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Cecilia Orozco Tascón
La noticia –escandalosa en grado superlativo– no es, sin embargo, nueva. Circula desde 2010 cuando el general Óscar Naranjo, entonces director de la Policía, advirtió sobre el inmenso prontuario del bandido Diego Marín Buitrago cuyo alto poder corruptor se minimiza con su alias infantil: “papá Pitufo”. La avalancha periodística de ahora se ha concentrado en la posibilidad de que ese capo del contrabando, lavado de dólares y delitos conexos, hubiera penetrado la campaña del presidente con la presunta oferta de aportes por $3 mil millones de pesos de los cuales habría entregado $500, suma que ingresó y, poco después, habría sido inadmitida por sospechas sobre su origen, según la versión de miembros del Pacto Histórico que tuvieron contacto con ese oscuro personaje. Petro respondió a su embrollo del día recordando sus trinos de hace algunas semanas, en los que les ha pedido a los gobiernos de España y Portugal que extraditen al sujeto, hoy detenido en un reclusorio de Lisboa; respondió, también, con graves afirmaciones sobre las supuestas influencias del mafioso en las élites políticas, gubernamentales y policiales de Colombia “desde hace 38 años”. En un discurso ante los bumangueses, el pasado fin de semana, el mandatario aseguró que “[Marín] tenía infiltrado el Estado [y] habría comprado decenas de generales de la Policía, ministros, directores de la DIAN [y] la POLFA (Policía Fiscal y Aduanera) (…) que se convirtió en la escolta oficial de caravanas [de contrabando] (…) para enriquecer a los grandes narcotraficantes”. El presidente ahondó en sus acusaciones cuando dijo que “[Marín ha sido], muy seguramente, amigo no solo de generales sino de senadores, de presidentes de la República a los cuales financiaba hasta cuando llegó su propuesta indecente a una candidatura dirigida por Gustavo Petro, y le dijo que no” (ver).
Con independencia de lo que arrojen las pesquisas judiciales y administrativas sobre los acercamientos del megacontrabandista al Pacto Histórico, la denuncia del jefe de Estado sobre el pasado influyente de Marín debería motivar la apertura de procesos penales, sea para descartar su veracidad o para confirmarla. Pero esta vez, a la ya conocida retórica del presidente se le apareció un testigo sin interés en las disputas políticas actuales. Se trata del general (r) Juan Carlos Buitrago, quien fue director de una de las entidades encargadas de combatir las bandas del contrabando: la POLFA. La W contactó, el pasado lunes, al general de impecable reputación profesional para que recordara su salida intempestiva de la Policía en momentos en que perseguía al capo Marín Buitrago y a otros sospechosos de alto turmequé internacional. Como se recuerda, Buitrago fue forzado a renunciar a su cargo y a su carrera en abril del 2020, “por la genuina convicción de que los principios no se negocian” (ver). Su jefe inmediato era el general Óscar Atehortúa, director de la Policía, y su superior, el presidente Iván Duque, que le aceptó de inmediato la renuncia, eso sí, cuidándose de callar las presiones que lo impulsaron a dejar solo a uno de sus más eficientes oficiales. Por supuesto, frase tan digna pero, al tiempo, tan inusual en boca de un uniformado como aquella de que “los principios no se negocian” llamó la atención. No tardó mucho en pronunciarse el expresidente Andrés Pastrana, probablemente como una forma de prevenir revelaciones futuras sobre su indebida injerencia –y, sobre todo, su interés– en asuntos aduaneros.
Así, Pastrana terminó descubriendo la conjura políticopolicial contra Buitrago en la que no solo participó él, sino el propio Duque, su ministro de Defensa Carlos Holmes Trujillo (q.e.p.d.) y el general Atehortúa, quien mancilló su uniforme plegándose, callado y sumiso, a peticiones civiles cuyo alcance todavía no conocemos. Como sea, el delincuente Marín Buitrago ganó libertad para desarrollar sus actividades criminales durante cinco años, desde la pandemia (cuando salió Buitrago) hasta hoy, febrero del 2025. En la entrevista con La W (ver) el general recordó las afugias que sufrió y los personajes del sector del poder político, policial y antijurídico que se unieron para sacarlo cuando estaba cerca de desbaratar el imperio del narcocontrabandista. Muchas preguntas quedan pendientes de respuesta judicial ¿Se atreverá la Fiscalía?
Entre paréntesis.- El señor De la Espriella, quien fue mencionado en la novela del contrabandista Marín como abogado de este, de Pastrana, del ministro Trujillo y del negociante Álex Saab, cuyas actividades non sanctas también estaban en la mira del general Buitrago, fue beneficiado con el cierre de una investigación en la Comisión Seccional de Disciplina Judicial. ¿Debido a que la demanda en su contra era inconsistente? No. Debido a la prescripción, es decir, a que el juez del caso no trabajó a tiempo (qué raro) y se venció el término para investigarlo. La prescripción no satisface: avergüenza.
Es más importante un mafioso corrupto que miles de colombianos indocumentados que enfrentan la deportación y quedaron en la pelea de Trump contra Nueva York.