Son de la loma, Mezcla de creatividad, rebeldía, ondas sin fronteras

Foto El Campesino

Por Rubén Darío Arcila – Rubencho.

» Si no tienes una pizca de locura, la «normalidad» te hará gris, rutinario, predecible, formal, aburrido como una ostra».

Lo que antes era visto como «cosa de locos» en realidad es una mezcla de creatividad y rebeldía: «Yo que nací altivo y libre sobre una sierra antioqueña llevo el hierro entre las manos porque en el cuello me pesa», himno de la raza que nunca se perdió en el laberinto mental del gran Epifanio Mejía.

La gran locura del hombre y la mujer es el amor. En ese desvarío sobreviven matrimonios de más de cincuenta años… y tan felices.

En el ciclismo hay momentos en que fantasía y realidad se mezclan: la locura.

La locura de los grandes nunca debe irse: la Caracola navegando en las ondas radiales por el Rio Magdalena, tripulada por Juán Gossaín y Antonio José Caballero; New York entró en pánico demencial por la invasión marciana de Orson Wells en la radio de entonces; el Radioguía Veracruz, indocumentado, ingresó fraudulentamente a territorio mexicano con el objetivo de transmitir la Vuelta Ciclística desde la carretera por Todelar en la voz de Armando Moncada. El vehículo, a su regreso, fue incautado por las autoridades portuarias de Cartagena.

La locura de los grandes records mundiales de locución sin parar de hablar, sin dormir, frente al micrófono en el maratónico reto de «El chupo» Plata y William Vinasco Ch. La demencia de los habitantes de la noche trasnochando cinco décadas continuas con Alonso Arcila Monsalve hasta las cuatro de la mañana o el caso reciente del «turco» Alfonso Saer en Barquisimeto celebrando su ingreso al Salón de la Fama del beisbol venezolano como narrador oficial de Los Cardenales de Lara con su chorro de voz protegida por la Divina Pastora.

Radio Sutatenza, por encima de lo convencional, hizo lo más cuerdo: alfabetizar pueblos enteros que hiciera menos precaria la vida del campesino. Una locura verdaderamente grande no puede lograrse sin una significativa inteligencia como la del padre José Joaquín Salcedo, sacerdote con una inmensa visión transformadora y una comprensión innovadora, a través de transistor, del alcance social que pueden tener procesos comunicativos bien estructurados.

«Por la fe y la cultura, bases de la civilización cristiana, transmite Radio Sutatenza. Una emisora para la operación Colombia de Acción Cultural Popular.»

Monseñor José Joaquín Salcedo y su obra educativa en la alfabetización campesina

El rostro de este Quijote de la comunicación, al que no le faltaron enemigos de la aristocracia política temerosos de ser eclipsados por el cura boyacense, debería quedar impreso en uno de los billetes del Banco de la República, ahora que el tío Juaco, como le dicen sus parientes, estaría cumpliendo 104 años. De todas formas, su nombre seguirá circulando como moneda de alta denominación en la historia de nuestro país.

Ruben Dario Arcila

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