Trump y el Proyecto 2025

"El liderazgo norteamericano fortalecerá a los partidos de derecha y debilitará al centro político y a las fuerzas de izquierda": Salomón Kalmanovitz. Foto: Agencia Bloomberg

Salomón Kalmanovitz

La derecha norteamericana logró su regreso al poder en 2016 con la elección de Donald Trump, después del largo ayuno que soportó tras la amarga experiencia de Richard Nixon (1969-1974), quien tuvo que renunciar por sus operaciones ilegales de espionaje de la campaña demócrata que competía contra su reelección. Ahora repiten con el segundo mandato de Trump, en esta ocasión apoyados por una temible organización de extrema derecha que se conoce como Proyecto 2025.

El proyecta cuenta con cuatro pilares según sus organizadores: primero, el trabajo de 350 líderes conservadores que proponen medidas que garantizarán el éxito y permanencia de sus representantes más leales en cada una de las agencias federales del Gobierno de Trump y de los venideros, si logran su objetivo de perpetuarse en el poder.

Segundo, hacer un LinkedIn o cadena conservadora de funcionarios e intelectuales que proveerá de oportunidades a las personas más radicales —”más fuertes que la roca”— para ocupar los cargos estratégicos en Washington.

Tercero, establecer una universidad de gobierno donde se entrenen los altos cuadros del conservatismo radical para multiplicarse y establecer una larga hegemonía en la política norteamericana.

Cuarto, diseñar un plan para cada una de las agencias del Gobierno federal y asegurar de que quede a cargo de un conservador habilidoso y de confianza.

Si este grupo se impone en las preferencias de Donald Trump, no tardará en entrar en contradicción con otros aliados menos devotos de la religión conservadora, como Elon Musk. En efecto, el hombre más rico del mundo no encontrará un lugar de mando como el que ostenta hoy si el grupo del Proyecto 2025 logra imponer sus designios sobre la actual administración y las que vengan en los siglos venideros.

La masacre laboral dirigida por Musk, quien no es funcionario electo a cargo alguno ni tiene responsabilidades políticas, ha afectado todo el Gobierno federal, lo cual tendrá consecuencias adversas sobre la eficiencia y calidad del servicio de una burocracia que fuera una de las mejor preparadas del mundo. El deterioro del servicio civil afectará la popularidad de Donald Trump y la del propio partido republicano hacia futuro. Se recuerda otro republicano siniestro de los años cincuenta del siglo XX llamado Joseph McCarthy, quien avanzó una cacería y purga de comunistas y liberales que se le devolvió y precipitó su caída en el Congreso norteamericano. Se recuerda la frase célebre del senador Joseph Welch contra McCarthy que aplica nuevamente hoy: “¿No tiene usted ningún asomo de decencia, señor?”.

Pero ahora la situación es propicia para Trump con un partido demócrata derrotado y desorganizado, mayorías en ambas cámaras del Congreso y un triunfo electoral que incluyó tanto el voto popular como el del colegio electoral, que no siempre coinciden. Las instituciones encargadas de misiones internacionales de Estados Unidos, como la Usaid, vienen siendo desmanteladas lo que significa que las estrategias de soft power, en particular la ayuda internacional que avanzaba los intereses norteamericanos suavemente es remplazada por las imposiciones y chantajes con los que viene operando el nuevo presidente, como lo muestra su despótica relación con Ucrania. El imperialismo suave se liquida y asume su cara más dura y explotadora, aunque Trump está convencido en su paranoia que es el mundo entero el que se aprovecha de los Estados Unidos.

Se vienen tiempos difíciles para todo el globo, en particular para los países más dependientes de los Estados Unidos, las organizaciones populares, los sindicatos y los partidos progresistas. El liderazgo norteamericano fortalecerá a los partidos de derecha y debilitará al centro político y a las fuerzas de izquierda. Los mandatarios derechistas ya se sienten empoderados en Europa y Asia, mientras que en América Latina preparan su regreso.

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