«Una amistad de toda la vida: Un vínculo inquebrantable»

Amigos. Foto Gabi di paula

Por Eduardo Frontado Sánchez

A lo largo de mi vida, he sido bendecido con una gran fortuna en muchos aspectos, pero si hay algo que considero mi mayor tesoro, son las personas que han llegado a mi vida y se han convertido en compañeros para toda la vida. Más que simples amistades, estas conexiones se han convertido en lazos inquebrantables que forman parte de mi entorno, mi familia y a quienes siempre deseo cuidar.

Todo comenzó en mi tercer nivel de preescolar, cuando tenía tan solo 6 años. Fue entonces cuando establecí una conexión muy especial con una de mis maestras, una conexión que ha perdurado hasta hoy en día. Pero, más allá de esta relación con mi maestra, conocí a alguien aún más especial, alguien con quien me identifiqué desde el primer momento en valores, conocimientos y experiencias: mi querida amiga Marianela Ponce.

Lo que realmente fortalece una relación es la coherencia y el afecto que trasciende lo explicado o entendido. Marianela y yo somos la prueba de esto, con 30 años de amistad incondicional, amor y recuerdos imborrables. Desde ir juntos a McDonald ‘s por el juguete de la cajita feliz, hasta aprender a comer sardinas en su casa o hacer tareas telefónicamente, cada experiencia ha sido única y ha forjado nuestro lazo aún más fuerte.

Aunque la vida nos llevó por caminos diferentes debido a la migración, nuestra amistad no ha menguado. Mantenemos la costumbre de hablar casi a diario, compartiendo tanto triunfos como fracasos. Cada vez que nos vemos, siento que el niño de 6 años sigue descubriendo la vida y conociéndose a sí mismo. Cada encuentro es una celebración de la vida y la amistad que nos une.

La migración no ha hecho mella en nuestro amor y cariño, y cada día agradezco a la vida por haberme dado tanto. Mi amistad con Marianela es un tesoro invaluable que seguiré atesorando durante toda mi vida. En ella, encuentro la alegría de ser un niño eterno y la sabiduría de una conexión genuina que trasciende el tiempo y la distancia.

En conclusión, las amistades verdaderas son aquellas que perduran y se fortalecen con el tiempo. Agradezco a la vida por regalarme una amiga como Marianela, alguien con quien compartir risas, experiencias y crecimiento personal. Nuestra amistad es una prueba de que el amor y la lealtad pueden superar cualquier obstáculo, creando un lazo inquebrantable que me llena de gratitud y felicidad cada día.

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