Esta semana, el gobierno nigeriano obtuvo una importante victoria legal: un tribunal del Reino Unido anuló un laudo anterior, según el cual el gobierno nigeriano debía realizar un pago estimado de 11 mil millones de dólares a una empresa extraterritorial turbia involucrada en un acuerdo fallido de gas.
La reversión es un enorme alivio para el gobierno de Nigeria, que habría tenido dificultades para pagar una suma tan considerable, que actualmente equivale aproximadamente al 40 por ciento del presupuesto anual del país para 2023.
También concluye una saga de una década que involucra a funcionarios nigerianos corruptos y malas conductas legales verdaderamente extrañas.
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El acuerdo inicial del gobierno nigeriano con Process & Industrial Developments Limited (P&ID), contraatacado en 2010, generó señales de alerta desde el principio. La pequeña empresa estaba registrada en las Islas Vírgenes Británicas, un notorio centro secreto financiero. Estaba dirigida por dos socios comerciales, ambos irlandeses, que no tenían experiencia previa en el sector del gas.
Aun así, ganaron un contrato para desarrollar una planta de procesamiento que convertiría el “gas húmedo” suministrado por Nigeria en “gas pobre” más utilizable. Curiosamente, ya tenían una relación previa con el influyente multimillonario nigeriano y ex ministro de Defensa, general TY Danjuma, quien más tarde sería mencionado en los Papeles de Panamá.
El acuerdo se volvió amargo en 2012, cuando P&ID inició una demanda de arbitraje, una forma opaca de resolución de disputas entre inversores extranjeros y estados-nación, por pérdida de ganancias. Afirmaron que Nigeria no había cumplido su parte del acuerdo, lo que provocó años de procedimientos legales en el Reino Unido. Durante el prolongado proceso de arbitraje, Nigeria estuvo representada por un abogado que, en un momento dado, intentó citar a un testigo fallecido.
Esta parte de la saga legal culminó en 2017, con un fallo de un tribunal de arbitraje del Reino Unido que responsabilizó a Nigeria por 6.600 millones de dólares en daños, más intereses. Después de una apelación que duró varios años, los daños y perjuicios ascendían a la asombrosa cifra de 11.000 millones de dólares en el momento del fallo de esta semana.
A medida que el caso se fue desenredando con el tiempo, salieron a la luz pruebas de corrupción en el centro del desafortunado acuerdo del gas.
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En 2020, Nigeria presentó pruebas ante los tribunales del Reino Unido que revelaban que P&ID había sobornado a dos empleados de agencias gubernamentales responsables del contrato de gas. Aún más sorprendente, otro empleado de la agencia recomendó al Fiscal General que el estado debería llegar a un acuerdo con P&ID, citando un caso débil. Se descubrió que este mismo empleado tenía 100.000 dólares estadounidenses en su cuenta bancaria, depositados siete días después por el abogado que representó a Nigeria durante el arbitraje. Esto generó importantes sospechas de que el abogado, que también quería interrogar a un testigo muerto, estaba en connivencia con P&ID.
El decepcionante drama legal no termina ahí. El fallo de esta semana también criticó duramente a dos abogados ingleses que representan a P&ID por retener documentos nigerianos legalmente privilegiados y actuar sin integridad jurídica. Curiosamente, uno de los abogados –sobrino del cofundador de P&ID– habría recibido 850 millones de dólares si el caso hubiera tenido éxito, mientras que otro que representó a P&ID durante el arbitraje habría recibido 3 mil millones de dólares.
Auwal Musa Rafsanjani, director ejecutivo del Centro de Defensa Legislativa de la Sociedad Civil, nuestro capítulo en Nigeria, destacó a los periodistas la importancia de la victoria legal de esta semana para evitar una posible catástrofe económica. Instó a realizar una investigación exhaustiva sobre las entidades gubernamentales involucradas en el acuerdo de gas P&ID.
Si bien esta semana tuvo un resultado positivo para el gobierno nigeriano, no se puede negar que el pueblo nigeriano ha sido decepcionado por funcionarios públicos que no servían a sus mejores intereses y por costosos procedimientos legales que dejaron a todos los involucrados en peor situación.
El tribunal del Reino Unido finalmente falló a favor de Nigeria sólo cuando salieron a la luz pruebas irrefutables de corrupción. Hubo importantes señales de alerta que habían surgido antes de esto, pero no fueron consideradas por el tribunal de arbitraje. La sentencia de esta semana reconoció un desequilibrio de poder fundamental no sólo en el contrato corrupto inicial, sino también en las vías legales posteriores disponibles para ambas partes.
Desafortunadamente, los procesos de arbitraje en casos como estos se llevan a cabo en gran medida a puerta cerrada, lo que no deja espacio para que los defensores de la sociedad civil en Nigeria, o en otros lugares, investiguen y enciendan señales de alerta.
Por eso es clave una mayor transparencia en los procesos de arbitraje. Permitir que estas disputas se prolonguen sin el escrutinio público genera el tipo de riesgos que hemos visto en la larga saga de P&ID. Promover la equidad y la rendición de cuentas serviría a los intereses más amplios de la justicia y del público.