Viernes de las entrevistas: Jaime Lopera Gutiérrez:  Primero la felicidad que el éxito

Jaime Lopera Gutiérrez, el personaje del viernes

Por Óscar Domínguez Giraldo

Jaime Lopera Gutiérrez, nacido hace 88 años el 20 de diciembre, es de los pocos colombianos a los que un  tal García Márquez Gabriel le decía en los años sesenta: Lopera, vamos a darnos un septimazo (foto).

Le complace recordar a quienes por esta misma época viven como octogenarios o nonagenarios (“prefiero que me digan sexogenario”) como Sofía Loren,  Brigitte Bardot, su amigo y colega Jorge Valencia Jaramillo,  su colega historiador Antonio Cacua Prada, Robert Redford, Woody Allen, el papa Francisco.

Lopera ha vivido sobregirado en pasado, presente y futuro que va construyendo gota a gota.

Enemigo personal de la comodidad, en los distintos oficios con los que ha llenado de vida sus años, se ha lucido el paisano de Luis Vidaldes, Carlos Restrepo Piedrahita y timochenko, de las Farc.

Nunca lo ha desvelado ser el mejor. Por experiencia sabe que los ganadores “no siempre suben al podio”.

Le ha quedado tiempo de trabajar a órdenes de Gabriel García Márquez en la agencia cubana de noticias Prensa Latina. Puede poner en su hoja de vida que le desobedeció al Nobel de Aracataca un consejo: “Jaime, olvídese de escribir”. E hizo bien porque lo hace del carajo, con  humor de la mejor ley.

Se dio el lujo de haber sido jefe de un millón de empleados públicos como director del Servicio Civil.

Es responsable de haberle mejorado la calidad de vida a centenares de compatriotas suyos, desde la cultura, la administración, el periodismo, la ficción, la consultoría de empresas, la cátedra, incluida aquella que se da silvestre a bordo de un buen tinto. Es lopista y conversador de cinco estrellas. Ateo de los buenos, gracias a Dios.

De pronto se deja disfrutar con sus ensayos breves a través del correo electrónico. Ha convertido la internet en salón de clases, tertuliadero, plaza pública.

Su vida ha oscilado entre Bogotá y su terruño quindiano al que regresó para vivir más intensa y creativamente. Saca pecho para reivindicar su condición de provinciano.

Tiene parentela en Medellín. Sus médicos viven en gran porcentaje en la Bella Villa.

Estuvo en peligro de convertirse en director de cine en  Nueva York, de la mano de John Casavettes. Dios que hace las cosas bien, como el Carvajal de la cuña, lo retuvo en este escenario de un millón y pico de kilómetros cuadrados llamado Locombia.

El sábatico en Armenia, Calarcá y Montenegro, le ha rendido a Lopera para convertirse en best seller de libros de administración, algunos de los cuales ha escrito a cuatro manos con su esposa Marta Inés, una de sus grandes influencias, al lado del “Conde”  Uribe Rueda, Rodrigo Gutiérrez, miembro de la Comisión de Sabios, y Gabriel Saldarriaga quien lo aficionó a los boleros para aterrizarlo. Y López Michelsen, su jefe político de siempre.

Cargó ladrillo al lado del poeta Jorge Valencia Jaramillo en la Fundación Pluma. Tiene velas en la repatriación de los restos del divino Vargas Vila a Colombia. Y se saldrá con otra: la repatriación del tesoro de los quimbaya en poder de España.

ENTREVISTA

Lopera respondió estos interrogantes que le llevan 8 dìas a cualquier solar de Calarcà pero conservan vigencia:

El discreto encanto del provinciano

— En su cuento,  Ulrica, un personaje de Borges dice que ser colombiano es un acto de fe. ¿Qué es ser cuyabro?

–La calabaza o  CUYABRA es una planta rastrera de la familia de la cucurbitáceas, pariente del melón y del pepino,  y de origen asiático, cuyos frutos se usan como recipientes. Como había muchas cuyabras en la zona donde se fundó Armenia, esta palabra se volvió un apodo de la ciudad, pero aun no tiene posición social.

— ¿ Cómo vería una cuyubrización del país?

