.000 o más imparables, y el primer latinoamericano en alcanzar la cifra de indiscutibles.
Pasarán muchos años
Observando las estadísticas de la actualidad, vamos a contar con un largo período sin que se pueda incluir un nuevo nombre en la lista de los 3.000 o más indiscutibles.
Y lo decimos, porque revisando la hoja con los que están actuando, pocos están en el camino de poder llegar a la mágica cifra.
El más cercano es Freddie Freeman, el primera base de los Dodgers de Los Ángeles, que cuenta con 2.168 imparables, a 22 de mayo de este año; lo que significa, sumando y restando, que le hacen falta unos 800 indiscutibles para llegar a la marca, y está en los 34 años.
Pero vale la pena observar que Freeman tiene promedio de 151 imparables en las primeras 14 temporadas.
¿Alcanzará la marca? Esa es la pregunta del millón.
Luego aparece Andrew McCutchen, de los Piratas de Pittsburgh, que contabiliza 2.079 inatrapables, a la misma fecha, pero a sus 37 años, le queda muy poco para seguir en la brega y esperar que llegue a la marca.
Y para no cansarlos, mis queridos y amables lectores, los otros que pueden aspirar, porque eso no se le puede negar a nadie, pero que difícilmente puedan alcanzar, es el venezolano Elvis Andrus, con 2.091, pero creemos que no va más; Paul Goldschmidt, con 1.948, de los Cardenales, todavía tiene una lejana opción; Hunter Pence, de los Gigantes, con 1.791, este tal vez no tanto; y el dominicano, Manny Machado, de los Padres, con 1.780, cuya fulgurante carrera podría asomarlo al registro.
De tal manera, que esa cifra mágica de 3.000 indiscutibles se dice fácil y rápidamente, pero esa, sin duda alguna, es una marca bien difícil de alcanzar.
Si Roberto Clemente es el número 33 en esas estadísticas, cuya marca la estableció en 1972, cuando apenas habían 11 peloteros con la cifra de clasificados con los 3.000 imparables, eso significa que han pasado 52 años para que otros 22 jugadores consiguieran la marca.
¡Difícil, de verdad verdad!
Fabulosa columna. Increible estadistica. Felicitaciones