— Mientras sea una planta rastrera, ninguna; como es exótica, tampoco. El día que podamos tener un topónimo más nuestro, tal vez podamos pensar que los quindianos le estamos dando, como ahora, un ejemplo al país sobre la manera de superar la sumisión cafetera, sin necesidad de chimeneas nauseabundas y protegiendo el medio ambiente.

— ¿Vive mas cómodo reestrenándose como cuyabro, o añora sus tiempos de bogoteño?

— Como la comodidad es una palabra pasiva e inactiva, no es ese mi caso. Vivo intensamente la provincia y en ella gané tiempo de vida para amar, leer, estudiar, escribir, y para vivir comunicado por Internet con el país y el mundo. Dos libros nuestros, compilados aquí y editados por el Círculo de Lectores (La Carta a García y La Culpa es de la Vaca) llevan juntos mas de 20 ediciones en Colombia y Venezuela. ¿No sería una buena prueba de productividad provinciana? El clima ayuda, el rendimiento de los ingresos ayuda, la cercanía de los míos colabora mucho.  Añoro a mis amigos bogotanos, los conciertos, las espaciosas librerías, los días soleados de agosto, los lamparazos (tragos) a la luz de la luna, y la ironía de los cachacos; pero ahí esta la W-FM que me recuerda ese ingenio y me mantiene al día.

— ¿Cómo logró Armenia revivir de los escombros del terremoto?

–Aunque hablar de revivir todavía no es posible, la inyección presupuestaria del gobierno anterior le dio un fuerte aventón a la economía urbana y rural. Los quindianos, por cuenta propia, a la sumisión cafetera le opusimos el ecoturismo como una manera de diversificación; y solo fue un factor de perseverancia de la burguesía dirigente  porque la burguesía gobernante aún no se sintoniza con el desarrollo debido a su monodependencia corrupta de los puestos y los contratos públicos.  Hará falta hacia delante otro vector económico como la agroindustria, pero todavía tenemos que mejorar mucho nuestros servicios públicos y derrotar el continuismo que favorece el statu quo.

— ¿Qué cuña sugeriría para atraer más turistas?

— El día  que tengamos integrados los tres departamentos, o la biorregión,  alrededor de una misión común en este campo, y cuando tengamos un teleférico al parque de Los Nevados para poder colocar un aviso en el New York Times que diga: “Colombia is safe. Come to Quindío, a clean paradise”.

— ¿En qué momento se jodió el café?

–Cuando decidimos que el valor agregado (tostadoras, empacadoras, mezclas suaves, cafés especiales) se quedara en el exterior.

El futuro existe

— ¿Qué diferencias encuentra entre quindianos, caldenses, risaraldenses y antioqueños que creen en el mismo Dios, hablan igual y se diferencian en los equipos de fútbol?

–La cultura cafetera (con sus defectos y virtudes, sus comidas y sus medidas) nos iguala a pobres y ricos de esta región. La retórica grecolatina de los manizaleños (que nos diferenciaba de los antioqueños) es un recuerdo que por fortuna no ha sido reproducido por las nuevas generaciones. Los de por aquí no tenemos novelistas, pero en cambio muchos cuentistas. El lenguaje tiene ahora muchos matices tolimenses, caucanos y cundiboyacences. Sin embargo, aún tenemos dificultades de identidad : ¿somos Gran Caldas, Eje Cafetero, Ecorregión, o Viejo Caldas? ¿Armenia es una ciudad dispersa o un área metropolitana? Eso sí: tenemos una clase política con iguales mañas, lo cual es un handicap que nos baja puntos a las tres regiones. Felizmente existe el futuro.

— ¿Describa los oficios que mas le han gustado?

— En primer lugar, el periodismo, ejercido desde mis primeros lances en La Calle, La Nueva Prensa y Semana, hasta mis ultimas columnas en Colprensa, La Crónica y Portafolio. En segundo lugar, el oficio de negociar convenciones colectivas, dictar seminarios sobre motivación de logro y cómo tomar decisiones, me ha dado grandes  satisfacciones. Me gusta hablar en público sobre el tema de la tolerancia y la participación. Un oficio frustrado: no haber alcanzado a ser director de cine cuando John Casavettes me aceptó como ayudante y no pude ir a Nueva York.

El jefe del millón

— Se tiende a confundir burocracia con ineficiencia. ¿Qué le dicta su experiencia?

–Mi experiencia como Director del Servicio Civil, como jefe de personal de un millón de empleados públicos, me dejó una impresión: hay burocracias productivas e improductivas. Aunque hay más gentes honestas que deshonestas en los escritorios, el Estado se ha equivocado en alcanzar niveles de eficiencia  porque el clientelismo es un antídoto a la responsabilidad: las dobles lealtades al padrino político de afuera y al jefe oficial de adentro, se convierten en intereses específicos que se rechazan mutuamente en el trabajo y desmoralizan a las familias.

— ¿Comparte lo dicho por el Nobel de Aracataca en el sentido de que para ser felices hay que hacer solo lo que a uno le gusta?

–Hay personas versátiles que viven sus cambios cada una a su manera. La multiplicidad de gustos confiere variedad a la vida; otros prefieren una existencia más lineal. Sartre gozaba con sus variaciones, pero la satisfacción de Aurelio Arturo era ser un buen poeta; su gusto por sus versos era indeclinable y rectilíneo.

La felicidad primero, el éxito después

–¿Ha sido una persona de éxito?

–Si el éxito se define por la figuración, soy un solemne desgraciado puesto que no me desvela buscar el primer lugar. Los ganadores no siempre suben al podio. O sea que se puede vivir muy bien cuando el éxito se lo asimila con el respeto por sí mismo. 

— Con su vida, obra y libros, ¿en qué forma ha contribuido a mejorar la calidad de vida de cuyabros y colombianos?

— He recibido muchísimos mensajes sobre los cambios personales que han sido suscitados por nuestras narraciones y fábulas sobre comportamiento personal. Pero mi ejemplo personal escasamente trasciende mi círculo de familia y de amigos y con ello basta. Prefiero ser feliz a ser exitoso, y lo estoy logrando.

—¿De dónde le brotó la vena literaria que lo acompaña día y nochemente?

— Con los regaños de Álvaro Uribe Rueda y Alberto Zalamea con quienes me inicié en el periodismo; después Gabo fue mi jefe en Prensa Latina y me dijo que leyera mucho antes de escribir: cuando me devolvió subrayado un cuento sobre la arriería, vi que su mensaje era que me retirara. Creo que no le hice caso y todavía persigo la posibilidad de mejorar.

En pocas palabras

–Libro que está leyendo…

–Eróstrato, de Fernando Pessoa.

–Libro que está escribiendo…

–Un manual para entender el vocabulario del conflicto.

–El pecado que más le gusta cometer…

–Comer lechona.

–Virtud que más admira en los demás…

–La coherencia.

–Defecto que le gustaría tener…

–La impuntualidad.

–Quién le gustaría haber sido?

–Yo mismo, en una aldea italiana del Renacimiento.

–Qué es un amigo?

–Alguien leal y confidente.

–Los enemigos para qué?

–Para ignorarlos.

–Persona que más ha influido en usted…

–En literatura, Nabokov; en gerencia, Rodrigo Gutiérrez; en el periodismo, Ramiro de la Espriella; en la vida, mi esposa Marta Inés; en el bolero, Gabriel Saldarriaga.

–¿Qué lo saca de quicio?

— La manipulación descarada.

–¿Tiene con qué salvar su alma?

–Creo tener varios créditos a mi favor allá arriba.

–¿De qué le gustará morir?

–De repente.

–¿Qué le gustaría olvidar?

–Una semana del año de 1958.

–Por qué desea que lo recuerden?

–Por mi honestidad y mi alegría. (Publicado en Revista Eje xxi, de Manizales que han dirigido a cuatro manos Orlando Cadavid y EGiraldo, fallecidos. Ahora está al frente de la edición virtual Jimena Giraldo, hija del Topo Evelio).

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Directores Orlando Cadavid Correa (Q.E.P.D.) y William Giraldo Ceballos. Exprese sus opiniones o comentarios a través del correo: [email protected]

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